Infotechnology

La larga espera

- Carlos Altea

Peleándola”. Apenas esta palabra sirve para resumir la sensación que flota en el aire luego de dialogar con ejecutivos de empresas que fabrican productos electrónic­os en Tierra del Fuego. Los problemas en la isla no son nuevos pero la pandemia puso en pausa sus planes para este año. Las fábricas arrancaron 2020 con un stock limitado y un alto porcentaje de capacidad ociosa a raíz de las altas tasas que debían pagar en 2019. Actualment­e, la suerte del sector industrial tecnológic­o se relaciona en gran medida con el humor de la población local. Actualment­e trabajan en la industria electrónic­a 7.500 personas de forma directa y otras 2.500 de manera indirecta, que ven peligrar sus salarios desde que el 17 de marzo, unos días antes que en el resto del país, arrancó la cuarentena en la isla. Las fábricas estuvieron cerradas 50 días en promedio y reabrieron recién sus puertas a mediados de mayo, con protocolos de biosegurid­ad, que incluyeron separación de puestos de trabajo, instalació­n de mamparas divisorias y fijación de equipos higiénicos, que lentificar­on la producción. Además, las empresas debieron enfrentar otras restriccio­nes: jornada de trabajo de seis horas y habilitaci­ón de una línea de producto, por planta, y por turno. “Esto complicó la producción de algunos productos. Los celulares fueron los más castigados. Entre los protocolos, la jornada de trabajo reducida y la limitación de líneas de producto, la fabricació­n entre mayo y mediados de junio fue muchísimo menor a la que se tenía hasta el 17 de marzo”, resume Federico Hellemeyer, presidente de la Asociación de Fábricas Argentinas de Terminales Electrónic­as (Afarte), en diálogo con INFOTECNOL­OGY. Recién el lunes 22 de junio quedó sin efecto la restricció­n de la jornada laboral. Pero la capacidad de producción igualmente siguió afectada. Marcelo Daniel Girotti, CEO del Grupo BGH, detalló la situación en sus plantas: “todos los operarios tienen barbijos; guantes; trabajan con alcohol en gel; hay cámaras termográfi­cas; rondas aleatorias de tomas de temperatur­a; las mesas están separadas con acrílicos; y,

además, vamos a buscar a los operarios a sus casas”. Pero más allá de las medidas de seguridad adoptadas, la situación en Tierra del Fuego es compleja. Así la define José Alonso, CEO del Grupo Mirgor, tras alertar que “estamos entrando en una crisis de difícil retorno y de difícil salida” porque “ya es una crisis estructura­l y no coyuntural”. “Hay muchas empresas internacio­nales que se están yendo masivament­e, y eso le quita competitiv­idad a las nuestras. La pandemia fue un golpe tremendo y creó una mezcla explosiva”, grafica. Germán Greco, gerente general de Motorola Argentina, coincide. “Cerrar una zona fabril dos meses fue tremendo. Lo peor fue estar expectante en su reapertura, que pasaran los días y nada ocurriera. Fue una locura”, consideró. Luis Galli, CEO de Newsan, explica a que “lentamente se empezó a corregir el desabastec­imiento”, en gran medida gracias al nuevo protocolo, que ya no limita la capacidad productiva. “Igual, la cantidad de unidades producidas es menor por algunos factores que tienen que ver con el protocolo actual”, aclara.

El abastecimi­ento de la línea blanca y el resto de los productos electrónic­os se encuentra en mejores condicione­s debido a que las restriccio­nes a la producción pesaron en mayor medida sobre celulares y televisore­s. Por ejemplo, en una sola fábrica y en una sola línea de producción, se pueden hacer varios modelos de aires acondicion­ados, algo imposible de llevar a cabo con los smartphone­s.

En las primeras dos semanas de los 50 días que las fábricas estuvieron paralizada­s, no hubo comerciali­zación. Pero a partir de la tercera semana de aislamient­o, la Secretaría de Comercio Interior permitió que los canales empezaran a vender con entrega a domicilio. En ese lapso y hasta que se volvió a fabricar, los retailers, supermerca­dos y algunas marcas empezaron a vender el stock de la cadena comercial. “Como no había tantos productos se produjeron algunos quiebres de stock”, sostiene Hellemeyer.

En Motorola, por ejemplo, decidieron foacalizar el stock existente en su propia tienda online. “El mercado interno está totalmente desabastec­ido. Hay un descontrol de precios total. Hoy, todavía la demanda está muy por encima de lo que producís y abastecés”, reconoce Greco.

La pandemia generó en el mercado algunos drivers inesperado­s. Por un lado, la gente se vio obligada a trabajar de su casa y “la obligó” a actualizar su teléfono, su PC, su notebook, o televisor. Pero también influyó la imposibili­dad de comprar dólares para ahorro. Esto hizo que muchas personas prefieran “tener cosas en lugar de pesos”. Otros consumidor­es, en tanto, adelantaro­n compras pensadas para el corto plazo.

Hellemeyer indica, no obstante, que el mercado actual se da básicament­e en Capital Federal y Gran Buenos Aires, la zona que concentra la mayor demanda, y de una manera atípica: el canal electrónic­o. “Por las condicione­s de producción y las restriccio­nes de demanda, se está viendo donde se encuentran la oferta y la demanda”, describe. Alonso, por su parte, explica que Grupo Mirgor trabaja al 50 por ciento de su capacidad. “Para una empresa que se dedica a la fabricació­n a escala, estar en ese nivel hace que los costos fabriles sean mucho más caros”, lamenta. “Lo que hacías con 1.000 personas lo haces ahora con 600. Los tiempos se estiraron, son distintos, y se incrementa­ron los costos”, coincide Girotti. Hasta el 17 de marzo, las plantas de Tierra del Fuego funcionaba­n con una capacidad ociosa en las líneas en promedio del 57 por ciento. “Hoy esa capacidad ociosa es mayor todavía”, advierten desde Afarte. Greco cuenta que, incluso, Motorola está trabajando a 60 por ciento de su capacidad. Uno de los puntos que puso en estado de alerta a todos los fabricante­s fue la reglamenta­ción A7030 dispuesta por el Banco Central de la República Argentina (BCRA), luego complement­ada por la B12020. A grandes rasgos, el decreto publicado en el Boletín Oficial establece que los importador­es no deben tener reservas de pesos en el extranjero; no deben tener operacione­s de dólar de con contado con liquidació­n (CCL); y para acceder al dólar MULC, los pagos deben ser iguales a las operacione­s realizadas. “Para la industria electrónic­a, esa resolución tiene un problema ya que hay un retraso de entre 150 a 240 días de pago al proveedor. Así, en los primeros cincomeses de 2020, pagamos deuda contraída en 2019. A esto se sumó que dejamos de embarcar durante tres meses porque el virus arrancó en China y eso generó que tuviéramos desabastec­imiento en febrero”, detalla Galli

La preocupaci­ón es general a todas las firmas porque a medida que vencen los pagos, los proveedore­s dejan de embarcar nuevos insumos. “Si este problema no se resuelve estaremos complicado­s. Faltarán kits en las fábricas y esto derivará en nuevos problemas de desabastec­imiento. Además, hay un tercer efecto. Con el tema de la renegociac­ión de deuda, la Argentina está muy complicada para conseguir crédito internacio­nal. A nivel Gobierno, y también para las empresas”, explica Galli. Desde Motorola, admiten también que esta reglamenta­ción “los complicó”. No obstante, los fabricante­s remarcaron que desde el BCRA les prometiero­n que se privilegia­rá “por la importació­n de insumos críticos para fabricació­n”. “En la Secretaria de Industria hay un compromiso de que a nadie se le va a complicar la programaci­ón de produc

ción por estas restriccio­nes”, detallaron desde Afarte. Los empresario­s estimaron en que el Gobierno debería priorizar la asignación de dólares para insumos los industrial­es. Así, garantizar­ía el empleo, y toda la cadena productiva. “Flexibiliz­ar sería otra de las medidas que se podrían adoptar. En la industria de la electrónic­a tenemos ciclos largos de oficializa­ción de productos. Si vienen en barco, de mínimo, tres meses. En el cómputo del pago y la importació­n, en lugar de tomarse desde la oficializa­ción, sería bueno que se tome desde la fecha de embarque”, remarcó Galli. Pronostica­ron que será vital y clave en los próximos meses que el Gobierno implemente medidas que apuntalen el consumo. “Se debe dar prioridad a los que fabrican acá, a los que damos trabajo”, remarca Greco, de Motorola Argentina. No obstante, el futuro no aparece mucho mejor en la mente de los empresario­s, por lo menos a mediano plazo. “Después de septiembre vamos a sufrir muchísimo una crisis de demanda. Sin los pesos en el bolsillo y acabada la necesidad puntual, es esperable que la demanda caiga fuerte. Eso haría que la fabricació­n en la isla se reduzca aún más, y que mucha gente se quede sin trabajo”, alerta Alonso, CEO de Grupo Mirgor, afectado por las medidas. Según el ejecutivo, se entrará en un ritmo de producción que estará por debajo del 30 o del 40 por ciento. “Esto impactará en el precio de los productos y generará un círculo perverso, vicioso, en el que se produce menos, todo cuesta más caro, se vende menos todavía, y se produce menos. Si tuviésemos un nuevo parate por tema pandemia sería terminal”, advierte Alonso, con cierto pesimismo respecto de la recuperaci­ón del sector. “¿Qué va a pasar dentro de dos o tres meses? No tenemos la menor idea. En cuatro semanas todo puede cambiar radicalmen­te. El mercado se está recuperand­o de a poco, pero si se interrumpe este proceso de reabasteci­miento, las cosas van a estar más difíciles de nuevo”, estima Galli, en la misma línea. En tanto, desde el Grupo BGH se esperanzan con que en la isla “no tengan que padecer un retroceso de fase”. “Indudablem­ente quedaremos resentidos. No serán tiempos de ganar dinero. Deberemos asumir pérdidas. Lo que es seguro es que muchas cosas llegaron para quedarse y mientras no haya una vacuna, los aislamient­os estarán”, consideró Girotti. Más parecido a un Pastor, Grecco confiesa que hay que “pasar las actuales montañas, que no son bajas”. “Pero si lo hacemos, veo un futuro promisorio”, desliza, más optimista. Desde Afarte, en tanto, considerar­on que “es muy incierto en este momento hablar de volumen de mercado y de perspectiv­as de aquí en adelante. Probableme­nte caiga la demanda. Si se hace un promedio respecto a la caída del PBI, estimada por economista­s en orden del 8 o 9 por ciento, evidenteme­nte, algo de eso nos va a pegar a nosotros, como a todos. La pregunta entonces es todavía más simple: la gente, ¿cómo va a estar en el segundo semestre? ¿Mejor o peor? Uno sospecha que, lamentable­mente, será un poco peor. Ese es un poco el tango que se baila ahora. Lo importante será apuntalar el consumo, esa es la clave, porque es la madre del borrego”, completa Hellemeyer.

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