GQ Latinoamerica

“AL TIEMPO, ME HE DADO CUENTA DE QUE EL AMORES UNA FUERZA INCUESTION­ABLE ”.

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¿Qué representa para ti estar en la portada de GQ? Es un honor. Me siento muy agradecido porque es una revista que leo mucho. En ella, han aparecido personajes que son una verdadera inspiració­n para mí. Hablando de eso, ¿quiénes son tus influencia­s en materia actoral? Philip Seymour Hoffman siempre fue una gran inspiració­n; su libertad, el no tener miedo a la hora de trabajar. Siempre he dicho que mis más grandes sueños eran, hasta hace unos años, actuar con Meryl Streep y con él. Espero algún día hacerlo con Meryl porque con Seymour es algo que ya no se podrá cumplir. Verlo trabajar me hacía anhelar que un día yo podría llegar a realizar lo que él, con toda esa elegancia, valentía, coraje… Con todo ese rock & roll.

Tocas un punto muy importante: el miedo. ¿Te has sentido temeroso

al momento de aceptar algún personaje o proyecto? Miedo, no; aunque recuerdo que cuando Pedro Almodóvar me habló para trabajar con él, sentí como si mi cuerpo se pusiera en estado de alerta para dar lo mejor. Cuando le tengo un profundo respeto aalguien, es como si despertara­algo dentro de mí para entregar lo máximo. Lo mismo me ocurrió en el casting en Londres con las hermanaswa chowskipa rala serie Sense 8. Sentía que la adrenalina me recorría por completo; sin embargo, tanto ellas, como Pedro son partidario­s del fallo y de cómo te levantas después del error.

En una entrevista, Amy Adams dijo que para ella el casting era el trabajo duro y obtener la película, la recompensa por esta labor.

¿Compartes opinión? Sin duda –ríe–. Es cierto que uno se prepara para el casting y se entrega, sin embargo, es muy importante recordarse constantem­ente que si no te selecciona­n, no es que lo hayas hecho mal, sino porque el director quizás tenía una imagen muy precisa de lo que quería. Es una continua relación con el rechazo, así que uno tiene que permanecer fuerte y encontrar la propia aceptación. Volviendo a lo de los miedos, cuando entras a la habitación, tienes al director, a cuatro productore­s y demás personas observándo­te con lupa, así que tus insegurida­des y limitacion­es afloran. aunque también considero que esa vulnerabil­idad muchas veces te permite conectar con los personajes de otra manera.

Ya que abordas el tema, después de todo este camino recorrido y la trayectori­a que tienes, ¿siguen presentes esas insegurida­des

que mencionas? Claro. Una cosa es toda la imagen que crean alrededor tuyo los estilistas, directores, guionistas y cinematógr­afos, y otra muy distinta la que ves tú cuando te levantas por la mañana. En esos instantes, te miras frente al espejo y, con la edad y el tiempo, observas todas las grietas y fracturas que forman parte de un pasado, que están ahí y conviven contigo. Lo bonito es aprender a verlas, reconocerl­as y darles la bienvenida.

¿Qué tienen en común Alberto, tu personaje en Velvet, y Miguel

Ángel Silvestre? El hecho de que por amor uno lo cambiaría todo y se dejaría llevar. Alberto pelea por la igualdad en ese sentido y estoy de acuerdo con ello, porque se trata de una puerta incuestion­able. En

Bodas de sangre, Lorca escribió que “cuando el amor llega a los centros, no hay quien lo arranque”. Cuando leía esta frase en la escuela, le preguntaba a mi profesor por su significad­o, no la entendía; con el tiempo, me he dado cuenta de que el amor y el deseo son fuerzas incuestion­ables de la naturaleza.

¿Consideras que el amor también es el motor de Lito, tu personaje

en Sense 8? Sin duda. El amor, en este caso, hace que él haga frente a uno de sus mayores temores: poner en riesgo su sueño. Aunque la gran pregunta que Hernando (Alfonso Herrera) le hace a Lito es si quiere ser auténtico de verdad o prefiere entrar al juego de un sistema que le hace daño a su propia identidad. Al final, decide hacerle caso al amor, aunque la industria le dé la espalda, y esto lo lleva a percatarse de que en otras culturas, esa decisión que tomó es vista de una forma diferente.

Tengo entendido que, a partir de Sense 8, Alfonso Herrera, Eréndira Ibarra y tú formaron una gran hermandad. ¿Cuál es la mejor

anécdota que tienes con ellos? Recuerdo que, al principio, tanto Alfonso como yo estábamos un poco nerviosos por los papeles que íbamos a interpreta­r, pero los dos teníamos muy claro que queríamos contar esta historia con sinceridad y el mayor respeto. A eso le añado que hay gente de mi familia que es parte del colectivo LGBT, así que deseaba dedicar mi personaje a ellos y que se sintieran orgullosos de mí. Recuerdo que el primer día, Alfonso, Eréndira y yo nos fuimos a cenar, y hablamos de nuestros miedos e inquietude­s. Ahí comenzó una familia, una relación de amistad que estoy seguro durará toda la vida.

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