24 HORAS CON EL SAME.
“Si no estamos nosotros, ¿quién?”
Así es el día a día del personal de emergencia. Ambulancias, helicópteros y herramientas informáticas al servicio de la salud.
Alberto Crescenti, que dirige el Sistema de Atención Médica de Emergencias de la Ciudad, es el primero en llegar al lugar de la tragedia, siempre con su ambo y su chaleco, dispuesto a salvar vidas. Coordina una red dinámica que, aparte del servicio terrestre y la asistencia aérea –que cumple una década– incorporó un Área de Telemedicina para brindar respuestas más ágiles y eficientes.
SAME Aéreo realizó su primer vuelo el 8 de diciembre de 2010. Desde entonces lleva realizados cerca de 3.500 traslados
Puesta en marcha
Eduardo Forgan ama volar y se destaca por su vocación de servicio. Se formó como piloto de helicópteros en el Ejército y participó hace 10 años en el diseño de SAME Aéreo, la unidad que agilizaría asistencia y traslados en la Ciudad de Buenos Aires. Trabaja con un equipo de profesionales especializados en Aeromedicina. Ese jueves, como tantos otros, llegó a las 7 al hangar del Helipuerto Buenos Aires, en Puerto Madero. Se encontró con Cristian Cuéllar –médico emergentólogo y aeroevacuador–, Mariano Núñez –pediatra especializado en aeromedicina– y Juan Cruz Di Paulo –licenciado en Seguridad e Higiene y técnico operativo de Gruppo Modena, la empresa proveedora del servicio–.
En los primeros cien días de este año SAME Aéreo realizó algo más de 100 vuelos asistenciales
Siempre listos
Suena el teléfono. Nadie se sorprende. El responsable toma los datos, anuncia coordenadas y uno de sus compañeros aprieta la señal de alarma. Revisan los equipos médicos y el helicóptero. Avisan a la central de SAME que están a disposición y comienzan a relevar la disponibilidad de los hospitales de la Ciudad. Debajo de la oficina los técnicos sacan el helicóptero –siempre en primera fila– del hangar y lo trasladan a la pista. Forgan sube a bordo y las hélices empiezan a girar. Mientras tanto Cuéllar, Núñez y Di Paulo, ya alistados, abordan también la nave. La misión está en marcha. A lo largo del 2020, el SAME recibió cerca de 800 mil llamados, de los cuales 296 mil fueron derivados al Servicio de Aeromedicina. En los primeros 100 días de este año, con un promedio diario de llamados que oscila entre 2.200 y 4.500, SAME Aéreo realizó algo más de 100 vuelos asistenciales.
Forgan y su equipo elogian que en muchas ocasiones los ciudadanos se convierten en colaboradores para cortar el tránsito, crear un cordón de protección o trasladar camillas.
Eficiente y con calidez humana
Se necesitan 6 minutos para llegar de un extremo al otro de la Ciudad. Y si bien el helicóptero necesita poco espacio para operar, fue necesario un tiempo de formación para que tanto los profesionales de la salud como el personal civil o de las fuerzas de seguridad ligado a los operativos comprendiera cómo se debe actuar ante una emergencia: desde la forma en que debe cortarse el tránsito hasta la distancia y cuidados que hay que tener estando cerca de un helicóptero. Una vez en el destino, la prioridad es atender a la víctima y brindar contención a quien sea necesario. Ésa fue una de las claves en el accidente de Once (2012), cuando SAME Aéreo se convirtió en el eslabón clave para el traslado de víctimas que podrían haber sido fatales de no haber llegado rápidamente al hospital.
Esa mañana de jueves volaron hasta Parque Patricios para asistir a una mujer víctima de un accidente automovilístico. La trasladaron al hospital Santojanni, donde fue atendida por politraumatismos. En menos de media hora, el helicóptero volvió a descender en la plataforma del helipuerto. Pasados unos pocos minutos, los profesionales se ocuparon de la desinfección y el acondicionamiento de los equipos, dejándolos listos para la próxima misión.
“La gente me hace sentir orgulloso. En SAME somos una gran familia. También me enorgullece la organización cuando llegamos a tener proyección internacional: nos invitan a conferencias en España, Israel, Italia... Estamos en el buen camino”
Equipo de trabajo
Juan Ignacio Carchini y Carlos Federico Villagrán trabajan junto a Alberto Crescenti en el SAME. Los tres lideran equipos y están listos para salir a la calle cuando la situación lo requiere.
Preocupado por salvar vidas
Alberto Crescenti, director del SAME, lleva más de 40 años trabajando en emergencias. “En el ’85 me propuse ser Director de Emergencias en la
Ciudad”, dice y recuerda que entonces
“las ambulancias dependían de una Secretaría, los médicos de otra y los
teleoperadores de una tercera”. En
1991 se creó finalmente el Sistema de Atención Médica de Emergencias, que tiene su central operativa en Parque Patricios.
El profesional resalta la entrega de cada una de las 1.300 personas que forman parte del SAME. “Lo más importante que tenemos es el recurso humano”,
insiste y sigue: “Somos muy pocos los que manejamos medicina prehospitalaria. El entrenamiento te lleva a ir cada día por más. Querés perfeccionarte todo el tiempo y la calle te da experiencia”, afirma este médico que prefiere la adrenalina de un operativo antes que la comodidad del despacho. “En esta especialidad, si te quedás quieto es momento de abrir la puerta e irte”, reflexiona.
Dice que su despertador suena
“normalmente” a las 7 de la mañana, pero que un llamado en la madrugada puede interrumpir su descanso. “Quien maneja una ciudad como ésta no puede apagar el teléfono. Un incendio o un derrumbe te ponen en alerta. Cuando desplazás 10 ambulancias, ya tenés que estar ahí”, afirma. Y es muy claro al explicar qué lo motiva: “Si no estamos nosotros, ¿quién?”.
¿Qué aprendió el SAME de la pandemia?
“Mucho. Nadie sabía nada y hay muchos que hablan. Fuimos los primeros en poner ozono y amonio cuaternario, la pintura nanotecnológica en las ambulancias, la luz ultravioleta. Decían que no servía, pero no había tiempo para esas explicaciones: nosotros nos teníamos que proteger. Y sirvió”, dice Alberto Crescenti, consciente del impacto de la pandemia. El SAME, que habitualmente recibe unos 2.200 llamados diarios, hoy ronda las 4.500 demandas y tuvo un pico de 18 mil consultas en el momento más crítico de 2020. “Desearíamos fervientemente que hubiera más personas vacunadas, porque eso vacía las terapias intensivas. Transforma el covid-19 de algo grave a una enfermedad que no precisa un tubo de oxígeno o un respirador. Bajar el porcentaje de uso de terapia intensiva es muy importante”, concluye.