Excelencia a la carta y para llevar
Emplazado en una distinguida casona de la calle 75 de Bogotá, el restaurante colombiano abrió sus puertas en 1995. La calidad de sus platos lo colocó en la lista de los mejores 50 de América Latina.
Emplazado en una distinguida casona de la calle 75 de Bogotá, el restaurante colombiano Harry Sason abrió sus puertas en 1995.
La gastronomía colombiana es el resultado de la fusión de alimentos, prácticas y tradiciones culinarias de las culturas indoamericanas locales, europeas y africana. Su propuesta es variada y se modifica según la región por lo que el país no cuenta con un plato nacional emblemático. Su naturaleza fértil le provee a la población pescados, plátanos, una amplia gama de frutas tropicales, productos lácteos, exquisito café y delicioso cacao. Con todo esto, la excelencia culinaria se representa en platos de gran simpleza pero de enorme sabor.
En este contexto, el restauran
te Harry Sasson de Bogotá ofrece un amplio menú en el que se destacan los ingredientes latinos y los productos autóctonos en preparaciones básicas, con técnicas clásicas realizadas con tecnología de punta, respeto por el medio ambiente y originalidad. Por 15 años ubicado en la conocida zona T de Bogotá, ahora el restó ofrece su servicio en una destacada casona ubicada sobre la calle 75 del centro de la ciudad, la cual conoció gracias a un amigo.
Si bien su chef reconoce que es muy difícil complacer a todos los comensales una misma noche, se esfuerza cada temporada por ofrecer una
preparar vegetales (espárragos, berenjenas, etc.) y también carnes o achuras, como mollejas. Las harinas también están presentes en forma de pan casero y pizzas, además de en la masa de la empanadas al estilo argentino que se venden por unos 8,5 dólares la unidad. Luego las carnes incluyen pescados (mero, corvina, salmón), pato, lomo, ternera y pollo. El asador a leña dispone de asado de tira de Angus Beef americano, bife ancho importado, chuleta de cerdo premium y otras exquisiteces. Para finalizar cada comida no puede faltar una variedad de postres que incluye tartas de chocolate, flanes, helados y pasteles. HISTORIAS DE BARRAS: HARRY Y JOHNNIE. Además de experto en comidas, el chef Harry Sasson es, desde fines de 2016, embajador oficial del whisky Johnnie Walker
Blue Label en su país. Esto hace que la oferta de su restaurante no sea solo amplía en lo que respecta a los platos y sea de lo más variada también en las bebidas. Sus establecimientos llegaron a ofrecer las llamadas Blue Dinners (cenas azules), cenas maridadas en cinco pasos, especialmente diseñadas por Sasson para sus comensales.
Es por eso que una muy extensa carta de vinos y licores es la coprotagonista del menú principal y abarca todo tipo de whisky, ginebra, vodka, tequila, ron, aguardiente, cognac, brandy, digestivos, aperitivos, vinos de todo tipo, espumantes y champagne.
El restaurante, incluso, envía
tragos a domicilio para aquellos que no solo quieran comer algo, sino también disfrutar de una rica bebida. En la propuesta de “Cócteles to go”, Harry Sasson
ofrece coctelería estándar y exclusiva, además de vinos, cervezas y bebidas sin alcohol. CUANDO EL MUNDO CONOCIÓ A HARRY. El chef Harry Sasson nunca tuvo dudas sobre su profesión. Desde pequeño tenía la seguridad de querer ser cocinero. No se le interponían otras profesiones ni sueños. Siempre andaba en la cocina curioseando lo que preparaban su mamá o su abuela. Hoy, con 50 años y padre de dos chicos, celebra que hace 25 abrió las puertas de su primer restaurante. Luego vinieron otros cuatro y así pudo colocar su nombre entre los primeros lugares de la lista de los 50 mejores restaurantes de América Latina en los cuales comieron celebridades como Don Johnson, Alanis Morissette, Ángela Carrasco, Mario Vargas Llosa y José Luis Perales, entre otros.
Cuando era adolescente muchos se reían de su sueño de ser chef. En 1987 sus compañeros del renombrado colegio del cual se graduó pensaban que bromeaba. En ese momento la profesión de cocinero no tenía el mismo status
que hoy en día. Pero él no tenía dudas y sus padres siempre lo apoyaron. Con menos de 20 años empezó a formarse. Pasó por restaurantes y cocinas de hoteles tanto en Colombia como en Canadá, donde vivió cinco años en la ciudad de Vancouver. Aprendió de muchas personalidades del ambiente hasta que quiso tener su propio restaurante, el cual inauguró al regresar a su país, en agosto de 1995.
Sus raíces judías sefardíes hicieron que disfrutara de las buenas comidas. Las celebraciones familiares siempre eran alrededor de una buena mesa, armada a base de dedicación y cuidado de los ingredientes. Es tal su pasión por lo que hace que ya lleva seis operaciones en sus piernas, ocasionadas por várices que se le generan por problemas genéticos, sobrepeso y la exigencia de estar tantas horas de pie frente a las hornallas.
Se reconoce como un amante de la cocina que vive para comer y cocinar. Es admirador de varios chefs del mundo con los que ha podido trabajar como los argentinos Fernando Trocca y Germán Martitegui, además de haberse convencido de que cuando uno llega a cierta edad empieza a apreciar mucho más la cocina simple, como un