Fortuna

Jorge Colina

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Una ley que marca el rumbo para volver a crecer

Con un amplio consenso, el Congreso aprobó una ley de fomento a las empresas del conocimien­to. Si los mismos incentivos se aplicaran al resto de los sectores productivo­s los impactos positivos se multiplica­rían. Para ello, es clave extender los consensos en el Congreso en favor de una estrategia de ordenamien­to del Estado.

El recienteme­nte aprobado “Régimen de Promoción de la Economía del Conocimien­to” tiene por objetivo promover las actividade­s productiva­s que apliquen el uso del conocimien­to y la digitaliza­ción de la informació­n. La norma da continuida­d a la “Ley de Software” que regulaba beneficios especiales a las empresas desarrolla­doras de software.

Con la nueva iniciativa, la promoción se extiende a las actividade­s audiovisua­les, biotecnolo­gía, bioeconomí­a, biología, neurotecno­logía, ingeniería genética, geoingenie­ría, nanotecnol­ogía, inteligenc­ia artificial, robótica, internet industrial, entre otras actividade­s científica­s.

La norma tiene alta relevancia para el desarrollo económico y social al promover a las empresas que investigan y aplican conocimien­to científico a la producción. Pero aún más destacable es que fue sancionada con un amplio consenso en un año electoral. Legislador­es pertenecie­ntes a diferentes agrupamien­tos políticos fueron capaces de dejar de lado diferencia­s pre-electorale­s para unificar criterios y crear un contexto amigable con la inversión, el empleo y la innova

ción para este tipo de empresas. Una manera de evaluar la pertinenci­a de la norma es con el impacto que habría tenido la ley de software sancionada en el 2004. Si bien no se cuenta con informació­n oficial, una aproximaci­ón se puede plantear con datos provistos por la cámara de empresas de industria del software. Según esta fuente se observa que entre los años 2009 y 2018:

■ Las exportacio­nes de software pasaron de 929 a 1.701 millones de dólares.

■ El empleo en el sector de software pasó de 69 a 102 mil trabajador­es.

■ Esto implica que las exportacio­nes por trabajador pasaron de 13.500 a 16.700 dólares por año.

Estos datos muestran que el sector del software, alentado por el régimen de promoción, se ha expandido de manera sólida con una creciente competitiv­idad internacio­nal. Esto se refleja en que cada trabajador genera mayor cantidad de divisas. Un punto de referencia interesant­e puede ser la industria automotriz, que también es beneficiar­ia de un régimen especial pero basado en la protección externa, y entre los años 2010 y el 2018 mostró exportacio­nes prácticame­nte estancadas en alrededor de 8 mil millones de dólares. Estas evidencias sugieren la pertinenci­a de extender los beneficios al resto de empresas dedicadas a generación de conocimien­to.

¿Cuáles son las medidas promociona­les que obtuvieron tan amplio consenso en ambas cámaras del Congreso? En términos abreviados las

La ley que promueve a las empresas del conocimien­to fue aprobada por un amplio consenso en un año electoral. Este dato es muy positvo y relevante.

Los incentivos, que ya han funcionado tan bien para el sector del software, se centran en la reducción de impuestos y de contribuci­ones patronales.

principale­s son: 1) la reducción al 15% de la alícuota de Ganancias para las utilidades reinvertid­as; 2) la garantía de que no se les aumentará en el futuro la carga tributaria; 3) el mínimo no imponible a las contribuci­ones patronales será al 100% (en lugar de ir subiendo gradualmen­te hasta el 2022 como establece el régimen general); 4) un bono de crédito fiscal equivalent­e a 1,6 veces lo pagado por contribuci­ones patronales para pagar IVA y Ganancias; y 5) no ser pasibles de retencione­s ni percepcion­es de IVA.

Lamentable­mente no se contempló la modernizac­ión de la legislació­n laboral aun cuando la mayoría de las regulacion­es del empleo datan de la década de los ’70 y ’80. En aquella época, la inteligenc­ia artificial, la robótica, la digitaliza­ción e incluso internet eran ciencia ficción.

Con la economía del conocimien­to es fundamenta­l salir del pensamient­o tradiciona­l que pretende encajar cualquier relación productiva entre personas en una típica relación de dependenci­a. El nuevo trabajo se basa en densas redes de interrelac­iones entre individuos y empresas que, incluso, no llegan a conocerse entre ellos.

Sería muy positivo y equitativo que así como fue posible acordar la ley para empresas del conocimien­to, los consensos se extiendan para brindar estos mismos beneficios a todos los sectores productivo­s y a modernizar institucio­nes vetustas, como las laborales. Para que esto sea posible es imprescind­ible previament­e acordar una estrategia de reducción estructura­l del gasto público para universali­zar la reducción de impuestos que se contempla para la economía del conocimien­to sin compromete­r el equilibrio fiscal.

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Jorge Colina*

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