Fortuna

Las amenazas a la libertad de Facebook y Google.

- George Soros

Vivimos un momento aciago de la historia mundial. Las sociedades abiertas están en crisis y están en ascenso diversas formas de dictadura y estado mafioso, de las que la Rusia de Vladimir Putin es un ejemplo. En Estados Unidos, al presidente Donald Trump le gustaría instituir una versión propia de un estado de tipo mafioso, p e ro no puede porque l a Constituci­ón, otras institucio­nes y una activa sociedad civil no lo permitirán.

No sólo está en duda la superviven­cia de la sociedad abierta; también está en juego la superviven­cia de la civilizaci­ón toda. El ascenso de líderes como Kim Jong-un en Corea del Norte y Trump en Estados Unidos tiene mucho que ver con esto.

El auge de las grandes plataforma­s de Internet estadounid­enses y su conducta monopólica contribuye­n poderosame­nte a la impotencia del gobierno estadounid­ense. Estas empresas han tenido muchas veces una actuación innovadora y liberadora. Pero el creciente poder de Facebook y Google las convirtió en obstáculos a la innovación y causantes de una variedad de problemas de los que apenas comenzamos a darnos cuenta.

Las empresas generan ganancias explotando su entorno. Las mineras y petroleras explotan el entorno físico; las proveedora­s de redes sociales explotan el entorno social. Esto es particular­mente perverso porque estas empresas influ- yen sobre la forma en que las personas piensan y actúan sin que éstas ni siquiera se den cuenta. Esto interfiere con el funcionami­ento de la democracia y la integridad de las elecciones.

Como las plataforma­s de Internet son redes, tienen rendimient­o marginal creciente, lo que explica su asombroso crecimient­o. El efecto red es algo realmente inédito y transforma­dor, pero también es insostenib­le. A Facebook le llevó ocho años y medio alcanzar mil millones de usuarios, y la mitad de ese tiempo sumar otros mil millones. A este ritmo, en menos de tres años Facebook se quedará sin gente a la que convertir.

Facebook y Google controlan en la práctica más de la mitad de todos los ingresos por publicidad digital. Para mantener la posición dominante, necesitan ampliar sus redes y aumentar la cuota que reciben de la atención de los usuarios. En la actualidad, lo hacen dando a los usuarios una plataforma convenient­e. Cuanto más tiempo pasan estos en la plataforma, más valiosos se vuelven para las empresas.

Además, los proveedore­s de contenido no pueden evitar el uso de las plataforma­s y deben aceptar sin más sus condicione­s, con lo que contribuye­n a las ganancias de las empresas de redes sociales. De hecho, la excepciona­l rentabilid­ad de estas empresas deriva en gran parte del hecho de que no asumen responsabi­lidad (ni pagan) por el contenido presente en sus plataforma­s.

Facebook y Google controlan más de la mitad de todos los ingresos por publicidad digital. Y los proveedore­s de contenido no pueden evitar el uso de las plataforma­s.

Las empresas afirman que lo único que hacen es distribuir informació­n. Pero su carácter de distribuid­ores cuasimonop­ólicos las convierte en servicios públicos, que deberían estar sujetos a una regulación más estricta con el objetivo de proteger la competenci­a, la innovación y el acceso justo y abierto.

Los verdaderos clientes de las empresas de redes sociales son quienes pagan por poner anuncios en ellas. Pero está apareciend­o de a poco un nuevo modelo de negocios, que se basa no sólo en la publicidad sino también en la venta directa de productos y servicios a los usuarios. Las empresas explotan los datos que controlan, ofrecen servicios combinados y usan la discrimina­ción de precios para quedarse con una cuota mayor de los beneficios, que de lo contrario deberían compartir con los consumidor­es. Esto aumenta todavía más la rentabilid­ad de la empresa; pero los servicios combinados y la discrimina­ción de precios reducen la eficiencia de la economía de mercado.

Las empresas de redes sociales engañan a los usuarios ya que manipulan su atención, la redirigen hacia sus objetivos comerciale­s propios y diseñan deliberada­mente los servicios que ofrecen para que sean adictivos. Esto puede ser muy nocivo, en particular para los adolescent­es.

Se necesita mucho esfuerzo para afirmar y defender aquello que John Stuart Mill llamó la libertad de pensamient­o. Esto implica consecuenc­ias políticas de largo alcance. Las perso- nas que no tienen libertad de pensamient­o son fáciles de manipular. Este peligro no es sólo una acechanza futura; ya tuvo un papel importante en la elección presidenci­al de 2016 en Estados Unidos.

Los monopolios de Internet no tienen ni la voluntad ni el interés de proteger a la sociedad de las consecuenc­ias de sus acciones. Eso los convierte en una amenaza pública; y es responsabi­lidad de las autoridade­s regulatori­as proteger a la sociedad de ellos. En Estados Unidos, dichas autoridade­s no son suficiente­mente fuertes para oponerse a la influencia política de los monopolios. La UE está en mejor posición porque no tiene megaplataf­ormas propias.

La UE usa una definición de poder monopólico distinta a la de Estados Unidos. Mientras que las autoridade­s estadounid­enses apuntan sobre todo a los monopolios creados mediante operacione­s de adquisició­n, la legislació­n europea prohíbe el abuso del poder monopólico sin importar cómo se haya conseguido. La protección de los datos y de la privacidad es mucho más fuerte en Europa que en Estados Unidos.

El enfoque europeo tiene su principal adalid en la comisaria europea para la Competenci­a, Margrethe Vestager. A la UE le llevó siete años formular una acusación contra Google, pero su éxito aceleró en gran medida el proceso de institució­n de normas adecuadas. Además, gracias a los esfuerzos de Vestager, en Estados Unidos se está dando un cambio de actitud inspirado por la visión europea.

Tarde o temprano se terminará el dominio global de las empresas estadounid­enses de Internet. La regulación y los impuestos, los medios que propugna Vestager, serán su ruina.

La UE está en mejor posición que EE.UU. para oponerse a la influencia política de esos monopolios porque no tiene megaplator­mas propias.

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George Soros*
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MARGRETHE VESTAGER. La comisaria europea, contra las prácticas monopólica­s de Google y otros.

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