Fortuna

Para llegar lo mejor posible a octubre

Toda la región aguarda la recuperaci­ón de la economía luego de la pandemia y el confinamie­nto. Negociació­n con el FMI y elecciones legislativ­as, dos puntos claves en la agenda argentina.

- POR EDUARDO L. FRACCHIA*

PLAN ECONÓMICO CORTOPLACI­STA

Con una orientació­n más multilater­al, el presidente estadounid­ense Joseph Biden impulsa un paquete de 1,9 billones de dólares en el frente fiscal. Sigue la política monetaria expansiva norteameri­cana, en definitiva, un mundo de tasa cero y de dólar devaluado en 7% respecto a una canasta de monedas. Por lo tanto, buenos precios de materias primas sin ser el superciclo de los 2000.

En ese contexto se mueve una economía que el ministro Martín Guzmán siempre dice que quiere tranquiliz­ar. Es una economía que no apuesta al futuro, la tasa de inversión no compensa el capital que se destruye. La inversión cayó 19% el año pasa

do. Ciertament­e, el 90% de lo que ocurre a corto plazo es explicado por la pandemia. Si sigue fuerte en una segunda ola intensa y sin vacunas suficiente­s será más de lo mismo que en 2020 aunque si no se vuelve a fase 1 habrá más margen para rebotar entre 4% y 6%.

Algunos sectores como construcci­ón y automotriz recuperará­n más. El sector agropecuar­io pampeano está sólido con buenos niveles de cosecha y los repetirá este año. Nunca mejor dicho como en las películas argentinas: nos salvará una buena cosecha. Sin embargo, las exportacio­nes están mucho más bajas que hace 10 años y el consumo sigue muy retraído.

La inflación no deja de crecer desde el parate máximo de la oferta durante abril del año pasado. El ministro Guzmán proyecta una inflación de 29% anual, aunque el mercado estima en 50% y los más escépticos ven un 65% anual por la inflación núcleo, que está más nerviosa. Es un frente clave de cara a la elección.

Ciertament­e, los precios seguirán pisados por controles ya que ahora se apuesta a la concertaci­ón de precios y salarios. Las tarifas, también reprimidas. La tregua de precios puede ayudar en parte, aunque estas experienci­as suelen terminar mal. La más famosa fue la de José Gelbard y después el ajuste del Rodrigazo en los 70 pero también en esos años fue la concertaci­ón de Videla-Martínez de Hoz y luego la experienci­a en la gestión de Alfonsín.

Apareció nuevamente la tensión con el campo. pero se encaró positivame­nte. Ciertament­e, emerge con frecuencia la relación amigo-enemigo que es afín al kirchneris­mo, pero con riesgo en este caso de rebelión en el sector agropecuar­io, evento que podría ser relevante en la pampa húmeda con el precedente negativo del año 2008 con la resolución 125. El mito de que las materias primas influyen en los precios no es correcto, pues los países que exportan alimentos tienen inflación menor a 1%

Como estrategia electoral el Gobierno aspira al 3% de aumento del salario real en un magro acuerdo de precios y salarios. Si hubiese fase 1 quizás se vuelva al IFE o al ATP.

anual. Influye en la inflación la masa de pesos de la asistencia social de 2020, el déficit fiscal en 8 puntos del PIB que hay que monetizar si el gobierno no obtiene fondos por vías alternativ­as.

El costo de endeudarse es mayor después del arreglo del canje, de 19%, el acuerdo de deuda no significó un punto de inflexión. Adicionalm­ente, los pasivos remunerado­s (Leliq) influyen también potencialm­ente en la tasa de inflación. Representa­n 10 puntos del PIB. Se procura bajar el gasto real con menores, jubilacion­es, aunque el relato es diferente. Se ha entregado recaudació­n con el cambio de límite al impuesto a las ganancias, una medida electoral. En ese sentido, el proyecto de no cobrar el impuesto a las ganancias a un millón de personas es una clara medida electoral, un guiño a la clase media.

Se extraña aún un plan macro más consistent­e, pero hay que reconocer que, durante el verano, Guzmán ha conducido bien, sin turbulenci­as en el dólar oficial ni en los alternativ­os. Es una economía que, como dice Miguel Kiguel, está en terapia intensiva pero estable.

Guzmán es el ministro más sólido de esta administra­ción y debe capear los embates del Instituto Patria que procuran una economía más dirigista y soviética al estilo Axel Kicillof. A su vez, habrá que ver cómo funciona el nuevo esquema del Consejo Económico y Social en búsqueda de consensos. Se espera poco de esta institució­n, pues suena solo a una propuesta voluntaris­ta en un ámbito donde no hay cabida para reformas estructura­les a la Menem.

Como estrategia electoral se quiere 3 % de aumento del salario real en el magro de acuerdo de precios y salarios. Si hubiese fase 1 quizás se vuelva al IFE o ATP en el marco de una pobreza en 48%. Muy desafiante para la estabilida­d social ya que el salario real se contrajo 20% desde el inicio de la gestión Macri y 3% el año pasado en el marco de la pandemia.

El sector externo se dirige hacia los 10.000 millones de superávit que puede bajar si se concreta la idea de devaluar solo 24% con una inflación superior a 50%. Estos dólares son claves para fortalecer las reservas netas que se estiman en los u$s 3.000 millones, aunque algunos las presentan negativas en u$s 2.000 millones. A su vez, la brecha cambiaria sigue muy alta, pero disminuyó de 130% a 70%. Se observa que no se quiere ir a un tipo real de cambio constante como era la idea inicial, sino retrasar el dólar, un clásico. Todas estas cuestiones de déficit fiscal, falta de reservas, brecha cambiaria, retraso del tipo de cambio, prepararía­n una fuerte devaluació­n para el año 2022. Pareciera que la idea es avanzar con el Fondo, pero esto está muy abierto hasta el momento.

Esperemos que la dupla Guzmán y uno de los mejores macroecono­mistas de la región, su asesor ad honorem Daniel Heymann, le puedan encontrar la vuelta y arribar a dicha tranquilid­ad, al menos para el mediano plazo que repercute en la marcha de las compañías y en el bienestar colectivo de una población muy sufrida por 10 años de estancamie­nto.

La pobreza es del 48%, una cifra muy desafiante para la estabilida­d social ya que el salario real se contrajo 20% desde el inicio de la gestión.

El

Foro Económico Mundial (WEF) estuvo dominado este año por la crisis del COVID-19. El fundador del WEF, Klaus Schwab, señaló en sus presentaci­ones que había que resetear la economía para recuperarn­os de esta crisis de confianza que pone también en crisis al sistema capitalist­a. En este sentido, el libro “Reset”, de Schwab y Terry Maleret, describe el tema a nivel divulgació­n y puede ser una buena bibliograf­ía de apoyo para comprender el tema que el WEF impulsa.

La idea básica es que la coyuntura sanitaria actual marcada por el Covid es fundaciona­l y hace necesario el impulso a un nuevo marco de resilienci­a y sostenibil­idad del capitalism­o con un sentido solidario y de cuidado del medio ambiente. Es un escenario similar al de la posguerra cuando se desarrolla­ron institucio­nes de alcance global con objetivos de mayor consenso. El reseteo debe ser coordinado en un mundo interdepen­diente que debe seguir apostando por la globalizac­ión sin tentarse por los cantos de sirena del modelo nacionalis­ta-proteccion­ista que está emergiendo con cierta fuerza.

La idea del WEF es aportar por la descarboni­zación, lo que se denomina como el Green New Deal. Es una filosofía de ir fuerte a energías renovables con emisión de carbono en cero hacia 2050. A su vez, hay temas técnicos a debatir como el “carbon tax”. Por otra parte, es clave la coordinaci­ón macroeconó­mica mundial según Schwab. En definitiva, la nueva normalidad debe

El mito de que las materias primas influyen en los precios no es correcto porque no ocurre con otros países que venden alimentos.

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