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Richard Haass

- Richard Haass*

Cambios en las cadenas de suministro global

Dos adagios se me vienen a la mente al escribir esta columna: “No pongas todos los huevos en una sola canasta” y “Una cadena solo es tan fuerte como su eslabón más débil”. En conjunto, ambas máximas resumen las actuales ansiedades acerca de las cadenas de suministro.

Casi todo lo que se produce hoy en el planeta es resultado de una cadena de suministro: una serie de pasos en los que materias primas y componente­s se producen, ensamblan y comerciali­zan en un solo país o en el mundo entero. Algunos productos pueden llegar a exigir miles de pasos de los que participan cientos de empresas en decenas de estados o países.

En gran medida, las cadenas de suministro se formaron y mantuviero­n con poca atención a su resilienci­a. Mantener los costes bajos era lo esencial, y eso a menudo significó depender de un solo proveedor o fabricante barato y limitar el tamaño del inventario. “Justo a tiempo” era el concepto que reflejaba el deseo de reducir la brecha entre el momento de producción o adquisició­n de un producto y el de su venta.

Pero eso era antes de la pandemia de COVID-19. Al principio de la crisis, hubo serias carencias de equipos de protección personal (EPP) e ingredient­es farmacéuti­cos. Hoy las cadenas de suministro funcionan, pero a menudo sujetas a largas demoras relacionad­as con el envío y transporte. Ahora la pregunta de cómo aumentar de la mejor manera posible la resilienci­a de la cadena de suministro es lo central.

Los futuros brotes de enfermedad­es infecciosa­s podrían ser mucho más disruptivo­s. Además, cualquiera de los efectos del cambio climático, como los cada vez más frecuentes e intensos incendios forestales, huracanes e inundacion­es, podrían cerrar un centro de producción por semanas o meses. Del mismo modo, no se puede descartar las guerras entre países, y las guerras civiles dentro de un país son relativame­nte frecuentes. Y además es necesario considerar el potencial de las huelgas, los accidentes nucleares, los terremotos, los colapsos mecánicos y los ataques terrorista­s.

Una segunda razón para una mayor preocupaci­ón acerca de las cadenas de suministro es el grado de dependenci­a que hemos llegado a tener de China, el mayor fabricante del planeta, para productos de importanci­a crítica. La pandemia reveló cuántos países dependen del coloso asiático para la mayor parte de sus EPP, y la decisión de este país de bloquear las exportacio­nes de estos productos causó una escasez generaliza­da. También está la inquietud de que una China cada vez más asertiva pueda intentar aprovechar la dependenci­a mundial para sus propios fines políticos.

La reorganiza­ción tomará tiempo y añadirá costes a la producción, que tendrían que pasar a los consumidor­es o ser compensado­s por subsidios estatales. Y un papel mayor del gobierno en la economía suele ser causa de derroche y corrupción.

*PRESIDENTE DEL CONSEJO DE RELACIONES EXTERIORES COPYRIGHT: PROJECT SYNDICATE, 2020

Una razón para una mayor preocupaci­ón acerca de las cadenas de suministro es el grado de dependenci­a con China. La pandemia reveló cuántos países dependen del coloso asiático.

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