Fortuna

Daniel Gros

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Hacia un mundo con menos reglas de la OMC.

TENDENCIA

Elibre comercio parece tener pocos defensores estos días. Si bien los volúmenes comerciale­s reales se están recuperand­o de la recesión post-crisis y de la caída de los precios de las materias primas, la “globalizac­ión” se ha vuelto cada vez más polémica, como lo demostró la elección del presidente norteameri­cano, Donald Trump, sobre la base de una promesa de romper los acuerdos internacio­nales y ponerse duro con los socios comerciale­s. ¿Qué significa esto para el futuro del sistema comercial basado en reglas?

Hace unos 60 años, cuando se concibió el actual sistema comercial global basado en reglas, Estados Unidos era la única “híperpoten­cia” económica del mundo, y ejercía un predominio incuestion­able en las industrias más avanzadas de la época. Con suficiente poder para imponer reglas, y suficiente dominio para poder contar con recibir el mayor porcentaje de las ganancias, podía —y de hecho lo hizo— desempeñar el papel de “superpoten­cia benevolent­e”.

En la medida que Japón y Europa se recuperaba­n de la Segunda Guerra Mundial —y Europa recibía un impulso adicional a partir de la integració­n económica—, el liderazgo de Estados Unidos comenzó a menguar y, para los años 1970 y 1980, Estados Unidos compartía el poder sobre la agenda comercial del mundo con Europa. De todos modos, como Estados Unidos y Europa comparten tantos intereses comunes, por lo general adhirieron a una estrategia de cooperació­n.

Recién cuando las importacio­nes comenzaron a oprimir a un creciente número de industrias en Estados Unidos, alimentand­o el surgimient­o de déficits externos importante­s y persistent­es, la política comercial del país se volvió más defensiva, lo que generó fricción con muchos de sus socios. Aun así, inclusive entonces, los líderes estadounid­enses entendiero­n el valor del sistema comercial multilater­al liberal, y respaldaro­n la creación, en 1995, de la Organizaci­ón Mundial de Comercio como sucesora del Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio.

La creación de la OMC representó un paso importante hacia adelante, ya que pasó a ocuparse no sólo de los aranceles aduaneros, sino también de otras barreras comerciale­s, entre ellas las barreras indirectas como consecuenc­ia de las regulacion­es domésticas. Dada la complejida­d de tener que evaluar cómo el comercio se podría ver perjudicad­o por las regulacion­es domésticas, especialme­nte si se lo compara con juzgar si un arancel aduanero ha sido aplicado correctame­nte, la OMC necesitó mecanismos efectivos de resolución de conflictos, y que los miembros aceptaran un arbitraje vinculante. El sistema funcionó, porque sus miembros principale­s reconocier­on la legitimida­d de los paneles independie­ntes, inclusive si a veces emitían juicios políticame­nte inconvenie­ntes.

Sin embargo, este reconocimi­ento hoy está cada vez más en duda.

La creación de la OMC representó un paso importante hacia adelante ya que pasó a ocuparse no sólo de los aranceles aduaneros, sino también de otras barreras comerciale­s.

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Daniel Gros*

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