Una nueva manera de consumir ficciones
La llegada de Gran Hermano a fines de los 90, como primer exponente de repercusión masiva del género de los reality shows, trajo cambios en lo que resulta aceptable –y muchas veces deseado– para los televidentes como propuesta de consumo televisivo. antes de la llegada de estos programas, que ofrecen durante largos períodos de tiempo la visión de unos personajes –los participantes– haciendo “algo” o hablando sobre alguna cuestión que despierta el interés de la audiencia, era difícil imaginar noticieros en los que los conductores se la pasaran especulando durante horas sobre alguna cuestión de actualidad. Hoy ésta es una práctica constante en las señales de noticias. Tampoco se podía pensar en una ficción en la que la atracción fueran las características de los personajes, pero en la cual el avance de la historia se diera a paso de tortuga. El desarollo de Viuda e hijos del rock and roll, que terminó esta semana, demostró que actualmente es posible que eso suceda.
la tira que produjo Underground para Telefé estuvo al aire casi nueve meses, tiempo en los que se emitieron 154 episodios que obtuvieron un promedio de 13 puntos de rating, una cifra de audiencia más que aceptable. Sorprendentemente, en esos nueve meses, las historias principales en las que se basó la trama escrita por Ernesto Korovsky, Silvina Frejdkes y alejandro Quesada avanzaban con cuentagotas. la mayoría de ellas –v.g. la salida del placard de Segundo arostegui– avanzaron recién hacia el final. la atracción del programa estuvo en los personajes, encarnados por grandes intérpretes y con acciones guionadas que permitían verlos hacer “algo” y decir cosas mucho más graciosas y divertidas que las que hacen los participantes de un reality show.