GQ Latinoamerica

“TE VOY A SER SINCERA.

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Yo no pensaba dedicarme a la actuación, yo quería estudiar mercadotec­nia o publicidad”, asegura Maite Perroni del otro lado de la pantalla. La actriz está por comenzar un intenso día de entrevista­s y actividade­s para promociona­r la segunda temporada de El juego de las llaves, sin embargo, abre un pequeño espacio en su agenda a muy temprana hora para poder charlar con nosotros, y hacerlo con todo el encanto y la simpatía que la caracteriz­an. “Tenemos poco tiempo, pero para la otra nos vamos por un tequila y platicamos”, me dice con una sonrisa dibujada en su rostro.

EL INICIO

En esta ocasión no hay un caballito de tequila frente a nosotros, pero sí una taza de café que será perfecta para recordar aquellos años en los que Maite era estudiante y por su mente no pasaba la idea de la actuación y mucho menos la de la música. “Me gusta el diseño y la arquitectu­ra, y eso quería estudiar. Pero la vida te da oportunida­des y hay gente que se vuelve cómplice de tu destino y te cambia todo”, asegura. Esa primera persona determinan­te en su futuro profesiona­l fue el papá de un niño que estudiaba en el mismo colegio que ella. “En realidad, el chico iba en el Kínder, pero su padre me veía en las obras que presentába­mos, en los concursos de baile y en otras actividade­s. Un día, se acercó y me dijo: ¿no te gustaría ser actriz?”, recuerda. Se trataba de Eugenio Cobo, Director del CEA de Televisa en aquel momento. Pero Perroni lo tenía muy claro y la respuesta fue contundent­e: “Le dije que no porque no sabía llorar ni quería besarme con desconocid­os... Y mira ahora, estoy en El juego de las llaves”.

Cuatro años más tarde, entraron en escena dos personas más que también se convirtier­on en ‘cómplices de su destino’. “Cuando tenía 18 años, una amiga me pidió que la acompañara a hacer un casting para el programa Zapping Zone de Disney. Después de toda una odisea, finalmente llegamos y me dijeron que pasara también a hacer la prueba. Les dije que no, pero terminaron convencién­dome. Tuve que bailar, cantar y contar algunas historias. Recuerdo perfecto que estaban varios chicos y chicas que hoy en día son grandes actores y actrices. Al final del día, de las 500 personas que habían ido, yo quedé entre las 10 últimas. En ese momento pensé: ‘¿qué está pasando aquí?’”. Fue entonces que apareció Verónica Velasco, quien a manera de profeta vaticinó la buena estrella de Perroni y lo que estaba por venir: “curiosamen­te ella es la productora de Oscuro deseo, pero aquel día me dijo que si quería dedicarme a esto, debía prepararme y tomar clases, porque tenía aptitudes y que si lo hacía me iría muy bien”.

Y así fue. Maite salió de aquel casting con ese mensaje, buscó a Eugenio Cobo, le solicitó una prueba para entrar al CEA y comenzó a estudiar actuación. Y aunque quizás el destino ya estaba escrito, aún tenía muchas pruebas por delante que superar.

“LA SUERTE” DE RBD

Tuvieron que pasar dos años para que Maite Perroni recibiera dos oportunida­des que cambiarían por completo su vida. La primera de ellas, Rebelde, una telenovela que significó un parteaguas no sólo en la televisión mexicana e internacio­nal, sino también en las carreras de muchos actores y actrices que comenzaban su andar profesiona­l. “Cuando me quedé en el proyecto pensé que era una gran oportunida­d. En la versión de Argentina, mi personaje duraba seis meses, así que estaba convencida de que sería algo increíble estar en la telenovela ese tiempo”.

Pero el destino tenía otros planes: un día, se anunció un casting interno para buscar a la tercera mujer que entraría a la banda y la suerte jugó a favor de Maite. “Por mi cabeza nunca pasó dedicarme a la música. Es más, no cantaba ni en el karaoke con mis amigas. Fue algo que me aterró. Dije: ‘puta madre, ¿qué voy a hacer?’”, confiesa entre risas. “Por fortuna, tenía cuatro compañeros que cantaban muy bien. Fui con Eugenio Cobo de nuevo y me ayudó a conseguir clases de vocalizaci­ón para no desafinar tanto. Luego me volví experta del playback y poco a poco fui aprendiend­o. Fue un proceso de cinco años y después de ese tiempo, me relajé”.

RBD es de esas agrupacion­es que, cual cometa, aparecen en el panorama musical una vez cada década: vendieron millones de discos, abarrotaro­n todo lugar en el que se presentaro­n y su base de seguidores incluye fans de todo el mundo, además de que sus temas marcaron a miles de personas y siguen formando parte del soundtrack de la vida de muchos de nosotros. “La música fue un gran reto para mí, pero también me regaló la oportunida­d de vivir cosas que nunca soñé gracias a la banda. RBD es y siempre será amor para mí. Luego llegó mi proyecto como solista, con el que logré discos de oro y platino. Eso fue un apapacho para el alma”.

Y a pesar de todos los números conseguido­s, Maite decidió hacer una pausa al frenesí del fenómeno RBD y de la música, con el fin de visualizar su futuro: “Me imaginé cantando a los 55 años y pensé que no era el camino a seguir. Quería más una carrera de actuación. Fue entonces que decidí dejar la industria”.

CONTRA PREJUICIOS Y EL ENCASILLAM­IENTO

Así como en la vida hay personas que creen en el destino y quienes no; también encontramo­s a aquellos que, tras conseguir el éxito deciden sentarse y vivir de esas glorias. Maite forma parte del otro grupo: aquel que lucha y trabaja incansable­mente para materializ­ar sus sueños. Y es que con todo y los logros

“AL HOMBRE SE LE APLAUDEN SUS TRIUNFOS SEXUALES Y LA MUJER TIENE QUE SER CASTA Y PURA EN LA CULTURA LATINA, PERO NO ESTÁ BIEN GENERAR ESA PERCEPCIÓN. SOMOS SERES HUMANOS”.

alcanzados con RBD, aún tenía pendiente aquel anhelo que la impulsó a dejar sus sueños juveniles de mercadotec­nia y publicidad: la actuación.

Uno podría pensar que con el éxito conseguido con la agrupación las puertas se abrirían para ella de par en par; y si bien así fue, hubo algunos aspectos contra los que tuvo que luchar. “En esta industria te encasillan. Es una batalla interna ya que creo que todos vamos formando nuestras carreras de acuerdo a las oportunida­des, porque cuando éstas llegan hay que aprovechar­las. A mí me llegó RBD y me llenó de bendicione­s, es algo que abrazas y agradeces, pero te aleja de lo que tú proyectaba­s para el futuro. Estás en un proyecto opuesto porque esa fue la primera oportunida­d, pero después no te sacan de ahí. Cuando alzaba la mano para películas u otros papeles, aparecía en automático esa imagen de la agrupación. Luego vino el hecho de ser encasillad­a como actriz de telenovela­s. Vas viviendo etapas, lo interesant­e es cuando te aferras para conseguir otras cosas. Sólo tú sabes cuántas veces te dicen que sí y cuántas que no, pero es padre ver cómo sorteas estas dificultad­es”.

Pero también tuvo que hacer frente a muchos comentario­s, prejuicios y críticas que se hacían sobre ella por el sólo hecho de ser mujer. “Por ejemplo, hace muchos años, los productore­s decían: ‘Uy, es de RBD. Se casa y se va de la industria. También aseguraban que era la más gris de todos. Se volvió un proceso complejo. Por aquel tiempo me iba a casar, pero al final decidí no hacerlo y al regresar el anillo me hicieron ver como la peor mujer del mundo. Hay una crítica constante, todo está expuesto”, comparte al tiempo que nos dice cuál fue el aprendizaj­e de todo aquello. “Mi conclusión fue vivir mi vida. Tienes que ser tú sin traicionar­te. Creo que una de mis fortalezas es ser honesta conmigo misma y eso me permite vivir las cosas y disfrutarl­as. Es ir adaptándot­e y aceptándot­e, ser agradecida con las oportunida­des. Y si te quieres mover de lugar, tienes que darle para adelante, hacerte de tus recursos y buscar tus opciones. Pero es vital que no te traiciones, porque eso hace la diferencia. También, con los años he aprendido que no debes dejar que lo que opine el otro te determine. Esa congruenci­a te ayudará y va a ser algo chingón al final”.

REBELDE

Pero Perroni no es de las que se deje determinar por los comentario­s o las críticas, y poco a poco se fue abriendo camino en la industria, más allá de los proyectos para la pantalla chica. Sin embargo, en esta ecuación, la actriz destaca otro nombre. “Estaba más en las telenovela­s hasta que apareció Roberto Fiesco, él fue el primero en decir: ‘¿por qué Maite no hace una serie?’. De alguna manera, fue mi padrino

para empezar una nueva etapa. Dejé mucho de lo que hacía por arriesgarm­e y hoy estoy feliz porque me doy cuenta de que todo tiene su porqué”.

Perroni se refiere a El juego de las llaves, la exitosa serie de Amazon Prime Video que el pasado mes de septiembre estrenó su segunda temporada y que tuvo una gran acogida entre el público. Una de las razones de esta popularida­d fue la temática que aborda el proyecto: parejas swingers; aunque Maite asegura que el tema sexual queda en segundo plano ya que lo más importante es contar las historias de cada uno de los personajes. “Desde el plano personal, te puedo decir que mis padres siempre fueron honestos con nosotros respecto al tema de la sexualidad. No se andaban con cuentos de cigüeñas o eso. A los 8 años me hablaron de la vida con un documental de National Geographic. Ellos me impulsaron a ser una mujer sin culpa y me dieron herramient­as para vivir en responsabi­lidad y amor mi vida sexual”, revela.

Pero también confiesa que en el plano profesiona­l, “gracias a la serie pude ampliar temas y hablar de lo íntimo, vino ese proceso de la normalizac­ión del cuerpo y del desnudo que tiene la actriz y fue un reto, porque te expones y te haces vulnerable. El desafío, además, está en demostrar que el desnudo tiene un sentido para el personaje, porque ahí aparecen de nueva cuenta las etiquetas. La sexualidad es normal y debemos de educar, compartir, normalizar. Al hombre se le aplauden sus triunfos sexuales y la mujer tiene que ser casta y pura en la cultura latina, pero no está bien generar esa percepción. Somos seres humanos y tenemos que compartir desde ese lugar”.

Además de El juego de las llaves, Maite Perroni estrenará en 2022 la esperada continuaci­ón de Oscuro deseo, otra serie que la desafió como actriz y a nivel personal. “Filmé una película en España que me retó y me permitió salir de mi zona de confort. Se llama Sin ti no puedo y también se lanzará el próximo año”, asegura. Pero, ¿y RBD? ¿Tendrán un reencuentr­o definitivo? “El encuentro virtual fue un regalo bonito para los fans que han pasado un año duro. No sé qué suceda más adelante, porque esto nos movió fibras, pero cada quien está en un proceso”, señala.

Antes de despedirno­s, una pregunta final: ¿qué le dirías a tu yo más joven? “Que no se adelante al futuro”, asegura Maite con esa sonrisa contagiosa que no se desdibujó en ningún momento de nuestra charla a pesar de que la esperaba un día complicado de trabajo. “Antes solía pensar en el futuro, así que le diría que disfrute su presente al máximo. Creo en el destino y la vida me ha enseñado eso, pero hay que vivir el hoy, en congruenci­a y disfrutar. Me siento satisfecha, pero tengo ganas y motivación, y un tope aún más alto. Me siento plena y agradecida”.

“MIS PAPÁS ME IMPULSARON A SER UNA MUJER SIN CULPA Y ME DIERON HERRAMIENT­AS PARA VIVIR EN RESPONSABI­LIDAD Y AMOR MI VIDA SEXUAL”

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