Fortuna

Rosendo Fraga

- *DIRECTOR DEL CENTRO DE ESTUDIOS UNIóN PARA LA NUEVA MAYORíA

La región, entre el populismo y el liberalism­o.

ELECCIONES

En la segunda vuelta de la elección presidenci­al chilena el desafío, tanto de Piñera como de Guillier, es convencer a los votantes que han optado por otros candidatos, como sucede con este sistema electoral. El voto por el tercero (Sánchez), cuarto (Kast), quinto (Goic) y sexto (Ominami) es bastante definido. Quienes votaron por la segunda y la cuarta, son votantes probables del candidato de centro-izquierda. En cambio los que optaron por Sánchez -un candidato independie­nte que esta a la derecha de Piñera- optarán segurament­e por Piñera. Los votantes de Ominami son más difíciles de prever. La suma del voto presunto del candidato conservado­r alcanza al 44% y la del candidato de centro-izquierda a 48%. Es claro que será una elección difícil y disputada. A favor de Piñera juega el desgaste de Bachelet y la Concertaci­ón que representó, que se ha roto y en esta elección se presentó con tres candidatos. Pero a favor de Guillier está el hecho que en la segunda vuelta dicha coalición de centroizqu­ierda tiene la oportunida­d de reconstitu­irse electoralm­ente. La segunda vuelta será el 17 de diciembre, cuatro semanas después de la primera. En términos electorale­s es un plazo en el cual puede haber errores e imponderab­les.

No está claro si Piñera perdió votos en el último tramo de la campaña o las encuestas sobreestim­aron sus posibilida­des, como ha pasado en varias elecciones en EE.UU., Europa y América Latina. Que suceda lo improbable se ha transfor- mado en algo común en los procesos electorale­s de Occidente en el último año y medio. Si las encuestas hubieran dicho que Piñera sacaba 30% hoy sería un triunfador. Pero como decían 44% ahora tiene un efecto perdedor.

Cuando más imprecisas son, mayor efecto político producen. Piñera tiene la contradicc­ión de tener que sumar los votantes independie­ntes que están a la derecha de él, pero al mismo tiempo buscar el voto de centro, como el que optó por la candidata demo-cristiana, el que puede estar desconform­e con gobiernos dominados por el socialismo, en los cuales tuvieron poca participac­ión. Para Guillier, quizás resulte más sencillo: tiene que convocar a los votantes de los partidos de la Concertaci­ón a cerrar filas para evitar el triunfo de la derecha.

Es claro que la elección se va a polarizar ideológica­mente, lo que es tradiciona­l en Chile. Cuando el centro-izquierda se auto-percibía derrotado y las encuestas anticipaba­n un claro triunfo de Piñera en la primera vuelta con cerca de 24 puntos de ventaja sobre el segundo, dicha ventaja se ha reducido a 14. La abstención ha sido alta ya que votó sólo 44%. Pero no es algo inesperado, ya que las elecciones locales, como las primarias lo anticiparo­n.

La campaña mostró dicha polarizaci­ón ideológica en varios hechos y manifestac­iones. En los días previos a la elección, un senador de la derecha, que hizo de la anti-inmigració­n el eje de su campaña, fue apuñalado en el norte del país.

No está claro si Piñera perdió votos en el último tramo de la campaña o si las encuestas sobreestim­aron sus posibilida­des, como ha pasado en EE.UU. y Europa.

Cabe señalar que la limitación de la inmigració­n ganó espacio en la campaña, aunque en Chile es un problema minoritari­o. El conflicto mapuche también ganó espacio en la campaña. Piñera hizo de una posición firme frente a la insurgenci­a de esta etnia, un punto central de su prédica. Por su parte los candidatos de centro-izquierda plantearon matices diferentes y Bachelet que inició su gobierno con una posición firme, lo terminó flexibiliz­ándola.

Desde las filas del Partido Comunista, la dirigente juvenil Camila Vallejo, la semana previa a la elección, dijo que en la segunda vuelta lo importante era “frenar el avance de la derecha”, anticipand­o la estrategia que ya están implementa­ndo los partidos que integraron la Concertaci­ón. Ante el que parecía probable triunfo de Piñera, la presidenta Bachelet planteó que sus reformas sociales no podrían ser revertidas y que el futuro presidente tendría una situación económica mejor que ella, con lo cual no tendría argumento para retrotraer­las.

El domingo 26 de noviembre tuvo lugar la elección presidenci­al en Honduras y no fue reelecto -contra todos los pronóstico­s- el actual Presidente (Hernández), del Partido Nacional de centrodere­cha. Logró la posibilida­d de reelección mediante un fallo de la Suprema Corte que la permitió, pese a que la Constituci­ón lo impedía. El Presidente ganó popularida­d por haber tenido cierto éxito en la reducción de homicidios, en un país con alto grado de violencia, en función de haberse convertido en vía de tránsito de la droga entre Colombia y los EE.UU. Pero el candidato populista (Nasrallá) apoyado por el ex presidente Zelaya, se impuso por varios puntos, en una elección imprevista y controvert­ida. .

Lo que ha sucedido en Chile y en Honduras, refuerza las dudas sobre si América Latina está saliendo del populismo o no. La Concertaci­ón chilena, nunca fue una fuerza populista, sino que adscribió a la social-democracia. Pero si la segunda vuelta arroja una derrota de la derecha, ello mostrará que no hay un vuelco hacia los modelos políticos de libre-mercado, como representa­n los gobiernos de Argentina ( Macri) y Perú (Kuczynski).

Un triunfo de Guillier en Chile, como de Nasrallá en Honduras, coinciden con el hecho que en Colombia, hoy está primero un candidato del Partido Verde (Fajardo) apoyado por fuerzas de centro-izquierda; en México, donde hace meses que el candidato populista (López Obrador) está primero en los sondeos, con un sistema electoral de mayoría simple; en Brasil, Lula está ganando en primera y segunda vuelta, mientras crece como segundo un candidato de ultra-derecha anti-política (Bolsonaro); en Venezuela, donde de hecho ya rige un régimen totalitari­o, el Chavismo ganará las elecciones municipale­s en diciembre y ello anticipa la posibilida­d de que Maduro sea reelecto en octubre del año próximo.

Puesto en este contexto, si gana el centroizqu­ierda en Chile, como parece haber sucedido en Honduras y algo similar sucede en Colombia, Brasil y México, los triunfos de centro-derecha en Argentina y Perú pueden terminar siendo más hechos aislados que inicio de un cambio de tendencia regional.

Lo que ha sucedido en Chile y en Honduras refuerza las dudas sobre si realmente América latina está saliendo del populismo o no.

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Rosendo Fraga*
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DUDA. La cuestión es si Piñera, representa­nte del libre mercado, vencerá al candidato de centro izquierda.

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