Predominio europeo en la competencia
CANNES.– El horror del Holocausto y una distopía futurista fueron los temas de las dos películas presentadas ayer en la Competencia oficial por la Palma de oro.
Son of Saul, ópera prima del húngaro László Nemes, generó una apasionada polémica cinéfila (e ideológica) entre quienes la consideraron poco menos que una obra maestra y aquellos que la encontraron demasiado virtuosa, estilizada y manipuladora en su exploración de las experiencias de Saul Ausländer, miembro del Sonderkommando, un grupo de judíos (prisioneros, pero con ciertas ventajas) que trabajaron para los nazis en el campo de concentración de Auschwitz. Si bien la historia está contada con un sistema narrativo que hace un notable uso del fuera de campo y del sonido, las escenas en las cámaras de gas, los fusilamientos masivos, las fosas comunes y los cadáveres apilados conforman una película sobrecogedora y extrema.
otro realizador europeo, el griego Yorgos Lanthimos (Dogtooth, Alps) rodó mayormente en Gran Bretaña, en inglés y con un elenco de grandes figuras (Colin Farrell, Rachel Weisz, Ashley Jensen, John C. Reilly, Léa Seydoux y Ben Whishaw, entre otras) The Lobster, una inquietante película ambientada en un futuro no muy lejano en el que las personas que están solas son enviadas a una suerte de hotel de lujo en el que tienen 45 días para encontrar pareja o se convertirán en… animales. La segunda parte –con persecuciones a los rebeldes y con una veta romántica– tiene algunos puntos en común con Los juegos del hambre. Director talentoso y lleno de ideas, esta vez Lanthimos parece demasiado enamorado de su material y el resultado no es del todo convincente.