TIEMPO DE A YUDAR
Cuando se trata de beneficencia, las firmas relojeras más importantes del mundo marcan la pauta haciendo acto de presencia.
En mayo de 2015, durante una subasta de caridad en Ginebra a beneficio de Action Innocence, un par de coleccionistas de relojes se enfrentaron en una cerrada puja en la que ambos intentaban apoderarse de un Tourbillon Souverain único en su tipo, que la casa relojera suiza François-paul Journe había donado para contribuir a la labor de la fundación de beneficencia. Action Innocence es una organización sin fines de lucro con sede en dicha ciudad europea, que busca proteger a niñas y niños de los peligros presentes en Internet; su logotipo es un alfiler de seguridad sobre fondo violeta. A fin de darle a dicha subasta un toque único, Journe creó una carátula exclusiva en el mismo tono que el logotipo de la fundación. La puja fue encarnizada, pero cuando el reconocido coleccionista Claude Sfeir (quien posee más de 2,400 relojes) levantó la mano para ofrecer 350 mil francos suizos, su oponente, Robert Manoukian, finalmente tiró la toalla. Sin embargo, Manoukian pidió que los 300 mil francos suizos que había ofertado se añadieran al precio final del reloj, con la esperanza –dijo– de que Sfeir aceptara prestárselo de vez en cuando, por unos días.
Y así fue como el reloj de Journe logró recaudar 650 mil francos suizos a beneficio de Action Innocence: un precio tres veces mayor que el estándar para un Tourbillon Souverain. Este es un ejemplo estelar de un género relativamente nuevo de reloj de pulsera: el de caridad. Estos relojes han hecho mucho bien al aportar a incontables causas benéficas. Nadie sabe exactamente cuánto dinero han logrado recaudar, pero basándonos en las evidencias disponibles, la cifra puede, fácilmente, expresarse en millones de dólares a lo largo de los recientes 15 años.
Los relojes de caridad –ya sean piezas únicas que se donan a subastas con fines benéficos o ediciones limitadas que destinarán un porcentaje de sus ventas a una organización en particular– constituyen un escenario en el que todos ganan, porque las organizaciones benéficas obtienen visibilidad y hacen acopio de fondos para continuar con su labor humanitaria, mientras que los devotos de la alta relojería a menudo se van a casa con una pieza singular en muchos sentidos, amén de la satisfacción de haber contribuido con una buena causa. “Las casas relojeras se ganan las simpatías del público porque apoyan a una organización que lleva a cabo alguna labor humanitaria”, dice Paul Boutros, experto en relojes, Vicepresidente senior y Director de operaciones en Norteamérica de Phillips Auctioneers. “Se sitúan en la mira de clientes potenciales con mucho dinero y, además, tienen la oportunidad de promocionar su marca. Una subasta puede generar mucha expectativa alrededor de alguna pieza especial, lo que significa publicidad gratis para las casas relojeras”.
Sin embargo, a pesar de todo el bien que hacen, los relojes subastados para fines de caridad tienen ciertas desventajas. La primera es que no todas las compañías los fabrican (de hecho, la mayoría de ellas no lo hace). Aurel Bacs, experto subastador de relojes y Director del departamento de relojes de Phillips, en sociedad con Bacs & Russo en Ginebra, dice que él les advierte a las casas de los riesgos implícitos en el caso de que los relojes no alcancen los objetivos esperados durante las subastas de caridad. Quienes critican el modelo de destinar un porcentaje de las ventas de algún reloj a causas benéficas aseguran que al hacer accesible esta tendencia para los segmentos de precio medio a bajo dentro del mercado relojero, las subastas de caridad se han convertido en un artilugio de marketing.
Pero contra viento y marea, la categoría continúa viva. Entre las 44 marcas que en noviembre de 2015, en Ginebra, aportaron alguna pieza única para la subasta Only Watch, a beneficio de la investigación médica para la distrofia muscular progresiva, se encuentran algunos de los nom-
bres con mayor peso dentro de la industria relojera suiza (Patek Philippe, Vacheron Constantin, Blancpain, Richard Mille, Ulysse Nardin, etc). Los 10.37 millones de euros recaudados durante la subasta confirman la vitalidad y el poder que caracterizan al concepto de las subastas de relojes para fines benéficos.
Por regla general, las subastas con fines de caridad resultan mucho más atractivas para los coleccionistas de relojes precisamente, pues en ellas se exponen las más preciadas piezas: modelos únicos, que son la mejor expresión de la filantropía inherente al mundo de la relojería porque las marcas donan esas piezas, algo que normalmente contribuye a enriquecer las arcas de las organizaciones de caridad. Como explica Bacs, “en una subasta con fines benéficos, uno no va a tratar de conseguir un reloj a precio razonable. El objetivo es exactamente lo opuesto, es decir, pagar más allá del valor del artículo para ayudar a una buena causa”.
Algunas subastas, como Only Watch y la subasta de la Fundación (Red), generan muchísimo interés mediático. La Fundación (Red) cuyo co-fundador es Bono, el rocks
tar, organizó una subasta en Sotheby’s, en Nueva York, en 2013, para recaudar fondos para la lucha contra el SIDA. Jaeger-le-Coultre buscó la colaboración del diseñador Marc Newson y de Jony Ive, Jefe de diseño de Apple, para crear dos piezas exclusivas para la gala. Ive creó el Memovox Tribute to Deep Sea Europe, que se vendió por 365 mil dólares, y Newson fue el autor del reloj de mesa Atmos 561, por el cual se recaudaron 425 mil billetes verdes.
Sin embargo, la mayoría de las subastas, como la organizada a beneficio de Action Innocence, generan poca o nula publicidad. Patek Philippe, por ejemplo, apoya a una organización suiza de caridad llamada Chil- dren Action. Cada dos o tres años, con muy pocas fanfarrias de por medio, Patek idea un reloj único para una subasta a beneficio de dicha organización, que brinda ayuda a niños con problemas médicos y psicológicos. Los cinco relojes que la marca ha donado en los últimos 11 años han logrado recaudar 3.2 millones de francos suizos.
Cada año, las compañías relojeras donan piezas hechas ex profeso para subastas benéficas parecidas a ésa, celebradas en todo el mundo. El año pasado, por ejemplo, Blancpain donó un reloj de pulsera de triple fecha con fase lunar en oro rosa, con un rotor a la medida, para la subasta de Napa Valley, que brinda ayuda a una serie de hospitales y escuelas en California. La firma incluso ofreció personalizar la pieza, grabando la imagen que el ganador quisiera en el rotor. Blancpain colaboró con Swiss Air Lines para crear un lote con tema suizo que incluía, además del reloj, un viaje a dicha nación con vuelo y hospedajes pagados, lo que representó una recaudación de 140 mil dólares para la organización.
La otra clase de reloj de caridad, mucho más común, es una pieza comercial normalmente producida en número limitado con elementos de diseño vinculados a una organización con fines benéficos. Las compañías donan un porcentaje de las ventas a esa fundación y, en ese sentido, los acuerdos varían: algunas casas destinan un porcentaje de sus ganancias a la organización (dichos ingresos casi siempre se definen en términos de ventas, aunque algunas veces las denominan como ganancias). Los porcentajes pueden ir del tres al 30, aunque el promedio en la industria es del 10%, según nos confiaron algunos altos ejecutivos.
Otras compañías donan una suma fija por cada reloj vendido. Según el CEO de Hublot, Ricardo Guadalupe, esta casa produce, en promedio, tres relojes de caridad de edición limitada cada año. “En general, por cada pieza vendida, designamos una cantidad fija, de entre 1,000 y 3,000 dólares, a la organización”, confirma. Por otra