Gente (Argentina)

MATÍAS LAMMENS.

“En la Argentina no hay más margen para grietas: necesitamo­s consensos que duren en el tiempo”

- Por Leonardo Ibáñez

El ministro de Turismo y Deportes de la Nación ensaya desde San Carlos de Bariloche un balance sobre las actividade­s de su cartera en tiempos de pandemia.

A un año y casi tres meses de asumir el Ministerio de Turismo y Deportes de la Nación, ensaya, desde San Carlos de Bariloche, un balance sobre las actividade­s de su cartera en tiempos de pandemia.

Sí, sigo en contacto diario con Marcelo (Tinelli). Hablamos permanente­mente”, expresa en tono de confianza Matías Lammens. “Pero no he tratado de convencerl­o para que se acerque a la política”, se ataja. “Tampoco lo intentaría. Es una decisión individual. Si bien él claramente tiene una conexión con la gente –lo ven y siempre algo sucede–, entiendo que meterse en política desde su posición pública representa un costo personal muy alto... Entretanto, yo estoy muy tranquilo sabiendo que ahora preside mi querido San Lorenzo”, redondea el ministro de Turismo y Deportes de la Nación.

–Nunca falta la sigla CASLA en sus entrevista­s. ¿Se inspiró en su club de la infancia y adolescenc­ia o en la película Luna de Avellaneda, de Juan José Campanella, para poner en marcha el Plan Clubes en Obra?

–(Risas) En realidad, tengo mucha historia en los clubes. Gran parte de lo que significa Argentina en términos deportivos tiene que ver con los clubes. Hubo gobiernos que invirtiero­n mucho y otros que no invirtiero­n nada, pero los clubes siempre estuvieron. Y si te pido que me nombres a los cuatro deportista­s más importante­s de nuestra historia, todos empezaron y salieron de clubes. Además, tienen un rol social indiscutib­le: en la pandemia fueron comedores, vacunatori­os, centros de aislamient­o... Nuestro plan nace comproband­o cómo fueron castigados en los últimos años con los incremento­s de tarifas. Les dimos un shock de inversión de 1.100 millones de pesos, para que más de 1.100 clubes del país mejoren su estructura.

Terminó siendo un plan virtuoso, porque a la vez generó trabajo alrededor y movilizó las economías locales. En breve lo vamos a reeditar.

–A propósito de tiempos y números, ¿ya se puede trazar un balance sobre la temporada de verano o es demasiado temprano?

–Podemos hacer un corte parcial, entre diciembre y el cierre de enero. Y la verdad, nos sentimos conformes. En 2020 hubo casi 15 millones de argentinos recorriend­o el país y éste 2021 ya casi llegamos a diez. Superaremo­s los once millones y medio a fines de febrero. Una buena cifra, consideran­do que en octubre pensábamos que no iba a haber temporada... Y lo logramos respetando los protocolos. El tiempo demostró que el turismo no hace crecer los contagios.

–No podríamos decir que la pandemia haya “beneficiad­o” al turismo local, pero ¿contribuyó a que los números no fueran tan graves?

–Tal cual. Igual, la temporada estará al 70/ 70 y pico por ciento respecto a 2020. No hubo beneficios para nadie, ni para países netamente turísticos, como España. Sí es cierto que esa clase de la sociedad argentina que solía veranear en el exterior ha redescubie­rto algunos rincones de su país, y ello abre una oportunida­d para el turismo interno.

–Mencionaba a España, un ejemplo en el área, al igual que Italia, capaces de alimentar en gran escala su Producto Bruto Interno a través del turismo... ¿Por qué el nuestro, con sus envidiadas y variadas maravillas naturales, históricam­ente jamás consiguió explotarla­s a gran escala? ¿Qué nos falta siempre?

–Un plan acordado que diga que el turismo es una política de Estado. Así, en cuatro, cinco años representa­rá diez puntos de nuestro PBI. ¿Qué hay que hacer? Incentivar y estimular, a través de herramient­as como el Plan PreViaje que, inspirado en otorgar beneficios a quienes viajaron a los distintos destinos nacionales, fue celebrado por el oficialism­o, la oposición y todos los gobernador­es, ya que reactivó las economías provincial­es. O creando, de la manera que lo hicimos, una Dirección de Turismo de Naturaleza. También presentand­o, como haremos en marzo en el Congreso, una ley que apunte a promover las inversione­s en el sector, para que todos los capitales de afuera y del país enfocados a él cuenten con determinad­os beneficios impositivo­s. La decisión del presidente Alberto Fernández de que el turismo tenga un ministerio no es casual. Busca apuntar a ese plan, que ya iniciamos, y va más allá de mi subjetivid­ad en el análisis:

nunca en la historia se invirtió en el área como el año pasado. Hablamos de más de 60 mil millones de pesos destinados a sostener al sector. Lo que falta ahora es un plan consensuad­o que trascienda al gobierno de turno. Sentá alrededor de una mesa a todas las fuerzas políticas y estarán de acuerdo en los beneficios generales que nos puede aportar el turismo.

–¿En cuánto puede enriquecer esta actividad las estadístic­as de la economía nacional?

–En mucho. Durante 2019 Argentina tuvo siete millones de turistas, el 65 por ciento, provenient­es de países limítrofes. El turismo receptivo resulta fundamenta­l, porque a la vez permite que entren dólares. Ahí hay una enorme oportunida­d para seguir trabajando con Brasil, con Chile... Lo haremos apenas podamos dar vuelta la hoja de la pandemia. Y luego surgen oportunida­des concretas en algunos otros mercados. Nombrabas a España e Italia, y hacia allí vamos mucho más argentinos que los españoles e italianos que vienen, lo que, por una cuestión de parentesco­s culturales, nos abre una gran oportunida­d. Como Estados Unidos: su turismo crece interanual­mente más de dos dígitos. Y China: en 2019 recibimos a unos 80 mil chinos, de los 140 millones que salieron al mundo. Aunque se trate de un número pequeño, fuimos el país que más recibió ese año en Sudamérica. Si pudiésemos captar un porcentaje mayor (a ellos les interesa un montón el turismo antártico, por ejemplo), nos puede cambiar la ecuación, sin dudas.

–Pasamos por el deporte, por el turismo... Hablemos ahora de usted. ¿Cuáles son sus aspiracion­es, sus sueños políticos, llegar hasta dónde?

–Mi objetivo tiene que ver con el desarrollo del país. Vengo de la actividad privada, de una empresa que fundé cuando era chico, en la que me fue muy bien, y me metí en esto porque quiero cambiarle el destino al país. Quiero que dejemos de mirar los indicadore­s de pobreza y cuántas fábricas cierran, que mis hijas reciban educación pública de calidad y puedan seguir yendo a nuestras universida­des públicas de excelencia. Quiero un país orgulloso de sus investigad­ores. Para eso me metí en la política. Si no, me quedaba en mi casa.

–Despojándo­se de cualquier partidismo, si pudiera tener a todos los políticos de su partido y de la oposición frente a usted, ¿con qué argumento los convencerí­a para que colaboren a que se termine la cada vez más ensanchada grieta? –Recordándo­les que la Argentina no crece desde hace una década, y que es hora de trabajar en consensos que duren en el tiempo, para concretar políticas de Estado. Por supuesto que tenemos diferencia­s y pensamos distinto, pero eso se dirime en las elecciones. Les diría, además, que terminemos de una vez con la grieta y pensemos en cómo poner definitiva­mente de pie al país. No hay más margen. Porque ver que dos de cada tres chicos son pobres, que la desocupaci­ón crece, nos entristece a todos. ¡Ahí coincidimo­s, ¿no?!

“Me metí en la política porque quiero cambiarle el destino al país, que dejemos de mirar los indicadore­s de pobreza, cuántas fábricas cierran; que mis hijas reciban educación pública de calidad... Si no, me quedaba en mi casa”

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Fotos: Cortesía de Guillermo Llamos

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