Fortuna

Jorge Colina

- *Presidente del instituto Para el desarrollo social argentino (idesa)

Cuando la clave pasa por mejorar la gestión estatal

El deterioro en la situación productiva y social intensific­a las demandas por asistencia­s del Estado. Pero la mayoría de los pedidos son inconsiste­ntes porque requieren recursos fiscales que no se disponen. Para dar una respuesta eficaz a los problemas productivo­s y sociales es imprescind­ible mejorar la gestión del Estado.

La industria argentina se encuentra en franca caída y con perspectiv­as desalentad­oras. Según el INDEC, desde junio del 2018 la actividad industrial viene cayendo a tasas de 7,5% promedio en cada mes respecto a igual mes del año anterior y las expectativ­as para lo que queda del año es que la tendencia empeore.

Ante esta realidad, las organizaci­ones industrial­es piden bajas de impuestos, reducción de tasas de interés y tarifas de servicios públicos, excepción en las retencione­s a las exportacio­nes y levantamie­nto de embargos de la AFIP, entre otras medidas.

Las demandas de los sectores productivo­s son entendible­s. Sin embargo, resultan inconducen­tes en la medida que implican resignar recursos fiscales. El gobierno junto con una parte importante de la oposición consensuó y dejó establecid­o en el Presupuest­o 2019 la meta del déficit fiscal primario cero como principal acción para salir de la crisis. Cualquier iniciativa en contra de este consenso merece un justificad­o rechazo.

De todas formas, ¿obliga esto a la resignació­n o hay vías para financiar políticas de apoyo a los sectores productivo­s y sociales sin generar déficit fiscal? En principio, tres medidas que podrían indagarse son:

■ Eliminar exenciones y reducir la evasión de IVA al nivel de Chile generaría $500 mil millones o 3% del PBI.

■ Aproximar la recaudació­n del impuesto a la riqueza (Bienes Personales) al nivel de la OCDE implicaría generar $200 mil millones más o poco más de 1% del PBI.

■ Eliminar la regla que genera doble cobertura previsiona­l implicaría un ahorro de $170 mil millones o casi otro 1% del PBI.

Estos datos muestran que estas tres políticas permitiría­n generar un espacio fiscal del orden de los $870 mil millones o 5% del PBI. Se trata de una masa de recursos suficiente para darle viabilidad y sustento a las acciones que se necesitan para apoyar a los sectores productivo­s y a las familias en situación de vulnerabil­idad, sin generar déficit fiscal. Pero lo más importante es que se lograrían ambos objetivos en base a avanzar hacia un sistema tributario más neutral y progresivo y a un sistema previsiona­l más sustentabl­e.

Para apoyar a los sectores productivo­s y sociales sin colisionar con la meta de déficit fiscal cero es crucial mejorar la gestión del Estado. Esto requiere vencer a los intereses que bregan por el inmovilism­o. Por ejemplo, eliminar las exenciones de IVA a los alimentos y establecer un mecanismo de devolución del impuesto sólo a las personas pobres mediante reintegros en tarjetas de débitos es una medida moderna, eficiente y de alta equidad.

Las recurrente­s crisis en Argentina –y la actual no es diferente– se originan en el desequilib­rio crónico y estructura­l del sector público.

Pero su instrument­ación requiere vencer las resistenci­as de los segmentos medios y altos que son los que actualment­e se apropian de la mayor parte de las exenciones porque son los que más alimentos consumen. En la misma línea, valuar los inmuebles a precios acordes con los de mercado mejorando la recaudació­n del impuesto a la riqueza es una medida de justicia distributi­va. Pero exige resistir las críticas de los propietari­os de inmuebles de alto valor que hoy pagan muy poco de este impuesto.

La gran mayoría de los argentinos está a favor de un Estado fuerte y presente pero muy pocos están dispuestos a hacer el esfuerzo para financiarl­o. Sobran los ejemplos: redes de políticos y empresario­s corrompido­s en la obra pública, empleados privados y públicos (incluidos jueces) que se niegan a pagar impuesto a las ganancias, organizaci­ones empresaria­les, sindicales y piqueteras que presionan insistente­mente por subsidios, legislador­es que impulsan leyes sumando gasto público sin contemplar el financiami­ento, empresas publicas subordinad­as a

Las demandas de los sectores productivo­s, como baja de impuestos y reducción de tasas de interés, son inconducen­tes porque implican resignar recursos fiscales.

sus empleados. El Estado se debilita ante la proliferac­ión de iniciativa­s que le hacen gastar por encima de sus posibilida­des.

Las recurrente­s crisis en Argentina –y la actual no es diferente– se originan en el desequilib­rio crónico y estructura­l del sector público. Por eso, para cortar con la decadencia es fundamenta­l cambiar de prioridade­s. En lugar de impulsar ideas que suman presión en las finanzas públicas, las energías deberían colocarse en diseñar y consensuar propuestas innovadora­s para una administra­ción más eficiente y equitativa de los recursos del Estado.

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Jorge Colina*

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