Vuelven los defaults con Puerto Rico y Venezuela
MODELOS FRACASADOS
Los defaults están de vuelta. Aunque estos últimos años, las finanzas soberanas lograron atravesar sorprendentemente bien una terrible recesión global y el derrumbe de precios de los commodities, un modelo económico fracasado no puede durar para siempre, y la lenta sangría de las economías de Puerto Rico y Venezuela ha forzado a sus gobiernos a decir “no más” a la devolución de sus deudas.
Hace unos meses Puerto Rico se declaró en bancarrota. En ese momento, el territorio estadounidense asociado debía unos 70.000 millones de dólares, más un pasivo de unos 50.000 millones por pensiones. Así que fue la declaración de bancarrota “municipal” más grande de la historia de Estados Unidos.
La crisis de deuda llegó tras más de un decenio de recesión (el PBI per cápita portorriqueño viene en caída desde 2004), mengua de la recaudación y un sostenido descenso de la población. Para agravar todavía más esta tendencia demográfica, los que dejan Puerto Rico en busca de mejores oportunidades en el territorio continental de Estados Unidos son mucho más jóvenes que la población que se queda. Y en septiembre, en medio de dificultades económicas cada vez peores, el huracán María asestó a la isla y a sus residentes un golpe todavía más devastador, cuyas consecuencias se sentirán por años o tal vez décadas.
Más cerca en el tiempo, a mediados de noviem- bre, Venezuela entró en cesación de pagos de la deuda externa pública y de deudas de la petrolera estatal, PDVSA. Pero mucho antes de esta última manifestación de bancarrota nacional, ya estaba impaga la deuda interna oficial (en forma explícita o por la hiperinflación desatada).
Además de los 60.000 millones de dólares que el Estado venezolano y PDVSA adeudan a bonistas extranjeros, se presume que estas entidades deben una cifra comparable (o tal vez mayor) a Rusia y China. Según el último informe “Perspectivas de la economía mundial” del Fondo Monetario Internacional, el PBI real per cápita venezolano se contrajo casi 40% desde 2008. Se prevé que en 2022 la pérdida acumulada deje el producto per cápita más o menos por la mitad de lo que era hace diez años. Pero semejante colapso económico (más propio de tiempos de guerra) no termina de expresar el grado de padecimiento humano implícito en la escasez prolongada de medicinas y alimentos que azota al país.
La historia de las reestructuraciones de deudas soberanas es larga y a menudo tortuosa. Pocos han sido los casos que se resolvieron en forma pronta o amigable, y en general son aquéllos en que la reestructuración sólo implicó alguna concesión respecto del tipo de interés y una prórroga de los vencimientos de la deuda pendiente de pago. En pocos casos hubo anulación de una parte sustancial del capital adeudado. Es decir, no hay una “quita” significativa para los acree-
Un modelo anacrónico no puede durar para siempre y la lenta sangría de las economías de Puerto Rico y Venezuela forzó a sus gobiernos a decir “no más” a la devolución de sus deudas.