LA NACION

Costos en dólares, ganancias en pesos

Como el resto de los mercados, el de las flores sufre la inflación

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oji Takashi empieza quejándose: que así no se puede, que no tienen ganancia, que entre los insumos dolarizado­s y el precio estancado de las flores no hay negocio.

También se queja de las nuevas generacion­es: él, uno de los fundadores de Mercoflor, el mercado mayorista de flores que está en las afueras de La Plata, se desvela si un día no vende bien. Sin embargo, en el puesto al lado del suyo, un productor muy joven –también descendien­te de japoneses– está contento porque su equipo ganó el fin de semana, aunque le quedaron la mitad de los ramos sin vender.

Takashi llegó a la Argentina en 1984. Tenía 26 años y venía de Paraguay. Hoy cultiva rosas, gerberas y liliums con peones y medieros que trabajan su tierra mientras él se concentra en la parte comercial. Su queja se va a reproducir en todos los puestos: “Los precios de los insumos son en dólar negro y las flores se venden muy baratas. Nosotros ahora mantenemos, no hay ganancia”.

“En floricultu­ra, el precio no se fija en función de los costos. Acá tiene una dinámica diaria, regida realmente por la oferta y la demanda”, explica Yuka Yamawaki, contadora y gerenta de Mercoflor, hija de floriculto­res que querían que ella se dedicara a otra cosa para no pasar “tanto sacrificio”. Yuka les hizo caso y estudió. Ahora pone esos conocimien­tos al servicio de la actividad que la llevó a la universida­d.

Las flores se pudren, por eso hay que venderlas cuanto antes. Y si pasan los días y no se venden, hay que apostar a perder lo menos posible. “El productor no hace un análisis de costos, de cuánto es lo mínimo a lo que puede vender, vende al precio que puede”, grafica Yuka.

otro gran problema es que, mientras los insumos corren detrás del dólar blue, los precios mayoristas de las flores no van a la par de la inflación.

“Algunas flores se venden al mismo precio o a menos que el año anterior. El aliciente está en que el calendario anual tiene muchas fechas como San Valentín, Día de la Mujer, de la Madre, del Padre o de la Primavera, en las que el productor vende mejor su mercadería. Si le va mal un mes, está con la expectativ­a de que la próxima le va a ir bien”, explica Yuka.

“El productor no hace un análisis de costos, de cuánto es lo mínimo a lo que puede vender, vende al precio que puede”

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