#NiUnamenos: cómo salir de Twitter y llegar a la calle
Las tuitstars se unieron y lograron transformar este hashtag en una consigna masiva contra los femicidios
El lunes 11 de mayo el caso de Chiara Páez, la adolescente de 14 años asesinada en Rufino, Santa Fe, por su novio, conmovía al país. “¿No pensamos hacer nada? Nos están matando a todas”, fue el comentario inicial. “Se me ocurre una megamarcha con referentes grosas convocando”, fue la primera respuesta. Este intercambio, que se podría haber dado –y que seguramente se dio– en cualquier mesa de café, fue en Twitter. Las interlocutoras no eran vecinas, sino periodistas con cientos de miles de seguidores. Y lo que podría haber quedado en un comentario indignado ya se convirtió en una movilización masiva con fecha, hora y lugar, a la que adhirieron cientos de actores, artistas, periodistas, ilustradores, cómicos y políticos de los más variados sectores y partidos.
El puntapié inicial lo dio la periodista Marcela Ojeda y rápidamente se sumaron colegas como Florencia Etcheves, ingrid Beck, Hinde Pomeraniec, la actriz Mercedes Funes o la escritora Claudia Piñeiro.
Así, un sinfín de mujeres hicieron de Twitter un espacio para poder organizarse y hablar públicamente de un tema por demás preocupante, pedir flyers a diseñadores que en el mismo momento mandaron propuestas, y arrobar a personalidades influyentes para que apoyaran la causa.
A pesar de ser tuitstars, la vertiginosa viralización de la propuesta sorprendió incluso a las propias organizadoras: “No nos imaginamos este nivel de convocatoria, nos superó completamente, está ya fuera de nuestro alcance. Lo que sí estamos consensuando es un documento para leer en el acto del 3 de junio, y exigir a partir de ahí que haya políticas publicas en relación con los femicidios”, detalla Ingrid Beck.
Ahora, ¿cómo se explica que determinadas demandas de Twitter hagan eco y terminen en una movilización masiva y otras pasen directamente inadvertidas? El periodista especializado en tecnología Tomás Balmaceda advierte que no es fácil dar una respuesta certera: “Como todo «lo viral», es difícil de explicar de manera sistemática. La Web es en esencia caótica y se resiste a ser explicada de manera sencilla. Creo que en el caso de #NiUnaMenos, se produjo la unión del genuino estupor que generó el crimen de Rufino y la aparición de una expresión catalizadora de la indignación tras la sucesión de femicidios muy sonados”, arriesga.
A su vez, siendo el femicidio un tema de larga data, ¿por qué se viraliza ahora en las redes? Ingrid Beck sostiene: “Hay un hartazgo en relación con este tema, se están publicando en estos días muchos casos, y casos además de adolescentes, por un lado, que son mujeres más indefensas, y por otro, las mujeres que fueron asesinadas en lugares públicos: el espacio publico ya no es un lugar seguro para ninguna mujer. El caso de la mujer acuchillada en pleno día en una confitería en Caballito, el caso de la maestra jardinera en Córdoba, la médica asesinada por su novio a la salida de un bar en Puerto Madero. Entonces, hay un hartazgo social y una preocupación legítima con respecto a esto”.
Y, por supuesto, no hay que dejar de tener en cuenta las facilidades que brinda un dispositivo como Twitter, que ayuda a aglutinar rápidamente a personalidades destacadas y más aún teniendo en cuenta que las convocantes son figuras públicas que suman cientos de miles de seguidores. En este sentido, Santiago Siri, emprendedor y fundador del Partido de la Red, argumenta: “Lo principal en toda viralización [tanto biológica como cultural] son los agentes de influencia, es decir: los usuarios que tienen llegada en el grafo social o muchas conexiones. Creo que en esta campaña han sido muchos los influenciadores que han participado”.
La escritora Claudia Piñeiro fue una de ellas: se involucró activamente en la difusión de la iniciativa y en el intento de sumar adeptos. “La idea era convocar a muchísima gente, creo que todas lo entendimos y fue lo que estuvimos haciendo. Empezamos a arrobar a personalidades muy conocidas y a pedirles fotos con el cartel de #NiUnaMenos y la convocatoria a la plaza. Las que tenemos más contactos en Twitter empezamos a pedirles a otros que tienen muchos más contactos que nosotras. La idea es llegar a todos, esto tiene que ser una cuestión de toda la sociedad, porque sino no se resuelve”, sostiene.
Claro que esta iniciativa tiene un antecedente, surgido de otra red social: Facebook. En marzo, un grupo de periodistas y escritoras –entre las que se encuentran María Moreno, Marta Dillon, Gabriela Cabezón Cámara, Selva Almada con su reciente libro Chicas muertas–, preocupadas por problemáticas vinculadas al género, tomaron el caso de Daiana Ayelén García, la joven de 19 años que había salido a buscar trabajo en Palermo y apareció muerta, como puntapié, y organizaron una maviral, ratón de lectura en la plaza Boris Spivacow (detrás del Museo del Libro y de la Lengua) contra los femicidios.
“Ése era el antecedente, pero con otros tiempos, los tiempos de Facebook. Surgió de una mayoría de escritoras y periodistas que no están en Twitter y la mayoría tiene tiempos de la escritura, son periodistas gráficas y no tanto de medios audiovisuales –relata la periodista Hinde Pomeraniec, que integra ambas iniciativas–. Pero lo de #NiUnaMenos surge de periodistas de radio y TV, y en Twitter, por lo que cuando empezó la cosa tuvo un vértigo impresionante, mientras lo otro era: «Bueno, lo pensamos y mañana resolvemos», esto fue que en una hora había ya convocatoria con fecha y horario.”
Sin embargo, es importante que, en iniciativas de este tipo, lo vertiginoso e instantáneo de Twitter tenga un correlato con la cantidad de asistentes a las distintas acciones destinadas a combatir, en este caso, el femicidio. Ingrid Beck prefiere ser cauta, y advierte: “El tema de todos con la foto es como se propagan las cosas en las redes sociales, no sé si hay modo de que se propaguen de otra manera, me parece que hay que ver qué pasa con eso, vamos a ver que no es un flashmod cuando estemos en el Congreso”.
Y también, al ser una iniciativa que tuvo su origen y desarrollo en Twitter, no deja de estar exenta de sarcasmo y provocaciones. Ante esto, Claudia Piñeiro aduce: “Cuando yo explico que muere una mujer cada 30 horas, 277 en total en 2014, algunos hombres en Twitter chicanean diciendo: «¿Y cuántos hombres murieron en 2014?» Bueno, obviamente, éstos son asesinatos por el hecho de ser mujer, no es comparable con un hombre que matan en un asalto, un hombre que matan en calidad de hombre sería comparable... A veces parece mentira que uno tenga que ponerse a explicar estas circunstancias”.
Y agrega: “Por supuesto que si hubiera algo que pelear para los hombres, yo sería la primera, a mí no me interesa si es de hombres o mujeres, acá lo que se está viendo es una cuestión social en la cual hay muertes de mujeres por el hecho de ser mujeres y que cada vez involucran más adolescentes. Una cosa en la que hicieron mucho hincapié en la maratón de lectura de marzo es en el despojo del cuerpo, mujeres asesinadas y que aparecen en los basurales, hay un desprecio por la mujer viva y muerta, indignante”.
Otra cuestión vinculada a la masividad de la convocatoria es cómo reaccionar ante la foto y la presencia de políticos. En el caso de #NiUnaMenos, la idea es poder capitalizarlas. Hinde Pomeraniec considera que, en ese sentido, “se debate si hay que ir a un acto donde todos los políticos están poniendo la carita. Yo creo que cuando vos llamás a una consigna de esta naturaleza, lo importante es que vaya todo el mundo y se banquen las consecuencias, hay políticos que se sacan la foto y después se tienen que bancar convertirse en un meme, es un problema de ellos. Además, ya que estamos en un año electoral, que haya un compromiso abierto a que éste sea un tema de campaña”.
En definitiva, la mecha está prendida y lo que comenzó siendo un intercambio virtual logró trascender las redes y tomar forma de manifestación en la calle. Aunque pueda pensarse que Twitter es una red encapsulada en la que se debaten hasta el hartazgo cuestiones que no hacen a la realidad del país, viralizaciones de este tipo demuestran que el más superfluo es sólo uno de los tantos usos que se pueden hacer de las redes.