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70 AÑOS DEL CAVALLINO
Quizá sea el ícono más reconocido del mundo automotriz; ese caballo negro relinchando dentro de un rectángulo amarillo inmediatamente nos remite a la deportividad, altas prestaciones y uno de los sonidos más bellos de un motor acelerando. Ferrari es, por mucho, el apellido más alabado del mundo.
Desde muy joven, Enzo Ferrari buscó entrar en la naciente industria automotriz y la vida lo llevó a convertirse en piloto de carreras. Ahí fue donde la chispa inició el fuego que lo llevaría a ser, años más tarde, uno de los jefes de equipo más exitosos de la historia, fundador de la escudería con más victorias y campeonatos en la Fórmula 1; alguien legendario en las 24 Horas de Le Mans y, por supuesto, en cientos de campeonatos de autos GT alrededor del mundo.
Sin embargo, Enzo no pensaba llevar sus vehículos a la calle, hasta que la falta de dinero para pagar su pasión le hizo usar la buena reputación que ya había creado en las pistas de carreras. Así, el 12 de marzo de 1947, “Il Commendatore” arrancó el motor del primer 125 S que se había construido en la planta de la marca en Maranello, Italia, y salió a los alrededores de la ciudad para probarlo. Fue así como inició otra historia para la firma, una llena de máquinas seductoras que roban miradas y corazones cada vez que tocan el pavimento.
Ya sea el 250 GTO, el Testarossa, el F40, el Superamerica, el F430, el Enzo o el imponente Laferrari, cualquier auto que porte el emblema del Cavallino Rampante siempre será un deportivo de ensueño, un bólido que atraerá a las cámaras fotográficas y las miradas de los curiosos, que rinden de esta manera un homenaje a Enzo y los purasangre de su caballeriza.