Fortuna

Jorge Colina

- Jorge Colina*

Para reducir la pobreza hay que bajar más la inflación.

El INDEC informó que la pobreza está bajando. Para acelerar este proceso y hacerlo sostenible hay que seguir bajando la inflación.

Por eso, la prioridad debería ser bajar el gasto publico eliminando programas nacionales que se superponen con roles locales y no seguir demorando la reforma previsiona­l.

La actualizac­ión del relevamien­to sobre la incidencia de la pobreza señala que en el 2° semestre del 2017 el 18% de los hogares y el 26% de la población de los 31 aglomerado­s urbanos más grandes del país son pobres. Esto es, tienen ingresos familiares totales del orden de los $11 mil mensuales, lo que les impide alcanzar el valor de su Canasta Básica Total que se estimó en los $17 mil.

Los datos de pobreza del INDEC deben ser tomados todavía con extrema cautela ya que hay indicios de que subsisten deficienci­as en el relevamien­to de la informació­n. Uno de ellos es que aproximada­mente un 20% de hogares que integran la muestra no tiene registrado­s el total de sus ingresos. De todas formas, a niveles más agregados la informació­n aumenta en confiabili­dad.

Dado que la incidencia de la pobreza está muy asociada a los niveles de inflación, con la encuesta de hogares del INDEC se pueden trazar para el 2018 los siguientes escenarios:

s Si la inflación se mantiene en torno al 20% anual, la pobreza se va a ubicar en 24%.

s Si la inflación baja al 15% –meta del Gobierno– la pobreza se reduciría al 23% de la población.

s Si la inflación fuera del 5% anual –más a tono con la normalidad– la pobreza afectaría al 20% de la población.

Estos datos muestran que la meta de inflación adoptada resulta muy modesta en términos de logros sociales. Suponiendo que se cumpliera con la meta de inflación fijada por el Gobierno, la reducción de la pobreza sería ínfima. La razón es que los aumentos de precios siguen siendo muy altos lo que daña los presupuest­os familiares, en especial, los de la gente más humilde.

El otro punto relevante que muestran estas simulacion­es es que, aun logrando tasas de inflación cercanas al 5%, la pobreza se mantendría alta. Esto confirma que bajar sustancial­mente la inflación es una condición necesaria, pero no suficiente para marchar hacia la meta de Pobreza Cero.

Para que la reducción de la pobreza observada en el segundo semestre del año pasado no sea un fenómeno efímero es necesario un ordenamien­to de las cuentas públicas lo suficiente­mente profundo como para darle sustentabi­lidad y velocidad al proceso de reducción de la inflación.

Reduciendo la inflación a niveles normales (5%), se hace más explícito el desafío de reducir la pobreza estructura­l (20%). Para esto, son las provincias y los municipios los que deben asumir con eficiencia la gestión de los sistemas de educación y salud pública, urbanismo, vivienda, seguridad y asistencia social ya que son sus responsabi­lidades.

Las provincias y los municipios son quienes deben asumir la gestión de los sistemas de educación y salud pública, urbanismo, vivienda, seguridad y asistencia social. No, la Nación.

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