Rosendo Fraga
2017: conflictos que fortalecieron al gobierno.
EL AÑO POLÍTICO
En el primer trimestre del año, la administración Macri se mantuvo a la defensiva, temiendo los impactos políticos de la acumulación y sucesión de protestas. La CGT, con su triunvirato recientemente electo, realizó medidas de fuerza que el gobierno no pudo impedir, consolidándose como conducción de la central obrera. Los paros docentes --en particular en la provincia de Buenos Aires-- se prolongaron varios meses, con el oficialismo jugando al desgaste de los gremios. Los movimientos sociales, fortalecidos por la ley de emergencia social sancionada a fines de 2016, mantuvieron pese a ello en los primeros meses del año un nivel de conflictividad importante. En este marco, se consolidó el llamado “Trío de San Cayetano” integrado por tres movimientos (CTEP, CCC y Barrios en Pie), tanto como interlocutor del gobierno como en su capacidad de movilización. El 24 de marzo, con motivo del 41 aniversario del último gobierno militar, en las protestas convergieron varios sectores, que delinearon la existencia de una “oposición dura”, tendiente a hostigar al gobierno en la calle. Ellos fueron las organizaciones de derechos humanos (duras y moderadas), el sindicalismo combativo (las dos CTA), los movimientos sociales (duros y moderados) y los partidos de izquierda (PO, MST, PST, etc.).
Pasando al segundo trimestre, el gobierno retoma la iniciativa y apuesta a una estrategia de “polarización” política con el kirchnerismo, con la vista puesta en la elección de octubre. La movilización del 1 de abril en la Plaza de Mayo (1A), fue el punto de partida que permitió al gobierno recuperar la iniciativa política. No muchos en el oficialismo creían en su éxito. Pero ella hizo entrar en crisis dos premisas políticas que tenía el gobierno: que su apoyo eran los jóvenes, --ya que la gente que se movilizó en su gran mayoría tenía más de 50 años-- y de que las movilizaciones en las calles no tenían significación política. La idea de polarización política se centró en el kirchnerismo en general y en Cristina en particular. El gobierno percibió la posibilidad de reiterar su estrategia de 2015, en la cual la división del peronismo fue clave de su éxito. Cuando la ex Presidente, rechaza la posibilidad de competir con Randazzo en las PASO, cometió el error político-electoral que luego permitió al oficialismo ganar la elección, tanto en el plano nacional como en el ámbito bonaerense. Esta estrategia también apuntó -- y lo logró-- a anular a la tercera fuerza, que representada por Massa y Stolbizer en la provincia de Buenos Aires, buscaba ser “la ancha avenida del medio”.
Definidas las alternativas, la elección fue el tema dominante en el tercer trimestre y el primer mes del siguiente (octubre). Ganar o perder la elección era ganar o perder la provincia de Buenos Aires y con un triunfo en ella, Macri pasaba a ser un candidato probable para la elección en 2019 y perdiendo, dicha alternativa se tornaba muy difícil. Las PASO dieron al gobierno
El oficialismo argumenta que los incidentes lo han fortalecido porque no pudieron voltear al Gobierno, como sucediera dieciséis años atrás, en 2001.