Su majestad, el langostino
Casi el 60% de lo que Argentina exporta en materia de pesca es langostino. La tonelada puede llegar a valer u$s 10.000. La pesca, una industria con números positivos en un año difícil para casi todos. Un negocio con grandes y pequeñas empresas.
Casi el 60% de lo que Argentina exporta en materia de pes- ca es langostino. La tonelada puede llegar a u$s 10.000. Los especialistas advierten sobre el riesgo que implica enfocarte en un solo producto.
En un año como el pasado, signado por la recesión y los números en rojo de casi todos los rubros de la actividad económica, sorprende observar las cifras positivas de la industria pesquera, una especie de motor silencioso en esta Argentina que mira mucho al campo y se olvida del mar. Con 1.400.000 kilómetros cuadrados de superficie, el Mar Argentino es un verdadero cuerno de la abundancia. La pesca, que ha generado por décadas fuentes de trabajo, alimentos para el consumo interno y divisas a partir de la exportación, tiene desde hace algu-
nos años un protagonista estelar: el langostino.
Es a partir de este marisco que el sector registró al tercer trimestre del 2018 una mejora del 7,3%. Y es la razón también para que otras especies tradicionales como la merluza hayan pasado a un segundo plano. Hoy el langostino representa aproximadamente el 60% de lo que Argentina exporta en materia de pesca, teniendo como principal destino España.
Según datos de la Subsecretaría de Pesca de la Nación, en 2018 se desembarcaron 244.057 toneladas de langostino, lo que representó un 31,6% del total de la pesca desembarcada en el año. La tonelada cotiza a u$s 7.084 en promedio, pero puede escalar hasta u$s 10.000.
“La realidad es que ahora se pesca más. Hace 20 años se pescaban sólo unas 30.000 toneladas de langostino –le cuenta a Fortuna el subsecretario de Pesca de la Nación, Juan Bosch. Fuimos prohibiendo la pesca en el Golfo San Jorge, el gran criadero de la Argentina, y eso provocó que el marisco saliera a la zona de veda de la merluza. Se generaron nuevos lugares de cría, con mejores tallas”.
La abundancia del recurso en nuestro mar, y un precio de mercado imposible de desdeñar, fogonearon la actividad. Según el funcionario, esto “tuvo un impacto bastante alto en provincias como Santa Cruz, Chubut y Río Negro, que son economías fuertes. La pesca de langostino ha generado empleo direc- to, pero también indirecto, como puede ser el armado de buques, la hotelería, los astilleros, el transporte”.
Y agrega: “Hubo un importante aumento en la construcción de barcos, con record de botaduras. En 2018 se botaron 6 barcos. La industria naval lleva dos años de mejora y hay
muchos proyectos en ejecución. La realidad es que la flota de altura es muy vieja, tiene 35 años de actividad. Son 1.100 buques en total y 700 son de pesca marítima”.
LADO B. Como en toda historia, siempre hay un lado B. Por su alta rentabilidad, el langostino hoy es al mar lo que la soja al campo. Y allí es donde el Estado debería intervenir con políticas que regulen la actividad al fin de no sobreexplotar un recurso o generar daños colaterales en materia social. El equilibrio luce difícil de ser mantenido.
Tal como explica a esta revista el periodista marplatense Roberto Garrone, especializado en pesca, “el brote verde está exclusivamente dado en la abundancia del langostino. Se trata de un marisco que se pesca y se desembarca en la Patagonia. Esta abundancia ha producido un fenómeno de incorporación de nuevos barcos. Toda la pesca se sostiene por este marisco. Vamos a una sobrepesca similar a lo que generó la merluza a principios de siglo. El recurso no resiste la pesca, no es infinito”.
El experto recalca que “los barcos pasan casi medio año lejos de Mar del Plata, lo cual generó una crisis social catastrófica. En cuatro años el puerto local recibió 100 mil toneladas menos de pescado. Perdió una cuarta parte de su volumen. Eso se siente en las plantas procesadoras de tierras. Se perdieron 600 puestos de trabajo, entre fileteros, estibadores y camaristas. Mar del Plata representa el lado B de esta historia”.
“La disminución y el fracaso en la pesca de otras especies como la anchoa y la caballa se produce porque nadie las va a buscar –enfatiza-. El langostino es el Messi de la pesca nacional. Son aproximadamente 240.000 las toneladas de langostino que se declaran, aunque mucho se
“La industria naval lleva dos años de mejora y hay muchos proyectos en ejecución”. JUAN BOSCH, SUBSECRETARIO DE PESCA
tira al agua antes del desembarque”.
Bosch, el subsecretario de pesca de la Nación, confirma que priman las reglas del mercado. “Lo que ha generado el langostino es un mayor volumen de exportación a partir de los mejores precios internacionales. Pero no se descuidan las otras especies. En merluza se sigue pescando 250.000 toneladas”.
Y agrega: “Parte de la flota se ha movido hacia el sur. Ocurre que Mar del Plata es un puerto merlucero. En el mercado, a la merluza congelada le está yendo bien, pero la merluza fresca que se descarga en tierra para ser procesada está trabajando con márgenes muy ajustados. Es verdad que se perdieron plantas por cierre. Quedaron 50.000 toneladas de merluza sin pescar en 2018. Sobran porque no hay barcos para pescarlas. Ahí manda el mercado”.
En la Feliz el impacto ha dado por debajo de la línea de flotación. Las fuentes consultadas remarcan que quedan media docena de lanchas amarillas operativas, cuando hace 15 años había 80. La consecuencia en materia de desempleo fue directa.
Los cambios en las condiciones del mercado y las características propias de la pesca de altura dejaron fuera de juego a las lanchas. Como explica Bosch, “en Mar del Plata lo que han hecho es juntarse y de tres barcos, hacer uno y dedicarse al langostino. Con las lanchas amarillas hay un problema porque muchas son viejas, de la década del ’40, y no tienen un radio de cobertura porque
la pesca se ha alejado. Prefectura no los deja alejarse más allá de las 30 millas de la costa, pero la realidad es que ahora se pesca en la milla 50”.
REGULACIÓN. El negocio sigue al cardumen. “Hay que ver qué son números positivos cuando hablamos de pesca. El 61% de la exportación es langostino con bajo nivel agregado”, destaca a Fortuna el especialista en pesca, César Lerena, asesor de Fernando Pino Solanas. Y agrega: “Hoy hay grandes volúmenes de pesca, pero no hay ninguna herramienta que nos permita proyectar si el recurso se terminará o cambiará abruptamente. Puede ocurrir una catástrofe y el año que viene capturarse 5.000 toneladas”.
El experto enfatiza que “las empresas se fueron detrás del langostino y eso generó desocupación. Cuando el Estado da en concesión la captura no sólo tiene que ver el resultado final en términos de exportación, sino también hay que ponderar otras cuestiones como generar valor, ocupación, radicación industrial, ocupación marítima. No hay política pesquera desde hace muchos gobiernos atrás. Manda la rentabilidad”.
BUEN NEGOCIO. La pesca del langostino ha generado buena cantidad de dólares y agunas compañías han sabido surfear esta ola. “Newsan, la empresa de electrodomésticos, a partir de la decisión de Guillermo Moreno de tener que exportar para poder importar, se volcó al negocio pesquero. Hoy es el principal exportador, tanto que compró barcos y plantas de procesamiento. El resto de las empresas son mayormente capitales nacionales y españoles”, describe Roberto Garrone. En tierra también se cuentan billetes. “Los armadores son PyMEs y se han vuelto millonarios a partir de la renovación de la flota. Se construyen barcos más grandes, con más capacidad de almacenamiento. Todos los beneficios del langostino se notan principalmente en la Patagonia”, concluye.