GQ Latinoamerica

ENTRE SOMBRAS, SECRETOS Y DEMONIOS

- Por Jesús Alberto Germán

Rebecca Hall regresa al cine de suspenso y horror con La casa oscura, un retorcido largometra­je que jugará con tu mente y te hará dudar hasta de tu propia existencia. En exclusiva, la actriz británica nos habla de Beth, su personaje en esta cinta, así como de sus películas favoritas del género y nos revela si cree en la vida después de la muerte.

Tras el funeral de su marido, Beth regresa a la casa de ensueño que construyer­on juntos al pie de un hermoso lago. Esa noche será la primera que no duerman juntos en la misma cama. La tristeza de esta despedida es evidente en el rostro de la mujer, que se niega a recibir compañía de la familia de su esposo. Sin embargo, en la madrugada, comienza a ser testigo de una serie de eventos sobrenatur­ales que la llevan a creer que se trata de una especie de “manifestac­ión” de quien fuera su compañero de vida. ¿Es real todo aquello que está viendo y escuchando, o simplement­e es parte de su duelo? Es entonces que La casa oscura comienza a llevarnos por un camino intrincado, donde cada elemento está puesto en el lugar adecuado para jugar con nuestra mente y no soltarnos hasta el último instante —que, por cierto, también nos deja reflexiona­ndo.

Desde su aparición en distintos festivales, The night house (su título en inglés), dirigida por David Bruckner (V/H/S, 2012; El ritual, 2017), comenzó a cosechar buenas críticas; en parte, gracias a un poderoso guion que logra mantener al espectador en vilo, pero también a un diseño de producción y ambientaci­ón que ayuda a elevar los niveles de suspense y adrenalina. En la ecuación hay un elemento sin el cual no se hubiera logrado tan buen resultado: la actuación de Rebecca Hall, quien prácticame­nte lleva sobre sus hombros el peso de todo el largometra­je. “¿Qué fue lo retador en esta cinta? Uy, todo. Más bien, qué no lo fue (ríe). Hay varias cosas que podría enlistar y que resultaron desafiante­s en este rol en particular, pero quizás la más grande fue mantener el ritmo, ese nervio que requería el personaje”, confiesa la actriz al otro lado de la pantalla del ordenador con su caracterís­tico acento británico. “En varias secuencias solamente estoy yo y nadie más. Quizás decir las líneas en este contexto podría parecer sencillo, pero sostener la energía y mostrarla en la historia, sin tener una contrapart­e, fue un trabajo complejo y exhaustivo; pero, al mismo tiempo, algo sorpresivo, porque la realidad es que a veces olvidas cuánta creativida­d y brillo recibes de otros actores en una escena, y ahora tenía que generar toda esa energía por mí misma”.

Aunque no se trató de su primera incursión en el séptimo arte, a Rebecca la conocimos muchos por primera vez en The Prestige (2006), la compleja historia de Christophe­r Nolan sobre la rivalidad entre dos “magos”; y a partir de ese momento, comenzó una fructífera carrera en la que ha sabido elegir muy bien aquellos personajes que sumen a su trayectori­a y a su labor. “Sí, suelo decantarme por papeles retadores”, confiesa. “Si el personaje me provoca un poco de miedo, si realmente no sé quién es o no estoy segura de cómo abordarlo, suelo elegirlo. Me gustan esos proyectos que me sorprenden o que despiertan mi interés”. Esta “filosofía” la ha llevado a colaborar con directores como el propio Nolan, Woody

Allen, Ron Howard, Ben Affleck y Nick Murphy; encarnando personajes muy distintos que le han valido diferentes nominacion­es a los galardones más prestigios­os del planeta, como el Golden Globe.

Lo cierto es que el género de terror no es algo nuevo para ella. Hace una década, protagoniz­ó The Awakening, una cinta ambientada en la Primera Guerra Mundial de la línea de “casas embrujadas”. En 2015, hizo lo propio con The Gift, un thriller lleno de toques de suspense en el que un matrimonio recibe una visita inesperada que cambia sus vidas. Y ahora hace lo propio como Beth, en una película con muchas “capas”. “Los espectador­es suelen pensar que las cintas de horror pueden ser una experienci­a divertida, pero son mucho más demandante­s que los dramas”, asegura.

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A más de 15 años de haber iniciado su carrera como actriz, uno de los compromiso­s aplazados que Rebecca tenía consigo, era el de dirigir un largometra­je. Finalmente, el año pasado logró tachar ese pendiente de su lista. Passing es el título de su ópera prima, una historia sobre dos mujeres negras que luego de ausentarse varios años tras su época de estudiante­s, terminan por reencontra­rse de manera inesperada y esto hará que sus vidas cambien por completo. “Está basada en la novela escrita por Nella Larsen y ambientada en la Holanda de 1929”, revela Hall. “Algo que me gusta de la actuación es toda esa parte emocional que puedes generar en un personaje, así que eso me ayudó en esta ocasión. Fue un verdadero honor ser testigo del trabajo de Tessa Thompson, Ruth Negga y todos los involucrad­os”.

De alguna manera, esa vena actoral le decía que el siguiente paso inminente era colocarse en la silla de directora. Y su instinto no falló. “Siempre había querido dirigir, siempre me había sentido fascinada por ello. Hay muchas cosas que hago. Obviamente la gente lo primero que piensa es en mi carrera como actriz, pero también soy escritora, pinto, toco instrument­os musicales. Tenía la sospecha de que la dirección sería una labor que me llevaría a converger todos estos intereses en una misma área. Y estaba en lo cierto”.

Precisamen­te el abordar a sus personajes desde un punto de vista emocional le ayudó a desarrolla­r a Beth, la compleja protagonis­ta de La casa oscura. “Afortunada­mente no tuvimos ninguna experienci­a sobrenatur­al mientras rodábamos la cinta. Gracias a Dios (ríe). Aunque hacer un largometra­je de este género no es tan aterrador como podría suponerse, porque hay mucha gente a tu alrededor. Para una secuencia pretendes estar atemorizad­a, echas un vistazo por encima de tu hombro y te percatas de que hay todo un equipo. Desde mi perspectiv­a, mientras más oscura parece la experienci­a en un rodaje, más brillante y amable suele ser el crew; pero también bastante innovadore­s y un tanto histéricos (ríe). Es muy divertido”, sentencia Hall, al tiempo que nos revela cuál es su título de terror favorito: “No estoy segura de tener una predilecta. Digo, siempre están esos clásicos de los cuales puedes echar mano cuando te hacen esta pregunta, como El resplandor o El bebé de Rosemary (ríe)”.

Entre los muchos planteamie­ntos y líneas, La casa oscura nos lleva a cuestionar­nos: ¿hay vida después de la muerte? Rebecca se toma unos instantes para responder esta pregunta y, con voz franca, dice: “No sé. Y esa es mi respuesta más sincera. Realmente no sé”. O

“SI EL PERSONAJE ME PROVOCA UN POCO DE MIEDO, SI REALMENTE NO SÉ QUIÉN ES O NO ESTOY SEGURA DE CÓMO ABORDARLO, SUELO ELEGIRLO”.

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