“EL BULLYING OCURRE Y VIOLENTA, PERO QUIERE PASAR INADVERTIDO”
Existe una realidad en la que nadie parece reconocerse: todas las personas somos parte y responsables del bullying. Es una palabra que venimos escuchando hace años, por lo que, quizás, hoy es más importante dejar a un costado la teoría y prestarle atención a la práctica. Eso que parece enunciar lo que no se nombra, que ocurre y violenta pero quiere pasar inadvertido, lo fui encontrando en las miradas hacia mi hermano con autismo y otras personas con discapacidad, en las minimizaciones hacia los y las estudiantes por ser jóvenes, en los insultos en los pasillos o “bromas” sobre nacionalidades o hacia cuerpos que no forman parte de la belleza hegemónica. Y en las diversas formas en que son segregadas identidades no heterocisnormadas, personas racializadas y los pueblos indígenas.
Creo que esto se debe a algo tan simple como complejo de modificar: miedo a lo que se sale de la norma, una norma que no hace más que lastimarnos forzándonos a tratar de encajar en sus parámetros.
Al final, la pregunta es siempre la misma: ¿Qué tenemos que hacer para que pare? Y la respuesta es una sola: cambiar, soltar normas que lastiman. Además, urge transformar nuestras miradas, ideas y palabras (que son mucho más fuertes de lo que creemos), por aquellas que buscan promover una sociedad que valore la diversidad y sea más justa, libre y habitable para todas las personas.