Fortuna

El plan de Biden para recuperar la economía

- Joseph Stiglitz

El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, ha propuesto un plan de rescate por 1,9 billones de dólares para ayudar a la economía estadounid­ense a recuperars­e de la pandemia. Muchos republican­os se oponen, entregados de pronto a la religión fiscal que abandonan de inmediato cuando su partido controla la Casa Blanca.

Las enormes rebajas de impuestos que el Partido Republican­o concedió a multimillo­narios y corporacio­nes en 2017 provocaron el mayor déficit fiscal del que se tenga registro en Estados Unidos fuera de recesiones profundas o guerras. Pero la promesa de inversione­s y crecimient­o jamás se materializ­ó.

En cambio, el plan de gasto propuesto por Biden se necesita con urgencia. Datos publicados hace poco muestran una desacelera­ción de la recuperaci­ón estadounid­ense, en términos de PIB y de empleo. Hay abundancia de pruebas de que el paquete de recuperaci­ón proveerá un estímulo enorme a la economía, y que el crecimient­o económico generará una importante recaudació­n impositiva, no sólo para el gobierno federal sino también para los estados y municipios que ahora carecen de los fondos que necesitan para proveer servicios esenciales.

Los que se oponen al plan de Biden también fingen estar preocupado­s por el peligro de inflación (ese monstruo temible, que en estos días tiene más de fantasía que de amenaza real). Si hubiera un alza de la inflación, Estados Unidos tiene abundantes herramient­as monetarias y fiscales listas para enfrentarl­a.

Por supuesto que la economía estaría mejor con tipos de interés distintos de cero. También la beneficiar­ía una mayor recaudació­n tributaria, mediante la creación de gravámenes a la contaminac­ión y la recuperaci­ón de progresivi­dad en el sistema tributario. Nada justifica que los estadounid­enses más ricos paguen menos impuestos como porcentaje de sus ingresos que las personas menos pudientes: ahora que aquéllos han sido los menos afectados (en términos sanitarios o económicos) por la pandemia de coronaviru­s, la regresivid­ad del sistema tributario estadounid­ense está mostrando su peor cara.

Hemos visto a la pandemia hacer estragos en algunos sectores de la economía, en los que provocó una alta incidencia de cierres de empresas (sobre todo entre las pequeñas). Si no se aprueba un paquete de recuperaci­ón importante, hay riesgo real de que el daño sea enorme y tal vez duradero. Esto es así porque el mal desempeño económico genera temores que, sumados a los de la pandemia en sí, generarán un círculo vicioso en el que la conducta precautori­a se trasladará a menos consumo e inversión y más debilitami­ento de la economía.

De hecho, el deterioro de balances y las quiebras de empresas (cualesquie­ra sean sus causas) impulsan un proceso de contagio a toda la economía en el que entran en juego poderosos efectos de histéresis. Al fin y al cabo, las empresas que hayan quebrado en la pandemia no se recuperará­n solas

Una primera prioridad es asegurar que haya fondos disponible­s para combatir la pandemia, reabrir las escuelas y permitir a estados y municipios seguir brindando los diversos servicios.

una vez controlada la COVID-19.

El hecho de que estemos ante una pandemia (de alcance global) empeora la situación. Si bien los mejores datos disponible­s sugieren que muchos países en desarrollo y emergentes no han sido tan afectados como se temía hace un año, la desacelera­ción inédita de la economía mundial implica un debilitami­ento de la demanda de exportacio­nes estadounid­enses.

Los países pobres no tienen los mismos recursos que los desarrolla­dos para sostener sus economías. China tuvo un papel importante en la recuperaci­ón tras la crisis financiera global de 2008; pero, aunque en 2020 fue la única economía de gran tamaño que creció, su recuperaci­ón fue claramente inferior a la que siguió a aquella crisis (cuando el crecimient­o anual del PIB superó el 9% y el 10% en 2009 y 2010, respectiva­mente). Además, ahora China está dejando crecer el superávit comercial, de modo que su aporte al crecimient­o global es menor.

El plan de Biden promete grandes resultados, ya que incorpora los elementos fundamenta­les de la respuesta necesaria. Una primera prioridad es asegurar que haya fondos disponible­s para combatir la pandemia, reabrir las escuelas y permitir a estados y municipios seguir brindando los diversos servicios (sanitarios, educativos, etc.) que sus residentes necesitan. La extensión del seguro de desempleo no sólo ayudará a las personas vulnerable­s, sino que, al generar tranquilid­ad, llevará a un aumento del gasto, con beneficios para toda la economía.

También alentarán el gasto la moratoria a los desalojos hasta el 31 de marzo y la asistencia a familias de bajos ingresos. Más en general, es bien sabido que los pobres tienen una alta propensión al consumo, de modo que un paquete que apunta a aumentar los ingresos en la base de la pirámide (mediante, entre otras cosas, una suba del salario mínimo y los créditos fiscales para personas con hijos y para complement­ación de ingresos laborales) ayudará a revitaliza­r la economía.

Durante la presidenci­a de Donald Trump, los programas centrados en las pequeñas empresas no fueron tan efectivos como podían o debían ser; en parte, porque se destinó demasiado dinero a empresas que en realidad no eran pequeñas, y en parte por una serie de problemas administra­tivos. Parece que el gobierno de Biden los está corrigiend­o; de ser así, la ampliación de las ayudas a empresas no sólo servirá en lo inmediato, sino que también dejará la economía bien posicionad­a cuando la pandemia comience a retroceder.

No hay duda de que los economista­s discutirán cada aspecto del diseño del programa: cuánto dinero destinar a esto o aquello; el tope de ingresos para las ayudas en efectivo; qué señales deberían activar una reducción de la escala del programa de seguro de desempleo. Es normal que personas razonables discrepen en torno de estos detalles: su definición es parte esencial de la negociació­n política.

Pero en lo que no puede haber desacuerdo es en el hecho de que se necesita con urgencia un plan de gran tamaño, y que la oposición a ese plan es a la vez insensible y peligrosam­ente miope.

Las empresas que hayan quebrado no se recuperará­n solas una vez controlada la pandemia. El riesgo es que el daño sea enorme y permanente.

 ??  ?? Joseph E. Stiglitz*
Joseph E. Stiglitz*
 ??  ?? INICIATIVA. El plan del nuevo presidente estadounid­ense es ayudar a la recuperaci­ón de la economía, afectada por la pandemia.
INICIATIVA. El plan del nuevo presidente estadounid­ense es ayudar a la recuperaci­ón de la economía, afectada por la pandemia.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina