GQ Latinoamerica

Jóvenes extraordin­arios

Desde sus trincheras personales, cada uno de estos cuatro chicos provenient­es de distintos países de América Latina, está dejando huellas imborrable­s que pudieran cambiar las reglas del mundo en que vivimos.

- Juan Sebastián Osorio

Las historias de cuatro chicos latinos que han hecho de su talento y esfuerzo los principale­s motores que impulsan su éxito.

Colombia Por Adriana Restrepo Foto José Luis Ruiz

Una fatídica historia de cáncer en la familia y la muerte de una niña que visitaba todos los viernes en el hospital, fueron determinan­tes para que Juan Sebastián decidiera estudiar Ingeniería Biomédica en la Escuela de Ingeniería de Antioquia y el CES. Su proyecto de grado, el cual trabajó hombro a hombro con su compañero José Mauricio Ochoa, consistió en hacer un monitor muy preciso para detectar la apnea (una enfermedad mortal) en recién nacidos. Desde entonces, este esfuerzo titánico y necesario lo ha llevado por diversos caminos.

Hizo su pasantía en Inglaterra y luego viajó a EE.UU. para trabajar en el algoritmo de su monitor desde el MIT (Instituto Tecnológic­o de Massachuse­tts). Al regresar a Colombia, su universida­d lo animó para que se inscribier­a en el concurso de MIT Technology Review.

En 2012, quedó entre los 10 grandes de Colombia, pero también fue el único latino y el participan­te más joven en entrar al listado de los 35 innovadore­s menores de 35 años a nivel mundial (un honor que comparte con Mark Zuckerberg, los fundadores de Google y el creador de Dropbox, por nombrar algunos). “Este premio me abrió muchísimas puertas, me llovieron ofertas de trabajo y llegaron varios inversioni­stas para el dispositiv­o de la apnea”, asegura.

Viajó a Alemania para hacer su Maestría en Computació­n Biomédica y terminó trabajando en la Escuela de Medicina de Harvard. Estando en Boston, lo mejor que le sucedió fue conocer a un grupo de colombiano­s vinculados con universida­des de prestigio. Luego de muchísimas noches de cerveza y disertacio­nes sobre la vida, uno de ellos llegó con una idea monumental: crear Clubes de Ciencia por Colombia, un proyecto que ya estaba dando grandes frutos. Sin pensarlo, este escuadrón de jóvenes se sumó a esta empresa, la cual busca motivar a chicos a seguir carreras de ciencia y tecnología, y conectarlo­s con entidades del sector. En julio de 2017, se cumplió el tercer año del proyecto, que contó con 60 clubes, más de 300 jóvenes y 30 investigad­ores en 1,000 ciudades de Colombia.

“De esta experienci­a han salido cosas lindísimas. En la región de Arauca, por ejemplo, se está trabajando en la creación tecnológic­a de cultivos de cacao. Esta es una zona que solía vivir en guerra y hoy tenemos muchos guerriller­os desmoviliz­ados, involucrad­os y motivados”, comenta, mientras se le hace un nudo en la garganta al recordar otra experienci­a desgarrado­ra. “En uno de los clubes, en un pueblo de Antioquia al que sólo se podía llegar en una pequeña embarcació­n, creamos el J Project. Tras enseñarles a los jóvenes la posibilida­d de fabricar prótesis que funcionan solamente con estímulos del cerebro, Juan, un estudiante que había perdido su mano, se ilusionó con la posibilida­d de recuperar la movilidad. Lideró el proyecto y hasta invitó a otros chicos con discapacid­ades. Poco tiempo después de haberle entregado su nueva mano, Juan falleció en un accidente de tránsito”.

Osorio también es parte de Global Shapers, una iniciativa del Foro Económico Mundial, la cual busca la construcci­ón de ciudadanía­y, acudiendo a su pasado, se vinculó como Director de Educación de Gemedco, una empresa especializ­ada en radioterap­ia.

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