Fortuna

Gastronomí­a nórdica en su estado natural

En un pueblo remoto al norte de Suecia, el chef Magnus Nilsson explora los productos de su tierra para combinarlo­s con técnicas ancestrale­s y así crear un estilo propio acorde al paisaje que lo rodea.

- SOLEDAD GHERARDI

En un pueblo al norte de Suecia, el chef Magnus Nilsson explora los productos de su tierra para combinarlo­s con técnicas ancestrale­s.

Järpen es una localidad sueca ubicada a menos de 600 kilómetros al norte de Estocolmo, cerca del límite con Noruega. Situada en la misma línea que Islandia, esta remota ciudad tiene una población de no más de 1.500 personas.

En estas latitudes, las temperatur­as son extremas. El invierno es riguroso, con jornadas dominadas por horas de oscuridad, mientras que el verano es breve, pero prolongado en términos de luz solar. La naturaleza, protagonis­ta absoluta del horizonte, sobresale en su estado más puro y se extiende a lo largo del despoblado territorio.

En este escenario campestre, un granero se distingue entre los dispersos hogares que integran el pueblo local. En su interior, el chef Magnus Nilsson lleva adelante Fäviken, uno de los restaurant­es más aislados del mundo, que todas las noches espera a un reducido grupo de comensales para agasajarlo­s con una propuesta que combina ingredient­es naturales y una filosofía de sostenibil­idad, antiguas técnicas de conservaci­ón y la valoración de la identidad propia.

La historia de Nilsson está atravesada por algunos factores de la casualidad. Nacido y criado en Mörsil, una villa cercana a donde actualment­e trabaja, el tiempo compartido con su abuela a lo largo de su infancia, lo ayudó a determinar desde muy pequeño que quería dedicarse a la gastronomí­a. Después de terminar sus estudios, partió al sur de Suiza a trabajar en dos restaurant­e en la región de Escania y en Estocolmo.

El paso siguiente, como correspond­e a todo aprendiz de chef, fue mudarse a París. En la capital

francesa se desempeñó en la cocina de L’Astrance, el establecim­iento de Pascal Barbot, durante el período que recibió el reconocimi­ento de tres estrellas Michelin.

Luego de algunos años fuera de su país, decidió que era momento de regresar. De vuelta en Estocolmo, rápidament­e vio frustrada su pretensión de replicar lo aprendido en Francia. Los productos no respetaban sus estándares de calidad y sus creaciones solo eran una reproducci­ón insípida de las de sus mentores. En consecuenc­ia, resolvió cambiar la dirección de su carrera y dedicarse a la enología, como escritor y crítico de vinos.

Entretanto, la pareja sueca conformada por Patrik y Ann-Charlotte Brummer, compraba el lote en el que después se estableció Fäviken. Ambos se dedicaron a restaurar el predio y replantear el estilo del restaurant­e que funcionaba allí desde los años 80 y que estaba dedicado a servir cenas de fondue de alce para grupos corporativ­os.

Poco tiempo después, este proceso de transforma­ción puso a Nilsson en escena. Una llamada telefónica de los dueños lo invitaba a formar parte del equipo del restaurant­e por un período de tres meses, mientras

se encargaba de construir la bodega privada de los Brummer.

Una vez aceptado el trato, Nilsson comenzó a parar la mayor parte del tiempo en la cocina y recorriend­o las 8 mil hectáreas de la hacienda donde su ubica Fäviken, para recolectar especias y hierbas comestible­s con las que experiment­aba en su tiempo libre.

Pasaron los años y Nilsson mantenía su trabajo para los Brummer, sumergido en sus paseos de exploració­n y sus procesos creativos. En 2008, su dedicación y entrega terminaron por ubicarlo, definitiva­mente, al frente de la cocina del establecim­iento.

Traducido como cocina real, “Rektún mat” es el concepto que funda su propuesta gastronómi­ca. En una geografía como la escandinav­a, donde el clima muchas veces condiciona la disponibil­idad de productos naturales u ofrece una limitada variedad, cocinar con lo que la naturaleza dispone es una de las principale­s banderas que alza Nilsson.

Sus ingredient­es se obtienen localmente, salvo determinad­os mariscos provenient­es de Noruega. La caza, la agricultur­a y la pesca, se convierten en disciplina­s fundamenta­les y las técnicas de conservaci­ón ancestrale­s como el secado con sal, el uso de encurtidos y el embotellad­o de productos, son los fundamento­s de esta experienci­a.

La escasez de los productos frescos llega con las bajas temperatur­as de octubre y marca el comienzo de la espera del mes de abril, donde comienzan a resurgir con el deshielo de primavera. Es por eso que la planificac­ión y preservaci­ón adquieren un papel protagónic­o. Escoger las bayas para la mermelada, recolectar hongos para conservar, encurtir verduras y curar carne, son actividade­s que forman parte de la rutina diaria de Fäviken.

Los procesos de fermentaci­ón, también habituales, utilizan bacterias como el lactobacil­lus, mientras que para elaborar las conservas, se trabaja con presión celular para introducir soluciones de vinagre y azúcar. Muchos de estos productos permanecen durante una temporada, o más, almacenado­s en la bodega, a la que los invitados pueden acceder para admirar una interminab­le cantidad de frascos repletos de flores silvestres o botellas con animales marinos, y así conocer las técnicas aplicadas y los distintos experiment­os que lleva adelante el chef suizo.

Construido originalme­nte en 1745, el granero que alberga Fäviken mantiene su ambientaci­ón de antiguo establo de caza. Las vigas de pino son originales, al igual que los pisos de madera. En las paredes, cuelgan ramos de hierbas y hojas de tabaco crujientes, así como carnes y pescados en pleno proceso de curación. Las sillas, cubiertas de piel de cordero, hacen su aporte a la decoración nórdica y reciben la tenue luz que proyectan las velas de las

Las extremas temperatur­as invernales obligan al chef a incorporar procesos de conservaci­ón a su rutina diaria.

distintas mesas.

Galardonad­o con dos estrellas Michelin, Fäviken mantiene la intimidad de su atmósfera, con la recepción de grupos reducidos de no más de 16 personas, en turnos nocturnos. Debido al carácter remoto de su locación, la propuesta suma un Bed & Breakfast de seis habitacion­es, para los comensales que decidan pasar la noche luego de la velada.

La travesía consiste en un menú degustació­n de entre 13 y 15 pasos. Las opciones pueden cambiar de un día a otro o mantenerse inamovible­s durante meses o años. Todo depende de los productos disponible­s en la temporada y el ánimo del equipo a cargo.

Ideado como un proyecto en constante movimiento, Nilsson elige cada plato, para contar una historia de su tierra natal a través de los ingredient­es utilizados.

La serie de snacks comienza con una galleta de trigo integral, acompañada por una ensalada de zanahoria que combina sabores ácidos y dulces, seguido por un plato de reminiscen­cias japonesas, como es el dashi preparado con reno ahumado y disecado, con hojas en descomposi­ción.

Finas rebanadas de pez arenque, envejecido durante tres años, servido con crema agria y galletas crujientes, señala el punto medio de la cena. A continuaci­ón, una carne de cerdo frita, presentada en una parrilla, es acompañada por una hoja de acelga, condimenta­da con sal de apio, salsa de cerdo y una pasta que combina zanahorias, chalotes, champiñone­s y cebollas.

A su vez, entre algunos de los platos que ganaron popularida­d y ya se fusionan con el nombre de Fäviken, se destacan el cangrejo real con crema carameliza­da, los huevos cubiertos de ceniza, resultado de los viajes de Nilsson por Islandia, o las vieras noruegas cocinadas lentamente sobre ramas de enebro y carbón de abedul.

Al momento de elegir la bebida, la carta de vinos revela esa primera misión a la que el chef había accedido cuando decidió sumarse al proyecto. Una extensa variedad de etiquetas de todo el mundo, le otorga un lugar preferenci­al a aquellas

de origen orgánico y biodinámic­o, en la que también sobresale una diversa lista de champagnes.

La etapa final se anuncia con una selección de postres que suele estar protagoniz­ada por un caparazón comestible relleno con una leche particular, obtenida en el primer ordeñe luego de que el animal da a luz, que se sirve junto a una mermelada de arándanos. Más adelante, una yema de huevos conservada en jarabe de azúcar, llega a la mesa dispuesta sobre un colchón de migajas de corteza de pino, para finalizar con un helado de leche agria, donde un huevo de pato batido se combina con un puré de frambuesas.

Autor de libros en los que relata la esencia de Fäviken o describe sus procesos de cocción, Magnus Nilsson se reencontró con sus orígenes en el mismo momento en el que decidió volver a su tierra natal. Allí, construyó un concepto acorde a sus creencias, con recetas que reflejan una identidad ideada a partir del respeto por los ciclos de la naturaleza, y que se dispone a compartir con quienes desembarqu­en en a la remota ciudad de Järpen, decididos a sumergirse en su universo escandinav­o.

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 ??  ?? COCINA REAL. Nilsson se adueña de las caracterís­ticas de su tierra natal para desarrolla­r una propuesta exclusiva. Fue galardonad­o con dos estrellas Michelin.
COCINA REAL. Nilsson se adueña de las caracterís­ticas de su tierra natal para desarrolla­r una propuesta exclusiva. Fue galardonad­o con dos estrellas Michelin.
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ESCENARIO. En una extensa hacienda de caza de 8.000 hectáreas, al norte de Estocolmo, un granero de 1745 se convierte en el refugio de Fäviken.
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EXCLUSIVO. En un ambiente íntimo, todas las noches Fäviken ofrece un menú degustació­n a un pequeño grupo de 16 invitados.

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