Infotechnology

¿CÓMO FUNCIONA UNA “GRANJA DE TROLLS”?

Manipular las redes sociales es un negocio creciente, más cuando de políticos se trata. Los expertos cuentan detalles y el detrás de escena de una de las polémicas del momento.

- Por Sebastián De Toma

Los números impresiona­n: un estudio realizado por las universida­des de Carolina del Sur e Indiana estimaba que la proporción de bots dentro de Twitter era entre el nueve por ciento y el 15 por ciento del total de sus usuarios. La cifra de aquellos perfiles controlado­s de forma automática estaba entre los 30 millones y los 48 millones. P. trabajó varios años (entre 2013 y 2014) en una agencia que se dedicaba, por un lado, a la compra y venta de seguidores en redes sociales, y además a gestionar el contenido generado por esas cuentas. Prefiere resguardar su nombre porque trabaja en una empresa local de muy alto perfil. “Lo que hacíamos era comprar paquetes de cuentas”, recuerda. “La vendía un ruso, y venían de dos maneras, un paquete básico con perfiles vacíos o paquetes más caros con cuentas con contenido incluido que daba la impresión de una cuenta real para que Twitter no las bloquee.” Muchas de las cuentas eran creadas en China, afirma. “No todo es automatiza­do, porque para evitar que la red social los penalice por crear muchas cuentas desde una misma IP, entonces contrataba­n a muchos chinos que creaban unas pocas cuentas”, relata.

El paso siguiente era darle el color local a las cuentas. “Acá lo que hacíamos era cambiar los nombres, argentiniz­ar las cuentas, con imágenes muchas veces robadas, y después publicar con herramient­as desarrolla­das in-house de manera masiva como #Macrigato. Esa es la manera ‘cabeza’, porque también había servicios con redactores ad-hoc creando contenido personaliz­ado. Y, además, podés programar a las cuentas para que hagan retuit a los contenidos que publiquen dos o tres influencia­dores para lograr que un tema sea tendencia.”

En el último tiempo, la facilidad para crear trolls no es tal. “Todos saben que Twitter está ‘tocado’, que hay empresas que manipulan, entonces se usa con otra finalidad, no ya la de convencer sino la de llegar a ser ‘trending topic’ y, como estuvimos viendo estos días con el affair Facebook y Cambridge Analytica, usar inteligenc­ia artificial para generar publicacio­nes sofisticad­as en base a datos específico­s de los usuarios. Hoy se privilegia la calidad sobre la cantidad.” Otra fuente que pide el off, un expatriado argentino egresado de la carrera de comunicaci­ón de una universida­d pública que vive en Londres desde hace varios años, dice sencillame­nte que “cualquier actividad en las redes puede ser falsificad­a”. Comenta que hay toda clase de personas que contrata este tipo de servicios, incluso famosos con muchos seguidores que quieren tener más. Y da cifras: 1.500 seguidores en Twitter cuestan US$15; 10.000, US$ 80, y después hay paquetes que mezclan redes sociales (las cifras pueden verse en una web muy obvia que el entrevista­do menciona, www.comprasegu­idores.com). Matías Katz, por su parte, Chief Executive Officer de Mkit (compañía dedicada a la seguridad informátic­a), cuenta que comprar 10.000 cuentas de Twitter cuesta US$ 90, en Facebook US$ 150 y en Instagram, US$ 180. “Es importante hablar de estas cuestiones porque, aunque parezca una tontería, en el fondo el objetivo es manipular a la opinión pública, hacer creer que la gente piensa algo que no es así. La psicología ha estudiado que tendemos a acomodarno­s a la opinión que creemos que es general”, argumenta el comunicado­r consultado que pasa sus días en la capital inglesa.

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