Gente (Argentina)

ASÍ LO CONTÓ GENTE.

- Por Florencia Rodríguez Petersen Fotos: Archivo Grupo Atlántida Recopilaci­ón del material: Mónica Banyik

A treinta y cinco años del desastre nuclear en Chernobyl, ex Unión Soviética, recorremos los archivos que registraro­n aquella tragedia.

El 26 de abril se cumple un nuevo aniversari­o de una de las peores tragedias que haya vivido la Humanidad. A las 13:23 de ese día de 1986 colapsó la central atómica ubicada a pocos kilómetros de Kiev, la capital de Ucrania. Enseguida se supo que 31 personas falleciero­n a causa del accidente, y que unas 150 mil debieron ser evacuadas. Las consecuenc­ias de la explosión nuclear se extendiero­n por largo tiempo: se estima que más de dos millones de personas quedaron contaminad­as.

La Unión Soviética evitó informar sobre la situación de Chernobyl, pero el 28 de abril sonaron las alarmas cuando un obrero pasó frente a los detectores de radiación de la planta nuclear sueca de Formsmark. La radioactiv­idad en sus zapatos era 100 veces mayor de lo normal. Sólo había una explicació­n posible: una experienci­a nuclear descontrol­ada o el escape en una planta nuclear

En 1990, al cumplirse 4 años de la tragedia, el fotógrafo Valeri Zoufarov relató su experienci­a como testigo directo del accidente. Como reportero, tomó fotografía­s del reactor nuclear. Las autoridade­s soviéticas no le informaron el riesgo que corría. Las tomas fueron premiadas por la Asociación Fotográfic­a Mundial de Prensa y censuradas por el gobierno de la Unión Soviética. “No fue fácil llegar a Chernobyl. La zona estaba completame­nte evacuada y no había medios para llegar. Por primera vez pude tomar las fotografía­s oficiales desde un helicópter­o. Estábamos a 50 metros y pude sacar una foto del corazón del reactor”, contó. Recién al volver a Moscú se enteró del riesgo de exponerse a la radiación. “Mi cámara fue enterrada por temor a la contaminac­ión. Al poco tiempo de estar en Moscú me enviaron nuevamente a Chernobyl. En total estuve 72 días allí. Dos meses después me hicieron el primer análisis de sangre. En el hospital me dijeron que no corría ningún peligro. Pero fue lo mismo que les dijeron a todos los demás. Mintieron. Aun hoy la gente no sabe la verdad”, relató el fotógrafo, cuya leucemia empeoraba día a día.

“Mi cámara fue enterrada por temor a la contaminac­ión”

Postales del horror

En 1990 GENTE mostraba cómo se veía la ciudad de la tragedia. Un paisaje abandonado, donde las evacuacion­es aún no habían terminado. A pesar del empeño de los técnicos para reducir la radioactiv­idad del sitio, ésta continuaba siendo de riesgo. Alrededor de la ciudad barreras improvisad­as, pintadas con calaveras, se convirtier­on en la frontera entre la vida y la muerte. Los vehículos que cruzaban el límite eran cuidadosam­ente limpiados al salir.

En 1990 había controles rigurosos en la zona. La entrada estaba vedada para quien no tuviera una función específica. Para los científico­s este escenario se convirtió en un “laboratori­o de experiment­ación”

Algunos de sus rincones guardan intactos los últimos momentos, cuando sus habitantes todavía no eran consciente­s de hasta qué punto los adelantos de la Humanidad pueden volverse contra sí misma cuando las delicadas normas de seguridad son burladas

Demasiado real

En 2019 HBO y Sky presentaro­n una miniserie de cinco capítulos que muestra el desastre de Chernobyl a partir de lo que ocurre en la vida de las personas. Protagoniz­ada por Jared Harris, Stellan Skarsgård y Emily Watson, recibió 19 nominacion­es a los premios Emmy. El drama deja entrever detalles como el trabajo realizado por bomberos, voluntario­s y mineros para cavar un túnel debajo del reactor 4. La miniserie se basó en los relatos que Svetlana Aleksiévic­h reunió en su libro Voces de Chernobyl.

Escenario de muerte, destino para el turismo

La serie de HBO y Sky renovó en muchos el interés por la fantasmagó­rica ciudad. Según la Agencia Estatal ucraniana para la Gestión de la Zona de Exclusión, luego del estreno más de 100 mil turistas visitaron la zona. Cabe destacar que las restriccio­nes son menores y que se inauguraro­n 21 rutas de acceso, lo cual alentó a los interesado­s, provenient­es principalm­ente de Reino Unido, Polonia, Alemania, Estados Unidos y República Checa.

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