Fortuna

Conocer Chile desde sus ingredient­es

- Soledad Gherardi

Boragó, del chef Rodolfo Guzmán, recupera los productos autóctonos del vecino país.

Las costumbres ancestrale­s de la comunidad mapuche vuelven a cobrar protagonis­mo en la cocina creada por Guzmán.

Creador de la “cocina endémica”, Rodolfo Guzmán recupera los productos que ofrece el territorio chileno para desarrolla­r una gastronomí­a que revaloriza la identidad local. En Boragó, el chef trabaja con técnicas ancestrale­s e ingredient­es nativos para elaborar platos que solo son posibles en su tierra.

Las corrientes migratoria­s predominan­temente europeas que arribaron a Chile convirtier­on a su gastronomí­a en un reflejo de esa influencia. Distinguid­os chefs del viejo continente hacían base en Santiago de Chile para replicar los sabores, principalm­ente franceses o italianos, que deleitaban a los comensales en la escena internacio­nal.

Sin embargo, las raíces nativas no tardarían en emerger. Fue necesaria la aparición de un personaje como Rodolfo Guzmán para encarar una búsqueda diferente, que revelara las enseñanzas de comunidade­s ancestrale­s y construyer­a una identidad propiament­e chilena.

Dese hace más de 10 años, este joven chef explora ingredient­es y técnicas propias de pueblos como el mapuche para crear platos que solo pueden ser elaborados en el territorio de su país.

Su cocina, junto a la de vecinos peruanos como Gastón Acurio, de la mano de Astrid & Gastón, y Virgilio Martínez Véliz, con Central, manifiesta un estilo ya por muchos denominado “novoandino”, reconocido por retomar las costumbres del pasado prehispáni­co, para revalori- zar ingredient­es y procedimie­ntos autóctonos.

Para sorpresa de muchos, el comienzo de la carrera profesiona­l de Guzmán estuvo muy alejado de la gastronomí­a.

Como estudiante de Ingeniería Comercial se dio cuenta de que quería dedicarse a algo que realmente lo apasionara: el esquí acuático. Fue un accidente deportivo, una lesión, el que lo dejó fuera de juego y obligó a tomar una nueva decisión sobre su futuro.

Vinculado a la cocina desde pequeño, un gusto que fue absorbido gracias a sus tías y que solía desplegar en sus ratos libres con amigos, definió que ese sería su próximo paso. Comenzó a estudiar cocina en Chile, pero partió hacia Europa cuando se dio cuenta que, en su

país, los chefs estaban muy desconecta­dos de sus equipos.

Movilizado por esa desilusión, llegó a España donde trabajó en el País Vasco al servicio de Andoni Luis Aduriz en el restaurant­e Mugaritz. Allí, asegura haber descubiert­o su interés por las técnicas de vanguardia y haber desarrolla­do el concepto de “cocina endémica”, un criterio que hace uso de los productos que entrega la tierra en cada estación, y que tiempo después sería el que implementa­ría en su Chile natal.

De regreso a su país y tras conseguir la financiaci­ón adecuada, abrió las puertas de Boragó, un representa­nte y laboratori­o donde poner en práctica sus creencias.

Cuenta la historia que los primeros seis años del establecim­iento fueron muy duros. Las críticas de revistas especializ­adas que se negaban a aceptar la propuesta no ayudaron al negocio y Boragó estuvo varias veces a punto de ser declarado en quiebra. Sin embargo, la afortunada distinción en la guía World’s Best Places, WBP Stars, como uno de los sesenta mejoras restaurant­es del mundo, es el hecho que, de acuerdo a Guzmán, salvó a su proyecto de un destino que parecía inevitable.

Desde ese momento, la reputación de Boragó no ha dejado de expandirse, hasta

posicionar­lo, este año, como el cuarto mejor restaurant­e de América Latina y el número 27 a nivel mundial según el ranking The World’s 50 Best.

A pesar de los vaivenes financiero­s, el chef y su equipo han dedicado todos estos años a profundiza­r, explorar y documentar aquellos ingredient­es que se producen únicamente en territorio chileno y cómo han sido utilizados históricam­ente por los nativos.

En un mundo globalizad­o, en el que es posible encontrar lo mismo en distintos lugares, Boragó se opone al estilo internacio­nal y pone el énfasis

en el potencial de la materia prima que ofrece el terreno que lo rodea, en un acto que destaca el valor de la unicidad local.

La primera vez que el chef chileno accedió a este tipo de conocimien­tos fue a partir de su contacto con el pueblo mapuche, al sur del país. De esta comunidad aprendió lo necesario para reconocer la variedad de especies disponible­s en la región, su época de cosecha e incorporar sus distintos usos posibles.

Estas tres variables se convirtier­on en los pilares de una cocina que hace uso de más de 750 tipos de algas, hongos, frutos silvestres, halófitas, pescado y mariscos que solo existen en los diversos ecosistema­s que habitan el territorio chileno.

“Hay cosas que son fundamenta­les para nosotros: entender quién eres, de dónde vienes y lo que tienes alrededor. En Boragó intentamos ser la continuaci­ón de esa tradición que fue cortada hace 500 años atrás cuando llegaron los españoles al territorio chileno y que supuso que la sociedad buscara lo de afuera, se avergonzar­a de lo propio.

La cocina es símbolo de la cultura, y un país, hasta que no se aprecia a sí mismo, no puede entender lo que es y mucho menos ver lo que tiene alrededor”, expresó Guzmán en una entrevista.

Sobre la Avenida Nueva Costanera, en Vitacura, una comuna al noreste de Santiago, se encuentra Boragó. En el primer piso, un comedor con escasa decoración combina paredes blancas con todos crema. En uno de los laterales de la sala, una amplia pared vidriada permite ver el movimiento de la cocina y cómo el equipo coordina para agasajar a los distintos comensales que se presentan cada noche.

En el segundo piso, un laboratori­o

En Vitacura, una comuna al noreste de Santiago de Chile, el segundo piso de Boragó aloja un laboratori­o de I+D.

de I+D trabaja durante el día para contribuir con nuevos ingredient­es y procedimie­ntos que permitan alcanzar los casi 700 platos que Boragó puede llegar a producir a lo largo de un año, gracias a la rotación de productos naturales que ofrece cada estación.

Gran parte de la materia prima es obtenida a partir de suelos no inter-

venidos y cosechados por ellos mismos o por comunidade­s recolector­as, así como por pequeños productore­s nacionales.

“En nuestra búsqueda intentamos reflejar un diálogo entre naturaleza y cocina tal como nuestros pueblos originario­s así lo proponen. Es por ello que el entorno es quien dispone nuestra mesa. El respeto a la recolecció­n de los productos provenient­es de los rincones más insólitos de Chile nos ha llevado a tener una relación muy cercana a través de los años con quienes nos abastecen y, en retribució­n, el silencio prima en nuestra cocina”, expresa Guzmán en una especie de manifiesto que desarrolla en el sitio web del restaurant­e.

Atento a los detalles, la vajilla también da visibilida­d al concepto que encarna Boragó. Los tradiciona­les platos de cerámica son frecuentem­ente reemplazad­os por bases hechas con rocas, cuencos de barro, o ramas de árboles, con los que se busca transporta­r a los invitados a un entorno natural.

Este restaurant­e no cuenta con un menú a la carta, y mucho menos fijo. Raqko y Endémica son las dos opciones disponible­s, en las que, no solo varía la cantidad de

pasos, la primera tiene 8 y la segunda 16, sino también los platos que las integran.

Este viaje gastronómi­co por suelo chileno combina bocados con una personalid­ad autóctona, fusionados con principios de la cocina contemporá­nea. Vegetales

como el trigo mote, el guillase, la quirinca, o mariscos como el piure y el picoroco, son algunos de los cientos de ingredient­es ignotos que figuran en las preparacio­nes de Guzmán.

Tradiciona­l del sur de Chile, el curanto es uno de los platos estrella del menú. Se trata de una preparació­n

tradiciona­l que consiste en enterrar capas de alimentos como mariscos, carne, chorizo, papas, verduras y otros ingredient­es y cocinarlos bajo tierra sobre piedras calientes, mientras se cubre con hojas de nalca, una planta herbácea presente en las zonas templadas del país, que permite conservar el humo en el interior.

En esta mixtura, Guzmán incorpora agua de lluvia de la Patagonia para crear un caldo que potencia los sabores del curanto y que sirve con milcao, una especie de pan de papa típico.

Ramas, cortezas y semillas comestible­s son un recurso indispensa­ble en la cocina de Guzmán. El Espino , un árbol que según el chef los mapuches han tostado y comido desde hace cientos de años, es utilizado tostado le da a la rama un aroma a café. En este plato, la carne es cocinada sobre madera de Espino y de Tepu, además de sumar elementos del Quillay y el Ulmo.

A su vez, los locos, un tipo de caracol de mar que puede encontrars­e solo en esta costa del Pacífico, es utilizado en una versión moderna del popular plato chile no “Locos con mayonesa”, solo que aquí son presentado­s en una composició­n cítrica.

En sintonía con la carga ideológica que Guzmán despliega en su cocina, el chef también se encuentra al frente de Conectáz, una herramient­a con la que pretende conectar, compartir, difundir y acercar, la cocina nativa de Chile. Se trata de un proyecto que relaciona a cocineros y biólogos, antropólog­os, arqueólogo­s, nutricioni­stas y médicos, para producir un catálogo de las diversas especies que produce el suelo chileno.

Embanderad­o en esta causa y a modo de documentac­ión de todo el conocimien­to recabado, en 2017 Guzmán editó “Boragó, coming from the south” (Venimos desde el Sur), un libro diseñado como objeto de colección que recoge 100 recetas con las que busca, no solo ser fuente de inspiració­n, sino también componer un recorrido por el mar, la montaña y el desierto chilenos, a través de los ingredient­es locales.

De esta forma, además de representa­r una transforma­ción en la gastronomí­a chilena, Rodolfo Guzmán y su Boragó promueven un estilo que construye identidad, a partir de la recuperaci­ón de las costumbres nativas y la conexión con la naturaleza.

Los ingredient­es de la cocina de Guzmán componen un recorrido por el mar, las montañas y el desierto chilenos.

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 ??  ?? Locos cítricos ● Caracol de mar ● Limón ● Mayonesa
Locos cítricos ● Caracol de mar ● Limón ● Mayonesa
 ??  ?? RODOLFO GUZMáN. El chef es el encargado de liderar Boragó, un negocio que varias veces estuvo a punto de ser declarado en quiebra.
RODOLFO GUZMáN. El chef es el encargado de liderar Boragó, un negocio que varias veces estuvo a punto de ser declarado en quiebra.
 ??  ?? Pato a la plancha ● Pato ● Hojas de ciruelo ● Cera de abejas
Pato a la plancha ● Pato ● Hojas de ciruelo ● Cera de abejas
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 ??  ?? Verdolagas al rescoldo ● Yogur ● Kefir ● Verdolaga
Verdolagas al rescoldo ● Yogur ● Kefir ● Verdolaga
 ??  ?? Nalca ● Hierba de tallo ● Frutilla blanca
Nalca ● Hierba de tallo ● Frutilla blanca
 ??  ?? Curanto y agua de lluvia de la Patagonia ● Mariscos ● Chorizo ● Papas ● Vegetales
Curanto y agua de lluvia de la Patagonia ● Mariscos ● Chorizo ● Papas ● Vegetales
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 ??  ?? Ajo chilote y huevo de gallina mapuche● Yema de huevo● Azúcar ● Puré de papa ● Ajo
Ajo chilote y huevo de gallina mapuche● Yema de huevo● Azúcar ● Puré de papa ● Ajo
 ??  ?? A LA VISTA. En la sala de Boragó, una pared vidriada permite ver lo que ocurre en la cocina y apreciar el movimiento del equipo en la preparació­n de los platos que integran los dos tipos de menú que ofrecen cada noche.
A LA VISTA. En la sala de Boragó, una pared vidriada permite ver lo que ocurre en la cocina y apreciar el movimiento del equipo en la preparació­n de los platos que integran los dos tipos de menú que ofrecen cada noche.
 ??  ?? Pieza de vaca y espino ● Rama de espino ● Bife de ternera ● Semillas comestible­s
Pieza de vaca y espino ● Rama de espino ● Bife de ternera ● Semillas comestible­s
 ??  ?? Ternera y su leche ● Ternera ● Leche ● Hoja de alfalfa
Ternera y su leche ● Ternera ● Leche ● Hoja de alfalfa
 ??  ?? Congrio frito● Anguila ● Cenizas● Caldo de machas
Congrio frito● Anguila ● Cenizas● Caldo de machas

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