“TENDREMOS SIETE AÑOS DE CRECIMIENTO”
Referente del sector textil, el empresario Teddy Karagozian es una voz que hay que escuchar para conocer la realidad del rubro. Como sus pares, chapalea en esta crisis, pero sigue invirtiendo, convencido de que se avecinan tiempos mejores.
FORTUNA: ¿Por qué son tan optimistas en el sector?
KARAGOZIAN: Hemos tenido un año que en realidad es mixto. Son dos cosas distintas. Una lo que podría haber hecho el Gobierno y lo que sucedió con el Covid. Veníamos muy bien hasta marzo. Desde que ganó el Gobierno, cambió la tendencia y eso se nota. En marzo tuvimos el parate y luego pasamos al 50% de cheques rechazados, un desastre.
FORTUNA: ¿Se advierte la reactivación?
KARAGOZIAN: A partir de abril y mayo empezamos. En junio y julio fuimos levantando con volúmenes más chicos. Pasamos de no saber si sobrevivíamos un año más a ver qué inversiones hacemos. Es un cambio importante. El prospecto de 2021 va de bueno a muy bueno y la explicación que doy es que siempre que la Argentina comprende que para salir de la pobreza hay que trabajar, y esto requiere poner las fábricas en marcha, la industria textil está para apoyar. Sucedió en 2002 y 2003.
FORTUNA: De allí que haya crecido la inversión.
KARAGOZIAN: Nosotros estamos invirtiendo como nunca antes y los clientes nuestros también, mucho. Eso es importante.
FORTUNA: Persiste el reclamo por
la carga impositiva. ¿Cuál es el panorama?
KARAGOZIAN: Quizás sea bueno distinguir qué significa ser empresario. Algunos compran y venden acciones, otros compran y venden empresas, y están otros como la gran mayoría que llevan el día a día de las empresas. Son multigeneracionales, trabajan el hijo, el padre, son empresas familiares. Arcor sería una de estas. Hay otro grado de compromiso. Para los que lo tienen, y no han quedado muy débiles financiera y psicológicamente, vienen tiempos interesantes. El mundo está cambiando y la producción y empresas locales están
siendo revalorizadas. En ese mundo la Argentina tiene posibilidades infinitas, tiene materias primas, energía y la gente. Se pueden abrir nuevas oportunidades. Habiendo dicho esto, el Congreso hace todo lo posible para que esas oportunidades se diluyan con impuestos y restricciones. Atentan contra el crecimiento de las empresas, que significa el crecimiento de la población en general con mayor empleo. La doble indemnización dificulta que este aumento de la actividad se vea reflejado en mayor empleo. Hay una lucha de perspectivas de nuevas posibilidades de negocios que se enfrentan con nuevos impuestos y regulaciones. Son dos mundos enfrentados. El mundo político no entiende que los impuestos aumentan la pobreza, y los empresarios que queremos invertir.
FORTUNA: En la última ProTextil 2020 quedó en claro que el sector depende de las políticas de aliento al consumo y protección que implemente el Gobierno. ¿Eso es una fragilidad?
KARAGOZIAN: Desde el Ministerio de Industria y el Ejecutivo, esas fuerzas hacen más y mejor la producción. Lo que nos sucede, al empresario medio de la Argentina, es que las cosas que hace el Ejecutivo son modificadas por el Legislativo.
FORTUNA: La Argentina necesita dólares. ¿El sector textil está en condiciones de exportar?
KARAGOZIAN: La Argentina tendría un montón de posibilidades para exportar si no fuera que el consumidor argentino, que es el trabajador, le cuesta al empresario el doble de lo que recibe. Y con la plata que cobra, compra mitad impuestos y mitad productos. Eso hace caro emplear a un argentino para producir para la exportación. Mientras ese sistema exista no podremos exportar valor agregado de ningún tipo. Una vez que eso se comprenda, Argentina podría exportar cualquier producto.
FORTUNA: ¿Cómo proyecta que será 2021?
KARAGOZIAN: Veo que en la industria habrá no menos de cuatro y hasta siete años de crecimiento continuo, con alguna baja temporaria. Por eso hay que poner toda la carne en el asador ahora. Justamente estoy tratando la apertura de una nueva fábrica de 16.000 metros cuadrados en Monte Caseros, Corrientes, que generará 500 nuevos puestos de trabajo en una ciudad chica. Hay una tradición textil muy fuerte en esa provincia.
en el tiempo, una reforma del convenio laboral. Otros rubros, como el petrolero en Vaca Muerta, lo han implementado con éxito. “En este momento venimos tan mal que podemos seguir trabajando con estas leyes. Pero a la hora de hacer sintonía fina, habrá que hacer una reforma laboral. No para quitar derechos sino para potenciar la productividad”, resaltó Sorabilla.
EXPORTACIONES. El sector textil en la Argentina tiene todos los cañones apuntados al mercado interno, de allí que dependa en buena medida de las políticas que alientan el consumo. Pero en una economía sedienta de dólares vale preguntarse si el rubro podría explorar la posibilidad de cruzar la frontera y vender sus productos en otros mercados. Los costos internos hacen suponer que, al menos hoy en día, esto es una utopía.
“La competitividad global es mucho más complicada de abordar, no es sólo un tema de más inversiones. Tiene que ver con la tasa de interés, la estructura impositiva, la estructura del país, los costos de producción —argumentó el ingeniero Sorabilla. Tenemos un potencial enorme para la exportación, pero lo haremos con la escala del mercado interno como base”.
Y agregó: “La restricción en torno al dólar es importante, los dólares no alcanzan. Hay que establecer prioridades: dar trabajo y que la gente pueda consumir. Luego, invertir las utilidades para generar más trabajo y más consumo. Las inversiones, las importaciones de bienes de capital son más importantes que la compra de cualquier producto final. Hay que generar empleo, vamos a salir de esto trabajando”.
Galfione, en tanto, acotó que por primera vez está participando de la mesa sectorial organizada por el Gobierno nacional. “Nunca preguntaban a los empresarios, se manejaban por estadísticas. Se están reordenando los derechos de exportación. Se subieron reintegros empezando por los últimos eslabones de la cadena. El plan es potenciar aquello que tiene valor agregado. Hay una fuerte política pública en este tema. Argentina necesita dólares”.
Hay un dato que explica la necesidad de avanzar en el procesamiento, en el agregado de valor. Según explicaron, la tonelada de algodón vale u$s 7.000, mientras que, a producto terminado, por ejemplo, sweaters, la tonelada cuesta u$s 70.000.