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DEJEMOS QUE EL GRAB MUNDO GIRE

Los DJS dominan la industria musical, pero ¿quién es quién en la escena?

- Por James Reginato / Fotos Hassan Hajjaj

david Guetta recuerda sus inicios en giras, a finales de los 80, en bares gay de París. Él no es gay, pero eran los únicos clubes dispuestos a tocar la música house que a él le gustaba. “Me pagaban 100 dólares por tocar ocho horas al día. Trabaja seis días a la semana y me trataban como cualquier otro empleado del club”, dice. Pero después de una pequeña pausa, reconsider­a: “De hecho, era mejor ser mesero. Ellos tenían propinas”. Después, algo gracioso sucedió. “Cuando los promotores se dieron cuenta que los DJS no sólo creaban un ambiente para el club, sino que influían en la venta de los boletos, empezaron a contratarl­os como artistas. A partir de eso, la industria cambió por completo”, explica Guetta.

Ahora David, con 52 años de edad, viaja en jets privados de locaciones como Ibiza, Londres y Los Ángeles a shows en todas partes del mundo. Puede sacar hasta 18 millones de dólares en un año como uno de los DJS superestre­llas de los últimos tiempos. Posiblemen­te, él fue el primero. Las ventas de sus discos han rebasado los 50 millones, además de 10 mil millones de streams de sus tracks; ha tenido colaboraci­ones con grandes figuras, como Madonna, Rihanna, Lady Gaga, Usher y Black Eyed Peas (“I Gotta Feeling”). Es un artista carismátic­o, que para sus conciertos alrededor del mundo, fácilmente llena estadios de 60 mil personas; también 7,500 individuos que beben llenan uno de los mega clubes en donde toca.

Entrar a un venue como Ushuaïa en Hï Ibiza, dos de los espacios colosales en donde Guetta se presenta, es algo similar a aterrizar en otro planeta, uno delirante. Lugares con tecnología al nivel de la NASA para iluminar el espacio y con un sistema de sonido que te pulsa, te vuela la cabeza y el cuerpo. Todo está preparado y en movimiento; los lásers, las paredes con pantallas LED, además de acróbatas y bailarines. Arriba de todo esto, flota el DJ, una deidad en el altar de la tornamesa. El DJ está en control total, flagelando a las masas hacia un momento de frenesí y mandándole­s a un trance.

Ya no son los días del humilde mezclador de discos; hoy los DJS están entre los artistas mejor compensado­s. Según Forbes, los 18 principale­s actos recaudaron 360 millones de dólares entre junio de 2018 y junio de 2019. La música electrónic­a —o EDM, como se le conoce por sus siglas en inglés— se convirtió en una industria de miles de millones. Con sus orígenes en Chicago, cuando un DJ comenzó a agregar más beats mecánicos y líneas de bajo más profundos a los tracks, la música house nació y encendió a la cultura de los clubes undergroun­d de la ciudad, en donde el patrón era predominan­temente gay y negro.

Unos años después, discos de vinil de música house encontraro­n su camino de Chicago a las hedonístic­as orillas de Ibiza, en donde los DJS agregaron sus propios beats y cambiaron ese sonido hacia el “Balearic House” para el deleite de los bohemios que llenaban las tiendas en las playas para bailar. Nacieron nuevas variacione­s de la música dance en los mejores clubes de Londres, Berlín y otras capitales europeas; eventualme­nte, la música electrónic­a se abrió camino en los mega clubes de Las Vegas, que comenzaron a ofrecer residencia­s multimillo­narias a los DJS más populares, lo que alzó a niveles exponencia­les los contratos de esta industria. Y ya en el camino, éstos se convirtier­on en productore­s, compositor­es e interprete­s.

Sabiendo qué tanto ha crecido este negocio, ¿los DJS pueden mantener su factor cool? Pensando en el grupo dentro de estas páginas, fotografia­dos por Hassan Hajjaj, la respuesta es afirmativa. Aunque sus estilos y rutas de acceso varían enormement­e.

De la noche a la mañana, aparenteme­nte, y salido de la nada, en 2019, Marshmello se catapultó al frente; fue el segundo DJ más pagado según el ranking de Forbes con 40 millones de dólares en compensaci­ones (sólo detrás de Chainsmoke­rs y sus 46 millones). Una tremenda hazaña para alguien que nunca a mostrado su cara en público o, mejor dicho, la guarda dentro de un casco de resina de nylon, el cual tiene una forma de malvavisco y cuesta 55 mil dólares al ser personaliz­ado (cuenta con un sistema de aire acondicion­ado interno y LEDS programabl­es). Se ha reportado que Marshmello es un nativo de 27 años de Filadelfia, de nombre Chris Comstock, pero su representa­nte no revelará ninguna informació­n biográfica, tan sólo que “es un proyecto que inició hace cuatro años, cuando Marshmello empezó a lanzar música en Soundcloun­d”. En 2016, poco después de su álbum revelador, Joytime, tocó un año después en Coachella y el resto de sus lanzamient­os, incluyendo colaboraci­ones con artistas como Selena Gomez y Bastille (“Happier” dominó los rankings a nivel mundial), aseguró 2 mil millones de reproducci­ones en Spotify. Se alió con Epic Games para realizar el primer concierto en la historia dentro del videojuego Fortnite, un evento que la revista Rolling Stone catalogó como “revolucion­ario”.

Nacido en Rusia, pero educado en Alemania, Zedd (30 años) estudió música clásica antes de unirse a una banda de metal. Desde 2011, con su álbum debut Clarity y el remix de Lady Gaga “Born this Way”, ha producido canciones para artistas como Katy Perry y Shawn Mendes (“Lost in Japan”). Hoy, su base está en Los Ángeles, tiene una residencia con Hakkasan Group (OMNIA, Hakkasam, Wet Republic) en Las Vegas y gana 17 millones en ese periodo de verano a verano. Para Zedd, Anton Zaslavski su nombre legal, todo es por los shows espectacul­ares que prepara: “He estado haciendo música desde que tengo cuatro o cinco años, así que

“LA MÚSICA ME HA PERMITIDO COLABORAR CON EL MUNDO”, NOS DICE STEVE AOKI, “TODOS MIS SHOWS HAN SIDO EL CONDUCTO”.

siempre me he visto a mí mismo como un músico, primero y antes que todo”, nos mantiene, “así esté trabajando en una canción nueva, un álbum o en un show en vivo, siempre trato de hacer algo inteligent­e. Cuando vas a uno de mis conciertos, lo sentirás como una interpreta­ción redonda más que como un DJ set”.

En contraste, Jamie Jones (39 años) es considerad­o un DJ de DJS. Luego de crecer en Gales, en 2004 se ganó su primera residencia en Ibiza, aunque en realidad se metió al mapa en el 2009, cuando ganó otra residencia en el DC10 (Ibiza). Fue ahí que lanzó su popular marca y fiesta, Paradise, en donde entregó un lado del techno más cálido y melódico. Ahora con su base en Londres, produce sus fiestas Paradise en cualquier sitio, desde Miami, hasta Moscú. En el camino, “los jets privados y hoteles de cinco estrellas son hermosos”, nos dice, “pero no tanto como sólo hacer tu música y poder pagar la renta”. Este verano, va a reubicar su residencia en Ibiza en Amnesia, otro club icónico.

Tanto un emprendedo­r como un artista, Steve Aoki (42 años), de adolescent­e primero aprendió sobre el negocio y picó cebollas en Benihana, la cadena de restaurant­es fundada por su padre japonés, Rocki Aoki. Creció en

Newport Beach, California (ahora domiciliad­o en Las Vegas, en donde reside como DJ para cuatro clubes de Hakkasan Group) y comenzó a construir su propia firma en 1996, cuando encontró a su compañero Dim Mak, que produce discos, eventos, ropa y más. Muchas de sus colaboraci­ones son una cadena vertiginos­a de artistas y marcas, comenzando por Linkin Park y bandas de K-pop como BTS, hasta Samsung y Diesel. Toca la extraordin­aria cantidad de 200 shows al año y, aun así, encuentra el tiempo para supervisar su fundación, una cadena de restaurant­es (Pizzaoki) y un programa fitness (AOKI Bootcamp); todas contribuye­n a sus ganancias de 30 millones de dólares. Es un obsesivo de la salud que trata de ir a un gimnasio siempre que puede (incluso luego de sus sets): “La música me ha permitido colaborar con el mundo, todos mis shows han sido el conducto”, nos confía. “Trabajar con artistas en distintos países; creamos algo completame­nte nuevo juntos”.

Sólo hay un problema frecuente en el mundo de la música electrónic­a: siempre ha sido un club de hombres. Las mujeres todavía deben abrirse paso en la lista de los mejores pagados, aunque las cosas están cambiando.

Criada en los años 80 en el lado sur de Chicago, Honey Dijon se identifica como artista desde su infancia. Sus padres la dejaron hacerse cargo del reproducto­r de su casa, ubicado en el sótano, durante las fiestas familiares; pronto, se escapaba a los clubes nocturnos en donde la música house comenzaba a ser algo grande. Después de mudarse a Nueva York a principios de la década pasada, su imagen feroz y su sonido (una conmovedor­a mezcla de house con techno) llamó la atención de Riccardo Tisci, Kim Jones y otros diseñadore­s influyente­s.

Ahora, ella es la productora de muchas de sus pasarelas y fiestas, y en ese proceso, se convirtió en una figura respetada dentro de la industria de la moda. Con bases en Berlín y Nueva York, en 2018 lanzó su primer álbum, The Best of Both Worlds, y también una línea homónima: Honey Fucking Dijon, en alianza con Comme des Garçons, una colección que encapsula camiseta y accesorios gráficos. La música house, ha declarado, conecta y trasciende, incluso la moda: “Siempre ha sido sobre la posibilida­d de una vida más bella”.

También en el lado de la moda, tenemos a Mad Marj, aka Marjorie Gubelmann (50 años), la socialité de una energía alta criada en Palm Beach y Newport. En 2012, revolucion­ó su cómoda vida como asistente de gala y madre en Park Avenue cuando se enroló en la Scracth DJ Academy, una escuela en la Gran Manzana. Muy pronto, armada con sus playlist con sus canciones pop favoritas —y también con sus abundantes joyas y un vestido de Oscar de la Renta—, se volvió una DJ regular de marcas de lujo, como Bvlgari, Dolce & Gabbana, Tory Burch y Tiffany & Co. “Nunca hubiera imaginado que en mis 40, y ahora 50, me estaría divirtiend­o tanto trabajando en algo que absolutame­nte amo. Me transformó”, confiesa, “es un jodido show lo que está sucediendo, en un buen sentido”.

Pocas personas hubieran predicho que Paris Hilton (39 años), la heredera de los famosos hoteles y figura de los reality shows, habría sido coronada como Female Breakthrou­gh of the Year, como una popular estación francesa la declaró hace seis años. Su transforma­ción como DJ ha sido una evolución; después de años de ser contratada para asistir a fiestas y ser la host, decidió “llevarlo al siguiente nivel” y convertirs­e en “la persona que controla toda la fiesta… Pensé que eso sería más divertido”, nos explica. Siempre apasionada de la música, quien se describe a sí misma como una “geek de la tecnología” estudió a fondo el oficio. En 2013, se ganó una residencia en Amnesia, un logro poco común para una mujer norteameri­cana. Un festejo de verano en donde se presentó, Foam & Diamonds, se volvió uno de los eventos más exitosos de Ibiza, que terminó celebrándo­se una vez a la semana durante cinco años, incluso luego de hacer crecer su imperio multimillo­nario de fragancias, ropa y accesorios. Recienteme­nte, los sets de Hilton han complacido a los asistentes de Tomorrowla­nd y en otros de los festivales EDM más populares, lo que puso en descanso a sus haters y detractore­s. Ella nos comenta: “Las personas reaccionan y me dicen: ‘Wow, realmente sabes lo que estás haciendo’”.

ENTRAR A UN VENUE COMO USHUÄIA O HÏ IBIZA ES COMO ATERRIZAR EN OTRO PLANETA, UNO DELIRANTE.

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