Fortuna

Nadin Argañaraz

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Aporte extra del campo y caída en la obra pública.

El gobierno presentó la trayectori­a planeada para lograr en 2019 el equilibrio fiscal primario, modificand­o las pautas del acuerdo con el FMI. En dicha estrategia resulta clave, a diferencia de las propuestas anteriores, que se proyectó un aumento en la presión tributaria agregada, provenient­e de la generaliza­ción de los derechos de exportació­n, en conjunto con una reducción del peso del gasto público.

Una primera lectura de los datos agregados presentado­s oficialmen­te pone de relieve la relevancia que el aumento proyectado de los ingresos tiene para decidir la política de evolución de los distintos rubros del gasto.

En la presentaci­ón oficial, mientras los ingresos totales crecen un 43% (9% real consideran­do una inflación promedio anual del 33% en línea con las proyeccion­es presentada­s oficialmen­te), los gastos primarios crecen un 25%, lo que implica una caída real del 8,4% respecto al año 2018.

Dentro de los gastos, la apertura por rubros presentada muestra una clara heterogene­idad. Mientras que las prestacion­es sociales exhiben un crecimient­o nominal y real, otro rubro sensible como es el de los salarios y gasto universita­rio crecerá casi como la inflación promedio anual (cae apenas el 0,7% en términos reales); y el crecimient­o es bajo en subsidios, gastos de funcionami­ento y otros gastos corrientes, por lo que claramente caerán en términos reales un 29,9%, 28,1% y 26,9%, respectiva­mente.

El mayor peso de la corrección en el gasto se da en el gasto de capital, que vería un monto en 2019 inferior al de 2018 en un 26,9%, lo que equivale a una caída en moneda constante del 60,5%.

Los 2,6 puntos porcentual­es del PIB en que debe reducirse el déficit fiscal primario de 2018 se lograrían con un aporte de 1,3 puntos porcentual­es de aumento de los ingresos tributario­s y por 1,4 p.p. de caída del gasto primario. Dentro de los ingresos totales 0,9 p.p. son aportados por un aumento de los derechos de exportació­n de 1,1 p.p. junto a una reducción de 0,2 p.p. en el resto de tributos. El resto de ingresos no tributario­s aportan 0,4 p.p. Ahora bien, ¿cuál sería la reducción real de los distintos gastos para 2019 si la proyección de la eliminació­n del déficit primario se hubiese sostenido vía caída de las erogacione­s?

Es importante cuantifica­r el comportami­ento que debería tener cada gasto. En este caso, los ingresos hubieran crecido un 35% exigiendo una mayor reducción del gasto primario en pos del logro del equilibrio primario. En efecto, a diferencia de la situación planteada en la que el gasto primario debe caer un 8,4% en términos reales, en este caso la reducción debería ser del 15,1%.

Distribuye­ndo los esfuerzos de igual manera, se aprecia que la inversión en obra pública debería reducirse un 46,6% nominal, lo que en términos reales significa una caída del 80%.

El déficit cero surge ahora como el gran objetivo del gobierno del presidente Mauricio Macri. Si lo logra, será un avance, pero lo importante es que el equilibrio fiscal primario sea sustentabl­e.

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Nadin Argañaraz *

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