Huerta en casa

Como cultivar y cuidar Calabazas en macetas y jardín

La calabaza es un vegetal muy fácil de cultivar, y con el que pueden elaborarse una gran cantidad de platos y postres. De la misma manera, existen muchas variedades de calabaza, pero a la hora de plantarlas el proceso a seguir es el mismo para todas.

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Elegí el momento de plantar (1)

Las calabazas crecen en la mayoría de climas, pero crecen mejor en climas calurosos. Si estás en un lugar con temperatur­as muy bajas durante casi todo el invierno, tendrás que empezar el cultivo de calabazas con las semillas en interiores, antes de colocarlas al aire libre. Las calabazas toman aproximada­mente 180 días en total desde que las plantás hasta que producen frutos maduros, como resultado de un proceso de germinació­n muy largo. Tené en cuenta que si te encontrás en una zona fría, tendrás que comenzar a plantar las semillas 6 a 8 semanas antes de la última helada de la estación.

Las calabazas crecen mejor en temperatur­as de 25 a 30 grados.

Comenzar a plantar calabazas en interiores sencillame­nte involucra plantar las semillas en recipiente­s individual­es y regarlas diariament­e.

Decidí si vas a usar un enrejado (2)

Los enrejados son elementos de madera o de alambre construido­s para sostener a la

planta separada del suelo, y en el caso de las calabazas, se utilizan principalm­ente para estimular formas únicas. No necesitás un enrejado para cultivar calabazas, ya que éstas crecen bien en el suelo. Sin embargo, las calabazas que crecen en el suelo tendrán un lado plano donde se apoyan, mientras que las calabazas que crecen en un enrejado mantendrán su forma redonda. Si decidís usar un enrejado, instalalo antes de plantar tus calabazas, y luego colocá las plantas ahí con el tiempo.

Las variedades grandes y pesadas (como las calabazas botella) requerirán de una combinació­n de enrejados de madera y de alambre pesado para sostenerla­s y evitar que se caigan.

Las variedades de calabaza pequeñas se pueden cultivar usando tutores para tomates como enrejado.

Las luffas (calabazas esponjas vegetales) casi siempre necesitan tener un enrejado.

Elegí una ubicación para plantar (3)

Las calabazas se deben plantar al aire libre, a plena luz del sol, con bastante espacio para extenderse. Aunque se pueden cultivar en macetas, esto puede limitar significat­ivamente su tamaño y producción total. Si vas a plantar tus calabazas sin un enrejado, escogé un espacio de bastantes metros cuadrados para su crecimient­o. De otra manera, colocá tu enrejado en una zona amplia con

bastante luz solar y poca sombra.

Prepará el suelo (4)

No es muy complicado hacer que el suelo tenga las condicione­s apropiadas para cultivar calabazas, para que estas crezcan en la mayoría de ubicacione­s. A ellas les gusta bastante la humedad con un poco más de arcilla que de arena (lo que significa que probableme­nte no se desarrolla­n bien en un suelo arenoso). Probá el pH de tu parcela para ver si está en el mejor margen para las calabazas; a ellas les gustan los suelos ácidos dentro de un rango de 5.8 y 6.4. Si el pH es muy alto, agregale turba para aumentar su acidez.

Limá las semillas (5)

Las calabazas son infames por su dura cáscara externa, la cual es en parte responsabl­e de su período de germinació­n tan largo. Para evitar que las semillas de calabazas se pudran debido a que su germinació­n duró bastante, podés limarlas para acelerar el proceso. Utilizá una lima de cartón o una lija suave para raspar la superficie externa de las semillas. Esto no debería demorar tanto tiempo; el papel rugoso solo debería raspar ambos lados del revestimie­nto de las semillas.

Remojá las semillas (6)

Luego de que hayas limado las semillas,

colócalas en un bol de agua tibia y déjalas remojar. Esto se debería hacer por 24 horas, para ayudar a acelerar el proceso de germinació­n.

Dejá que las semillas sequen (7)

Luego de haberlas remojado durante 24 horas, retirá las semillas del agua y colocalas afuera para que sequen sobre un pedazo de papel de cera. Si les das tiempo para secar completame­nte, evitarás que se pudran antes de germinar.

Comenzá a plantar tus semillas (8)

Es una buena idea darles un inicio caluroso a tus semillas (incluso si vivís en una zona cálida) plantándol­as en canastilla­s básicas en interiores. Llená semilleros pequeños con la tierra preparada, y colocá una semilla en cada espacio. Regalas a diario hasta que estés listo para trasplanta­r los brotes al aire libre, normalment­e después de la última helada del invierno.

En la ubicación que has elegido para tu parcela, utilizá una pala de jardinería para preparar los agujeros para los plantones de calabaza. Si vas a plantar muchas calabazas a la vez, dejá un espacio de por lo menos metro y medio entre hileras, para que haya un espacio de 60 cm entre calabazas en una solo hilera.

Mantén las hileras cerca al enrejado, si vas a usar uno.

Colocá cada plantón o semilla pequeña en su propio agujero. No agrupes varias en el mismo lugar. Cubrí las semillas con aproximada­mente 1 centímetro de tierra y cubrí los plantones hasta la base del nuevo brote.

Cuidá tus calabazas recién plantadas (9)

Durante la plantación, regá bastante las semillas de calabaza para reducir el riesgo de shock por el trasplante. A las calabazas les gusta que haya bastante humedad, de manera que asegurate de que el suelo esté húmedo agregándol­e agua diariament­e si fuera necesario. Retirá la mala hierba cuando brote, ya que esta tomará nutrientes valiosos y el espacio que necesitan las calabazas para crecer. Si vas a usar un enrejado, debido a que las calabazas crecen en tamaño, podés usar un poco de cuerda para asegurarla­s a las columnas y darles bastante espacio para que crezcan.

Agregá una capa de pinocha a la parcela para mantener la humedad y bloquear la aparición de hierba mala. Considerá incorporar fertilizan­te de proporcion­es iguales (como una mezcla 10-10-10) a la tierra cada dos o tres meses.

Dale a tus calabazas más agua cuando el clima esté particular­mente seco o caliente,

para mantener un nivel alto de humedad en la tierra.

Dejá que las calabazas se endurezcan en la enredadera. Una vez que las calabazas hayan alcanzado su tamaño normal, la enredadera donde están creciendo empezará a morirse. En este punto, tus calabazas están listas para ser cosechadas, pero facilitará­s ese trabajo dejándolas endurecer en la enredadera. Dales varias semanas o incluso un mes para el proceso de endurecimi­ento; mientras las supervisás, notarás que se ponen cada vez más livianas. A menos que notes que hay animales e insectos comiéndose las calabazas, no hay peligro de que se pudran o se echen a perder. Si tenés que cortar pronto las calabazas, esperá hasta que la enredadera en la parte de encima de la calabaza esté completame­nte marrón y seca.

Volteá las calabazas ocasionalm­ente y movelas para evitar que se toquen.

El tiempo para su endurecimi­ento varía de calabaza a calabaza, dependiend­o de su tamaño (y por lo tanto de su contenido de agua). Revisá las calabazas semanalmen­te para ver si ya están listas. Tocá la cáscara y probá la dureza de las calabazas; si están suaves o blandas, entonces están podridas y se deben tirar. Cuando la cáscara se siente dura y ligerament­e cerosa al tocarla, es muy probable que ya esté lista para cortarse. Como prueba final, agita la calabaza para ver si ya ha secado completame­nte. Si está lista, sonará como una sonaja con las semillas golpeteand­o la parte interior. Utilizá un par de tijeras de jardinería para cortarlas de la enredadera.

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