Cuando los errores son enseñanza
Los millennials y la Generación Z valoran cada vez más a las compañías que comparten sus errores a lo largo del tiempo. Cómo es esta tendencia que está llegando a la Argentina.
Los millennials y la Generación Z valoran cada vez más a las compañías que comparten sus errores. Cómo es esta tendencia en la Argentina.
Lady Gaga, Juan Manuel Fangio, Walt Disney y J.K Rowling podrían no tener nada más en común que el éxito. La lista podría ser mucho más extensa. Desde Albert Einstein hasta Lionel Messi. Todos estos han logrado quedar en la historia como los mejores en lo que hacen. Sin embargo, hay otra cosa que los une: el fracaso en sus comienzos.
La discografía con la que Lady Gaga firmó su primer contrato se lo rescindió a los tres meses; las primeras carreras de Juan Manuel Fangio fueron desastrosas; Walt Disney trabajaba en un diario y lo despidieron por falta de imaginación y Rowling mantenía a su hija gracias a un sub- sidio estatal. Estas historias, basadas en el fracaso, están siendo cada vez más utilizadas por las empresas en todo el mundo y también en la Argentina para acercarse a sus empleados y a nuevos posibles postulantes. Ya no se trata de sólo comunicar éxitos. Las mayores enseñanzas no
parecen estar en los lanzamientos que lograron ventas récords, o en las fusiones que permitieron ganar mucho dinero. Los fracasos y los errores también tienen valor. Así fue como nació “Fuckup nights”, un movimiento global que busca historias de profesionales exitosos que se equivocaron a lo largo de su carrera.
Esta iniciativa ya es una tendencia a nivel global y terminó llegando a la Argentina. Sin embargo, todavía está una etapa incipiente, y los principales directivos de las compañías son reacios a compartir grandes fracasos. Pero, algunos estudios marcan que los jóvenes están cada vez más interesados en conocer aquello que los directivos hacen mal, porque es una manera de fortalecer su resiliencia y aprender a tolerar la frustración. Tanto los millennials, como la Generación Z, valoran los errores y consideran que estos pueden ser un trampolín para el crecimiento personal y profesional. Para 2020, los millennials representarán más de un tercio de la fuerza de trabajo mundial (35%), seguidos por la Generación X (otro 35%), la Generación Z (24%) y los Baby Boomers (6%), según Manpower. En este sentido, la consultora especializada en empleo
asegura que estos millennials están “redefiniendo la relación empleadorempleado” y a la hora de elegir un empleo valoran no sólo el dinero, sino también la seguridad laboral, el tiempo libre y las personas valiosas. Es en este punto donde compartir los fracasos y errores se vuelve vital para las generaciones más jóvenes.
Ante esta nueva realidad, las empresas buscan adaptarse. Mientras que hay gerencias y directivos que no han hecho nada ante este cambio de contexto, otras han comenzado un camino totalmente nuevo y la idea de compartir los fracasos que luego permitieron un crecimiento está dando buenos frutos. Patricio Gotter, Jefe de Supply Chain de Unilever, fue uno de los oradores de #MalaMía, evento del que participaron más de 200 jóvenes que escucharon errores de grandes directivos.
El destino de Gotter era muy claro: la compañía debía echarlo. Había hecho todo mal. En 2013, él era el responsable de traer materiales para una planta de producción que hacía 50 millones de aerosoles por mes para más de 25 países. Uno de los insumos que traía era el BHT, y cada aerosol tiene menos de 1 gramo de este material. Y se olvidó de pedirlo. Manejaba más de 650 materiales, pero se olvidó de ese. La producción se paralizaría. Entonces consiguió un proveedor que lo tenía, pero venía en un formato que no servía para la producción. “Pero es sólo un gramo, no pasa nada”, dijo Gotter. La respuesta de los responsables del área de calidad fue contundente: “No se puede. No sirve”. Gotter estaba en problemas. Hasta que encontró una planta en Rusia que tenía ese material. Y luego de varios procesos pudo llegar a la Argentina. Pero se equivocó en las cantidades. Trajo 15 toneladas de BHT, lo que implicó varios millones de dólares. Sólo necesitaba 300 kilos. Pero tuvo suerte: se cerraron las importaciones en la Argentina, y el área de compras lo terminó felicitando porque había stockeado correctamente a la empresa. “´No sólo no cerraste la producción, sino que vamos a poder venderles a nuestros proveedores y a otras plantas”, le dijeron.
Historias como estas, que lejos de ser inspiradoras e ideales están basadas en errores y equivocaciones, son valoradas por las generaciones venideras en el mercado laboral. El desafío actual está en que, cada vez, sean más las compañías que se animen a compartir experiencias de este tipo. Los millennials no buscan la perfección, quieren la realidad y, en ella, siempre hay errores.