EL CASO M.
Menores invisibilizados y en conflicto con la ley penal
¿Cuál es la situación de los menores invisibilizados y en conflicto con la ley penal? En análisis del abogado y periodista Gabriel Iezzi.
Luego de los cuatro días vilo al país que tuvieron tras la en desaparición de siete años de M, la que niña en situación finalmente fuera hallada de calle, el abogado analiza periodista policial y el tema y pide el caso como que se tome punto de partida problemática para afrontar de la infancia la más vulnerable.
Los temas que tratamos en esta columna mensual siempre guardan relación con algún hecho socialmente preocupante, cuya amplia repercusión mediática haya puesto en vilo a toda la población. No se equivoca usted, entonces, si presume que tocaremos el caso de la pequeña M y sus derivados.
Semanas atrás amanecimos con un corte de la autopista Teniente General Pablo Riccheri por parte de un grupo de vecinos de Villa Cildáñez y zonas adyacentes, que reclamaban y visibilizaban la desaparición de una menor de siete años, que vivía en situación de calle junto a su mamá y sus hermanos. Algunos días después, y luego de una ardua tarea policial y judicial, sumada a la amplia difusión mediática, la menor fue hallada sana y salva, por una vecina, en la ciudad de Luján, y puesta a disposición de la fiscal interviniente. Ahora bien, cuando todos conocimos las imágenes
“Cuando conocimos las imágenes de la ‘vivienda’ de la menor y su grupo, su situación social, las supuestas adicciones de su madre y la carencia de documentación y escolaridad de la niña, accedimos a ver lo que en algunos aspectos se conoce y se mira de costado: el absoluto estado de vulnerabilidad de muchísimos menores en nuestro país”
de la “vivienda” de la menor y su grupo, su situación social, las supuestas adicciones de su madre y la carencia de documentación y escolaridad de la niña, accedimos a ver lo que en algunos aspectos se conoce y se mira de costado: el absoluto estado de vulnerabilidad de muchísimos menores en nuestro país.
Y esto me lleva, sin dudas, al otro tema en que deriva la problemática: el ingreso de estos menores al mundo del delito, como víctimas o victimarios, de la mano de ciertos mayores y, a partir de allí, su permanente estado de conflicto con la ley penal. La imagen nos traslada inexorablemente a los viejos patronatos e institutos, que actuaban ante situaciones de riesgo moral y material de los niños; a su tutela, en los casos de abandono; a su ingreso al mundo delictivo; a los juzgados de menores y civiles; a la creación de más áreas administrativas para la infancia y la adolescencia, y hacia el tema de la imputabilidad penal a los 16 años.
Así las cosas, en los 90’ se creó el Consejo Nacional del Menor y la Familia y se sancionó la ley 24.050, a partir de la cual se crean los primeros juzgados de menores en la Capital Federal. Además, y con la reforma constitucional, se incorpora la Convención de los Derechos del Niño. A ello hay que añadirle la apertura de la Secretaría Nacional de la Niñez, Adolescencia y Familia (SENNAF). Conclusión: Hoy existe un amplio espectro público destinado a la atención de los menores en situación de calle. Por otro lado, un tratamiento en materia procesal penal, en caso de que dichos chicos sean víctimas o imputados de la comisión de algún delito.
¿Y por qué hago hincapié y trazo un paralelismo entre niños abandonados o en situación de vulnerabilidad y el espectro penal? Porque desgraciadamente, con el paso del tiempo muchos de ellos terminan siendo víctimas de redes de trata, del narcotráfico, o acaban en el mundo del delito, sumergidos por mayores.
Las estadísticas oficiales indican con claridad que la inmensa mayoría de los jóvenes varones en conflicto con la ley penal presenta un bajo nivel de escolarización, que el once por ciento se ubican entre los 11 y los 15 años, y que un setenta por ciento de ellos no asiste a la educación formal y forma parte de grupos familiares desintegrados, entre otras ingratas situaciones. Esta realidad, descrita en forma somera, nos permite conocer un panorama general sobre la situación actual de un importante número de niños, niñas y adolescentes, que por los diversos motivos antes mencionados ingresan al delito y son privados de su libertad por largo tiempo.
El caso de la pequeña M (si es abordado de manera gubernamental y con la participación de todas las instituciones comprometidas en el tema) nos marca un camino a seguir, para finalmente mejorar los resultados ante tan dramática cuestión.
¿Y por qué hago hincapié y trazo un paralelo entre niños abandonados o en situación de vulnerabilidad y el espectro penal? Porque desgraciadamente, con el paso del tiempo muchos de ellos terminan siendo víctimas de redes de trata, del narcotráfico, o acaban en el mundo del delito, sumergidos por mayores”