Carta editorial
Nunca había sido tan palpable la tan manida frase de “juventud al poder”. Pero no por unos cuantos eventos específicos, como los de Mayo del 68 en Francia o la tunecina Revolución de los Jazmines de 2010, por citar algunos donde los jóvenes hayan jugado un papel fundamental. Ahora, como es bien sabido, gracias a Internet y a las redes sociales, el protagonismo de chicas y chicos simultáneamente en todo el planeta y en múltiples aspectos de la vida, está creando una inédita mega-revolución. Las profesiones, las formas de trabajar, la política, el entretenimiento y un largo etcétera, ya no conocen de las viejas fronteras y paradigmas que todavía pataleaban hace una década.
Como ejemplo de esa nueva manera de entender la realidad, decidimos llevar a nuestra portada a una de sus más radicales representantes: Kylie Jenner. Esta bella y talentosa cuasi adolescente, de apenas 20 años de edad, proviene de una familia estadounidense (los Kardashian/jenner) que, con la velocidad de los acontecimientos actuales, ya puede decirse que “fue” la más exitosa precursora de una primera etapa en la forma de conseguir la fama universal a través de los social media. Me refiero en pasado al éxito familiar no porque haya desaparecido, sino porque su pequeña Kylie ya creció lo suficiente como para representar una segunda etapa de evolución en esa asombrosa capacidad de convertirse en ícono mundial, propia de esta segunda década del siglo XXI. Su caso es muy interesante porque ya no es simplemente el de una mujer hermosa (y voluptuosa) que por desplegar su vida cotidiana, como lo hiciera su emblemática hermana mayor Kim Kardashian, en la televisión e Internet, llega a un reconocimiento estratosférico. Kylie, por el contrario, aunque ya tiene la insólita cifra de 100 millones de seguidores en las redes sociales, lo está logrando con un sentido mucho menos etéreo que el de sus predecesoras, con un enfoque más serio, el de mujer de negocios. No importa que su venturosa travesía empresarial de productos de maquillaje se considere frívola o no. Lo meritorio es que lo está ejecutando como toda una entrepreneur hecha y derecha. Tampoco importa que ahora quiera llevar esa experiencia a la televisión, al mejor estilo de su familia, porque, finalmente, esa es una de las nuevas formas de comunicación, muy eficiente por demás, que ha traído esta mega-revolución juvenil. El hecho es que esta novel emprendedora se ha desmarcado de esa pasada fórmula de encumbramiento consistente en exponerse frente al público sin una actividad concreta, para convertirse en una verdadera CEO de su existencia