Rosendo Fraga
La cultura peronista domina la política
La política argentina muestra la notable vigencia del peronismo, que domina desde el centroizquierda al centroderecha. Desde que surgió el Peronismo, hace 75 años, varias veces se lo ha dado por muerto y siempre ha resurgido, confirmando que es la fuerza dominante. Poco tiempo atrás, el Jefe de Gabinete (Marcos Peña) decía: “Hemos demostrado que se puede gobernar sin el peronismo”.
Ahora, la elección de Miguel Ángel Pichetto como compañero de fórmula de Mauricio Macri fue festejada por los mercados por considerar que aportaba “gobernabilidad” a la gestión de Cambiemos. Pero la elección del senador justicialista como candidato a vicepresidente también apuntó a captar voto peronista anti K —él, concretamente, convocó a menemistas y duhaldistas—, como pueden ser los de Sergio Massa que no lo acompañen con su apoyo a la fórmula FernándezFernández.
Pero al día siguiente, se presentó la fórmula Lavagna-Urtubey, que apunta recrear las posibilidades del “tercer espacio” y a captar también el voto peronista anti K. Por otro lado, la fórmula que presentan en la provincia de Buenos Aires, podría favorecer a Vidal porque puede dividir el voto peronista bonaerense en un distrito donde no hay segunda vuelta.
Es así como cinco de los seis integrantes de las tres principales fórmulas presidenciales, de acuerdo a la intención de voto, son peronistas. La significación de la revitalización de la “cultura política
peronista” la dio el mismo PRO, cuando el viernes 14 de junio dirigentes de origen peronista de este partido recibieron a Pichetto con un almuerzo, en el cual hasta cantaron la marcha peronista. Estaban el Ministro del Interior, el Vicejefe de Gobierno porteño, el Ministro de Seguridad de la provincia de Buenos Aires, el Presidente de la Cámara de Diputados, el Presidente del bloque de diputados nacionales, el Vicepresidente del Banco Ciudad, etcétera.
Mientras el gobierno sostiene que se ha vuelto a recuperar en los sondeos, los resultados de las elecciones provinciales muestran lo contrario, aunque no puedan extrapolarse al ámbito nacional. En Santa Fe, comparado con la elección de Gobernador de 2015, Cambiemos perdió 12 puntos y además la intendencia de la capital provincial, que el radicalismo gobernaba desde hace décadas. La suma de votos de las fuerzas que apoyan a la fórmula Fernández-Fernández y Lavagna-Urtubey (Los socialistas hasta ahora la sostienen) sumaron casi 80%. Pero en Santa Fe se vuelve a confirmar la importancia creciente del voto a la derecha de Macri. Un partido anti aborto, liderado por una conductora y ex modelo (Granata) quedó tercero para legisladores provinciales, desplazando a Cambiemos al cuarto lugar y logrando 6 legisladores provinciales contra sólo 2 del oficialismo nacional. En San Luis, cuatro años atrás el peronismo ganó con el 56% de los votos y ahora suma 63% aunque dividido por el enfrentamiento entre los hermanos
Cinco de los seis integrantes de las tres principales fórmulas presidenciales son peronistas. Incluso, dirigentes de origen peronista del PRO almorzaron y hasta cantaron la marchita.
Rodríguez Saa. En Formosa, el gobernador Insfrán —que apoya la fórmula FernándezFernández— ganó por cuarta vez consecutiva, con más del 70%. En Tierra del Fuego, el primero (el intendente de Río Grande, Melella) y el segundo (la gobernadora Bertone), que apoyan a la fórmula Fernández-Fernández, sumaron más del 90% de los votos y Cambiemos cayó del 30 al 4% de los votos.
Si bien en 12 de las 14 elecciones de gobernador ganó el oficialismo provincial, el problema de Cambiemos es que está perdiendo varias capitales de provincia, como Córdoba, Santa Fe, Paraná y Santa Rosa, viéndose afectado el voto urbano que controlaba.
La primera gestión de Pichetto fue lograr el apoyo de los gobernadores de Neuquén y Río Negro, ambos de partidos provinciales. Se inclinaron por ir con “boleta corta”, es decir llevando sólo candidatos a legisladores nacionales, sin fórmula presidencial.
Los jefes territoriales que van con “boleta corta” dejan en libertad de acción a sus votantes y ello favorece, en términos relativos, al oficialismo nacional. La Casa Rosada tiene el apoyo para su fórmula de los cinco distritos que gobierna: Buenos Aires, Ciudad de Buenos Aires, Mendoza, Corrientes y Jujuy. Aunque son sólo 5 de 24 distritos, representan más de la mitad del padrón electoral nacional.
La decisión de Pichetto afectó, lógicamente, al bloque de senadores con el cual Cambiemos acordó las leyes claves durante su gestión de gobierno. Dicho bloque tiene 22 senadores sobre un universo de 41 de origen peronista, incluyendo sus aliados. De los 19 que no integran el Bloque que lidera Pichetto, 9 integran el bloque K.
La mayoría de los senadores que integraban el llamado Bloque Federal han manifestado su decisión de pasar a trabajar con los demás sectores del peronismo en la Cámara Alta, pero con matices. Una posibilidad es unificar los diferentes bloques de senadores peronistas a través de un interbloque aunque manteniendo una relativa autonomía.
Pichetto ha perdido así la estructura de poder que había montado en el Senado y ahora puede surgir un nuevo bloque —que puede ser el más grande— que apoye la fórmula FernándezFernández. Senadores peronistas reclamaron que el candidato a vicepresidente de Cambiemos renunciara al lugar que ocupa en el Consejo de la Magistratura en representación de la oposición, algo que Pichetto terminó haciendo.
Es así como la elección del senador peronista rionegrino como candidato a vicepresidente de Macri no ha implicado sumar gobernadores, aunque sí le ha permitido al oficialismo retomar la iniciativa política, tras un mes en el cual la tuvo Cristina Kirchner. Y sumar dirigentes peronistas en varios distritos, por ejemplo en la estratégica provincia de Buenos Aires.
La ex presidente, por su parte, sigue presentando su libro en algunos lugares del interior. Por ejemplo, lo hizo en Rosario el 20 de junio —Día de la Bandera— mientras Alberto Fernández y Sergio Massa comenzaban a organizar actos proselitistas en conjunto.
La primera gestión de Pichetto fue lograr el apoyo de los gobernadores de Neuquén y Río Negro, de partidos provinciales, que decidieron ir con “boleta corta”.