FRONTERAS POROSAS
La extensión del mar argentino y la escasez de recursos en materia de seguridad han hecho que la custodia de los recursos pesqueros se haya vuelto una tarea ardua. Aquí también las opiniones son disímiles: el gobierno afirma que hace todo para cuidar la riqueza ictícola, y la oposición enfatiza que el resultado es magro. Ambas cosas son ciertas.
“No somos un colador. Se trabaja mucho a través del Consejo Federal de Pesca, y junto con Prefectura y la Armada en la milla 200. Se están incorporando nuevas lanchas de patrullaje para cuidar mejor los recursos del mar”, señala Juan Bosch.
Es verdad que Argentina ha avanzado en la compra de tres buques patrulleros clase Gowind a Francia. Será esta la primera adquisición de barcos de gran tonelaje para la Armada en tres décadas. El esfuerzo vale, pero parece poco frente a lo que hace, por ejemplo, Brasil, que ya botó el primero de cinco submarinos
destinados a la custodia de sus recursos marítimos.
César Lerena argumenta, en cambio, que “no hay ningún esquema de seguridad para prevenir la depredación o la pesca ilegal. Tenemos problemas por las licencias pesqueras que otorga Gran Bretaña en Malvinas. A eso se agregan los que pescan sin ninguna licencia. Se llevan cada año 800.000 toneladas que extraen del mar argentino, lo mismo que desembarca la Argentina. Es una depredación absoluta y la Armada tiene pocos elementos para custodiar esta riqueza”.
La custodia del recurso pesquero no sólo tiene un flanco policial, sino que tam- bién hay otro menos visible que es el control fiscal. Como señala Bosch, “el primer objetivo planteado fue generar transparencia en el sector. Los primeros tres años trabajamos en la fiscalización. Era importante tener datos reales de lo que se pescaba y hoy la actividad está mejor regulada”.