Una revolución con motor eléctrico
La marca alemana demuestra que los motores eléctricos también pueden estar presentes en un vehículo de lujo y con todas las prestaciones. Diseño único, calidad irrefutable y velocidad.
El Porsche Taycan, de la marca alemana, demuestra que los motores eléctricos también pueden estar presentes en un vehículo de lujo y con todas las prestaciones.
Una revolución implica un cambio radical. Si bien el automóvil eléctrico ya no es algo desconocido, que una marca de deportivos como Porsche se atreva a presentar un modelo de alta performance sin quemar un gramo de combustible implica un cambio de base en la forma de concebir lo que un vehículo de este tipo significa.
Así nació el Porsche Taycan, que propone un desafío contra los prejuicios y también contra el propio desconocimiento. Las cifras de aceleración alcanzan los 100 km/h en poco más de 2 segundos y medio, y las recomendaciones con el acelerador hacen que los primeros metros transcurran como si uno manejara por primera vez. El período de adaptación dura sólo esos metros; basta tantear el acelerador para que inmediatamente nos sintamos parte de la máquina.
El Taycan tiene una trompa masiva, baja y muy ancha que recuerda más a un auto de Le Mans que a uno de calle. El diseño de las ópticas full led es de cuatro puntos y tiene un sorprendente poder lumínico.
Cuenta con un lateral dinámico de trompa lanzada y suave caída de techo que se emparenta de alguna manera con el Panamera, pero en un envase de tamaño más práctico que termina en una parte trasera musculosa donde llama la atención el emblema de “Turbo S”.
Al subir al Taycan, lo primero que se percibe es tecnología, pantallas y calidad. Se nota el esmero en cada encastre, la calidad en cada componente y la definición de las pantallas. A excepción del cronómetro en el centro de la plancha, todo es digital. El tablero de instrumentos es una pantalla curva configurable de 16,8 pulgadas con mandos touch, luego sigue la pantalla de funciones principales y, más a la derecha, frente al acompañante, otra para informaciones secundarias. En la consola cen
tral desciende otra pantalla donde se ubican los comandos de operación táctil: no hay botones físicos.
El espacio para las piernas no es lo más amplio, pero nadie tendrá problemas para ubicarse cómodamente. Tanto las butacas delanteras como los asientos traseros son extremadamente cómodos. La del conductor debería bajar bastante más, pero ambas pueden moverse de serie en 14 direcciones y, opcionalmente, en 18, además de poder ser refrigeradas o calefactadas. El volante multifunción también es calefactable.
Silencio. Es muy extraño presionar el botón de encendido (por supuesto, instalado en el lado izquierdo) y no escuchar el rugido del motor bóxer. Lo único que se percibe es un sonido digital al tiempo que se encienden algunas luces. Un pequeño comando sobre la plancha a la derecha del volante permite seleccionar el movimiento hacia adelante o hacia atrás.
El torque máximo es de 107 kgm y la potencia llega a 761 CV, mientras que en modo normal la potencia es de 625 CV. En 9,6 segundos se llega a los 200 km/h,y cubre los 400 metros en menos de 11 segundos. La velocidad máxima está limitada a 260 km/h.
Hay que mencionar que cuenta con un cargador en el baúl delantero para enchufar directamente a la corriente hogareña que, por supuesto, ofrece una carga lenta que puede llevar alrededor de 9 horas. La marca ofrece múltiples opciones de carga hogareña que comprenden la instalación de un wall box mucho más potente que el cargador portátil. La batería al ciento por ciento puede llegar a entregar alrededor de 400 kilómetros de autonomía.
La experiencia deportivo-eléctrica es positiva. Un auto con prestaciones de primer nivel, tecnología de punta y óptima eficiencia. Es de simple mantenimiento, confiable, de una economía operativa, cero emisiones y una performance sorprendente.
El precio en Estados Unidos para el Turbo S arranca en los u$s 185.000, mientras que en la Argentina tiene un precio de lista de u$s 559.000.