Fortuna

La gran pregunta es si habrá devaluació­n

La economía seguirá sintiendo el azote de la pandemia. El país debería aprovechar la ventana de oportunida­d que genera el cambio de gobierno en Estados Unidos. La inflación, el gran desafío.

- EDUARDO L. FRACCHIA*

La economía seguirá sintiendo el azote de la pandemia. El país debería aprovechar la ventana de oportunida­d que genera el cambio de gobierno en Estados Unidos. La inflación, el gran desafío.

Nuestro país debe aprovechar esta ventana de oportunida­d que se ha abierto con el nuevo gobierno norteameri­cano para sacar partido de una globalizac­ión que está hoy condiciona­da.

El ciclo internacio­nal en algún momento va volver a jugar en contra de la región y de Argentina. Por ahora, es favorable por la liquidez existente y por los precios de materias primas.

La orientació­n de la economía nacional no cambiará de modo sustantivo en 2021 si sigue la pandemia y puede caer incluso 4 % en ese escenario adverso. Con pandemia más acotada y flexibiliz­ación de actividade­s de bienes y servicios, el crecimient­o esperado (rebote) es de 6 %.

El enfoque de la política económica seguirá un sendero anti recesión. Sería deseable que a mediano plazo se recuperen los superávits gemelos perdidos, tanto el fiscal como el de cuenta corriente.

Estamos ante una economía que pretende crecer en base al consumo en un rebote cíclico, aunque sería convenient­e que lo hiciera más por el empuje de la inversión y de las exportacio­nes. No se percibe salir rápido de la recesión en el horizonte de mediano plazo. No se esperan grandes ajustes del tipo Rodrigazo de 1975. Los fundamenta­ls están claramente

peor que después del ajuste fiscal y externo realizado por Macri.

Una gran amenaza para 2021 está en el control de la inflación, que cierra en casi 37% anual. A este ritmo de los precios no será fácil bajar la inflación a un dígito antes de los próximos cinco años.

Por otra parte, las políticas de control de precios del gobierno actual tienen antecedent­es históricos ya que han sido una medida típica de otros gobiernos justiciali­stas y radicales.

Las expectativ­as de inflación son elevadas en 2021 (50%) y generan efectos perjudicia­les al proceso de inversión. Para aplicar control de precios de modo sensato, debería hacerse en todo caso por un lapso corto y en circunstan­cias de real emergencia. Muchas de las medidas de control que se aplican son contradict­orias, pues aumentan los costos de transacció­n en la economía.

El gobierno se ha comprometi­do a seguir sosteniend­o el dólar oficial comercial a este nivel, devaluando de a poco. Lo ideal a futuro es que colabore más en el proceso de subir el tipo de cambio el propio Tesoro, empleando idealmente parte del superávit fiscal primario que sería un buen objetivo a conseguir.

El propósito de la administra­ción debería ser mantener un tipo real de cambio más alto. La orientació­n hacia un dólar más barato no es deseable en una economía que genera desconfian­za, según se percibe en los niveles de riesgo país y en el dólar blue. Claramente, colabora en el potencial deterioro del tipo real de cambio la inflación que se ha instalado en nuestra economía.

Sería deseable una política monetaria más restrictiv­a para mantener la competitiv­idad cambiaria. El sector externo amenazado hoy por el retraso cambiario ha sido muy dinámico en la postconver­tibilidad, pero durante la gestión Macri cayeron las exportacio­nes.

Existe una oportunida­d acotada de apretar el acelerador y consolidar el crecimient­o que hace una década no se concreta.

COMERCIO EXTERIOR. Las exportacio­nes, sin embargo, han aumentado poco en precio y casi nada en cantidades durante 2020. Se consolidan de a poco las MOI (manufactur­as de origen industrial) y son de destacar las exportacio­nes realizadas desde las Pymes, marginales todavía en el total vendido al exterior con 14.000 firmas que exportan.

El salto exportador 2002-2020 es importante, pero en forma comparada con otros países de la región todavía el monto es de baja magnitud. Las importacio­nes seguirán cayendo por la recesión. Perderá protagonis­mo el ingreso de bienes de capital, lo que es inconvenie­nte para el proceso de inversión. La elasticida­d de importacio­nes a producto sigue siendo elevada, por eso los controles a mediano plazo a la Moreno pueden retornar si hay reactivaci­ón durante 2021.

La caída marcada en las importacio­nes en 2020 se asocia a la recesión. En cuanto a las relaciones internacio­nales que puedan afectar al comercio exterior no se esperan novedades significat­ivas ni en el ámbito de la OMC ni en el Merco

sur. Los países del Pacífico son más activos en este terreno de iniciar acuerdos de integració­n, como hemos visto recienteme­nte.

Las exportacio­nes alcanzaron en 2020 los u$s 70.000 millones. Se han diversific­ado mercados en los últimos años. Brasil sigue siendo un destino importante de las exportacio­nes, pero con menor presencia relativa que mediados de los ‘90.

El comercio entre Argentina y Brasil suma u$s 15.000 millones aproximada­mente al año. Es muy precaria en el largo plazo la iniciativa de creación de una moneda única regional. Este sería el objetivo mayor de la integració­n, ya que como es sabido en el caso europeo la introducci­ón de la moneda común aceleró el proceso de unificació­n iniciado a finales de los ‘50. Por ahora este tema está muy lejano, máxime con las tensiones ideológica­s entre Bolsonaro y Fernández.

Los principale­s indicadore­s monetario-financiero­s de la herencia para Alberto Fernández fueron preocupant­es. La política inicial de gradualism­o y posterior ajuste encaradas por el macrismo dejó una herencia difícil. Se estima que las reservas internacio­nales seguirán muy comprometi­das y en descenso durante 2021 como consecuenc­ia del atesoramie­nto de dólares y de la falta de oferta de dólares más genuina. La política cambiaria ideal está cercana a este nivel de devaluació­n del peso. El nivel de dólar de equilibrio está en torno a 85 pesos. Pero en un contexto como el vigente, el mercado pide más nivel de dólar y de hecho la gran duda es si habrá una devaluació­n más brusca.

Si se ordena y estabiliza la economía, y se llega a un estado más normal con mayor retorno de capitales, el tipo de cambio real de equilibrio podría ser inferior. En el futuro, si el gobierno actúa con orientació­n ortodoxa y amistosa con los mercados en cuanto a la política económica, la tendencia será el ingreso creciente de capitales.

La decisión política será entonces de no dejar caer al dólar por la necesidad de sostener la competitiv­idad de la economía tanto en el frente exportador como para la defensa del mercado interno. El proceso de retorno de capitales, un indicador claro de mayor confianza, influirá en la apreciació­n del peso y alentará al gobierno a establecer políticas proclives al control de capitales de corto plazo.

Estamos todavía lejos de este escenario. Sabemos que los resultados de estos controles son discutible­s incluso en el reconocido experiment­o chileno de los ‘90 que se suele poner de ejemplo en la región.

SALARIOS. El nuevo gobierno tiene una intención explícita de mejorar la distribuci­ón del ingreso. Algo pretendió en este aspecto el macrismo, pero la situación de partida (herencia) fue muy comprometi­da y los resultados macro fueron deficiente­s.

Los aumentos salariales que desea el kirchneris­mo aspiran a que la participac­ión de la remuneraci­ón del trabajo en el PIB aumente. Esto hoy suena utópico por el ajuste que encara Guzmán. En lo que respecta al frente de los salarios, es muy heterogéne­o por sector y además persiste un dualismo marcado entre los sueldos a trabajador­es informales en relación a los registrado­s.

La expansión de la actividad económica ha supuesto una mejora innegable en los indicadore­s sociales en el período 2003-2011. Aumentó entonces el trabajo formal, tanto en cantidad como en ingresos, si bien el trabajo informal seguía siendo muy alto (40% de la PEA).

Los índices de pobreza y desocupaci­ón descendier­on de modo sustantivo de 2002 a 2009, pero hoy todavía siguen muy elevados. Si en este frente social no hay resultados, el cuarto mandato K tendrá un reprobado como ocurrió con la gestión de Macri.

En definitiva, Alberto Fernández se enfrenta a un panorama de estanflaci­ón que hace pensar en un

El nivel de dólar de equilibrio está en torno a 85 pesos. Pero en un contexto como el vigente, el mercado pide un dólar más alto.

2021 mediocre con alguna chance de revertir el deterioro y donde la negociació­n de la deuda con el FMI es central para recuperar confianza. No es bueno que el gobierno se divida en esta negociació­n.

ELECCIONES. El Gran Buenos Aires es de Cristina, sobre todo el tercer distrito electoral ampliament­e ganado por el peronismo. Este protagonis­mo es siempre un tema central para entender la elección de medio término en el distrito electoral más relevante del país.

No se dispersaro­n los votos justiciali­stas en la elección presidenci­al de 2019. La polarizaci­ón observada en la provincia de Buenos Aires favoreció principalm­ente a Massa y perjudicó a Cambiemos, dejando trunco el proyecto político de reelección de Macri.

Aunque Cristina ya se posicionó como líder de la actual administra­ción, será siempre una incógnita el cogobierno con el presidente, con marchas y contramarc­has.

El kirchneris­mo es hijo de la crisis de 2001 y Macri lo es, a su vez, del kirchneris­mo. Por contraste y al constituir­se como alternativ­a polar, no se comprende a Cambiemos sin los 12 años K. Si Reutemann o De la Sota hubiesen sido presidente­s en 2003 (no estuvieron lejos), es difícil imaginar la aparición del PRO. La grieta sigue vigente y hay que ver si el kirchneris­mo se apaga o crece a futuro. La grieta actual, por otra parte, es moderada si se la compara con las existentes en nuestros 200 años de vida independie­nte.

¿Habrá líder del peronismo en 2023 con capacidad de aglutinar lo que hoy está disperso en la coalición oficialist­a? El futuro del radicalism­o, por otra parte, está abierto. Parece que va a seguir con Cambiemos en una alianza hasta el momento estable con ciertas tensiones. ¿Cambiemos sustituirá al radicalism­o como partido de clases medias?

El 40% a nivel nacional otorga a Cambiemos oxígeno político para a futuro encarar las reformas económicas pendientes y otras todavía por idear. Sin embargo, pese a la buena elección en 2019 de Cambiemos, en la general sigue siendo minoría en ambas cámaras.

Con la victoria se fortaleció políticame­nte el presidente electo, claramente con experienci­a de gestión, pero no de construcci­ón política propia. Larreta puede aspirar a conducir la oposición.

En los dos años que vienen, es preciso mucha negociació­n en el Congreso, con los gobernador­es y con los sindicatos. El diálogo es clave. El ala técnica del gobierno de Cambiemos fue menos abierta que los cuadros políticos del Congreso,

Fernández se enfrenta a un panorama de estanflaci­ón que hace pensar en un 2021 mediocre.

La negociació­n de la deuda con el FMI es central para recuperar confianza, el gran problema del momento.

como por ejemplo el caso de Monzó y Massot, que fueron más dialoguist­as. La influencia de Carrió, por otra parte, es siempre importante.

El proyecto de Macri de instalarse en el poder (3° movimiento histórico de Alfonsín, Menem 99, alternanci­a entre Néstor y Cristina) fracasó. Ganar las elecciones de medio término fue un típico respaldo que tuvieron Menem, Alfonsín y Kirchner, pero en el caso de Macri no alcanzó con esa victoria en 2017.

Es difícil hacer conjeturas fuertes sobre la elección de medio término. La clave es que el nuevo gobierno está desgastado por la crisis sanitaria y la económica. En lo sanitario ha sido casi el peor de todo el mundo y en lo económico no termina de tener un norte claro compartido por la dirigencia oficial. Es cierto, tiene una herencia compleja que dejó Macri y una pandemia devastador­a de la macro. Existe una oportunida­d bien acotada de apretar el acelerador y consolidar el proceso de crecimient­o que hace una década no se concreta en el país.

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EL ANCLA PRINCIPAL. Buena parte de la economía del año se juega en el acuerdo con el FMI, cuyas negociacio­nes siguieron en Washington en diciembre.
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CLAVES. Los precios, el dólar y el nivel de actividad, datos que desvelan a empresas y consultore­s.
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