GOBERNAR DOS PERÍODOS, UN DESAFÍO PARA CAMBIEMOS
La política mundial se desplaza hacia el nacionalismo proteccionista con una intensidad mucho menor que después de la crisis del ‘30. Putin sigue firme en el poder con buena popularidad durante dos décadas. Trump continúa con bajo índice de aceptación cumpliendo sus promesas de campaña.
En su vocación proglobalización, Macri queda a contramano de esta tendencia mundial donde China paradójicamente es una excepción. En la región, la geografía electoral es dispar. Brasil se inclina por Lula pero no sabemos si podrá ser candidato por su situación procesal. Andrés López Obrador de centro izquierda, podría vencer en México con el temor del establishment a sus políticas populistas.
Colombia se divide en dos candidatos y está ciertamente polarizada por la cuestión de la inclusión de la FARC al sistema político. Cuba se despide de la “generación histórica” con 60 años de apellido Castro en el poder, aunque no parece que haya muchos cambios en la transición. Venezuela se presenta como un Estado fallido esperando con pocas chances que parte del ejército tome el poder para sacar a Maduro. El camino institucional está bloqueado y la oposición desarticulada.
En nuestro país, Cambiemos va preparando el terreno para las elecciones y seguramente después del mundial largará la campaña a pleno. Existe hoy un debate sobre el eventual puesto a vicepresidente, siendo Macri el candidato presidencial descontado. Gabriela Michetti, Juan Manuel Urtubey y Juan Schiaretti son algunos nombres. María Eugenia Vidal aparentemente no quiere ese cargo y apuesta por ser reelegida en la provincia.
La popularidad del presidente bajó bastante pero aún puede recuperarse. La idea de campaña es profundizar el “cambio” seguramente con muchas redes sociales y donde Durán Barba tendrá mucho que aportar. El analista ha escrito mucho sobre la mujer y éste es un tema muy sensible en la actualidad y en la campaña.
El gobierno quiso tener protagonismo con anuncios proclives a tener una legislación positiva de apoyo al colectivo femenino. La cintura política de Cambiemos viene siendo bastante acertada, incluso mejor que la económica.
Hay tres bastiones a renovar que son claves: Capital, Provincia y Nación. A su vez, el PRO quiere entrarle al conurbano. Alejandro Finochiaro es un ejemplo de ello ya que quiere disputar La Matanza.
María Eugenia Vidal, sin puntos oscuros en la gestión, acumula poder y es un cuadro presidencial para 2023-2031, 8 años que consolidarían el proyecto del país normal de Cambiemos, pero es muy incierto este pronóstico.
Larreta está muy firme y quiere el premio mayor (la Presidencia), pero
le falta carisma. Carrió genera política y es muy dura con algunos dirigentes sociales. Su estilo es difícil de compatibilizar con la línea de Macri.
El peronismo está desarticulado. Hay un resto fiel a CFK, otro grupo integrado por intendentes del conurbano como el caso de Menendez, representantes del Congreso donde Miguel Pichetto ejerce cierto lideraz- go, gobernadores como Urtubey y finalmente Sergio Massa que puede volver al peronismo si ya no se ve competitivo en el Frente Renovador.
Parte del peronismo se ilusiona con los votos de Cristina, mientras otro sector quiere pasar de página. Todos saben que el peronismo unificado es ganador en 2019, con mayor motivo si la economía ingresa en una meseta y no baja la inflación. En general, hay un relevo de la clase política. En 2018 se cumplieron 17 años del “que se vayan todos”. El 2001 explica tanto el descenso de la UCR como el surgimiento del PRO y del kirchnerismo.
Como plantea Juan Carlos Torre, el test ácido de la democracia supone que un gobierno no peronista se mantenga en el poder durante dos períodos. Eso no ocurre desde hace muchos años y quizás explique la razón por la cual Cambiemos optó por el gradualismo. La visión política del gobierno es que lo peor ya pasó, se estabilizó el avión. Sin embargo, considero que estamos aún en turbulencias. Queda pendiente, entre otras cuestiones, la reforma del Estado con un proceso de racionalización nunca encarado en la democracia. El segundo gobierno de Macri es un desafío porque muchas veces las segundas partes no fueron buenas, tal como ocurrió con los segundos gobiernos de Irigoyen, Perón y Cristina. Habrá que verlo.