El gran desencuentro
La dominicana Aurora Arias presenta en Emoticons relatos posmodernos sobre mujeres que no pueden imponer su voz
E n La cultura de la conversación, la crítica Benedetta Craveri proponía un recorrido pormenorizado por la sociedad del antiguo régimen donde eran las mujeres, y no los hombres, quienes establecían las reglas del juego. Antes incluso de la Revolución Francesa, figuras como la duquesa de Longueville, mademoiselle de Montpensier, la marquesa de Sablé, la marquesa de Sévigné y madame de Tencin modelaron una novedosa forma de conversación intelectual con temas tan diversos como el arte, la danza, la literatura, la música pero también la historia, la reflexión filosófica y, en definitiva, las ideas, en los suntuosos salones de Versalles y París. Esa poética de la conversación que, además de unir ligereza y profundidad, contaba con reglas claras contrarias a cualquier vehemencia y enfrentamiento verbal, y priorizaba el talento para escuchar por sobre el talento para hablar, prepararía el terreno al debate de la Ilustración.
Mucho más acá en el tiempo y del otro lado del océano, la poeta y narradora dominicana Aurora Arias (residente en Estados Unidos) extrajo de la más variada gama de conversaciones el jugo literario para construir una serie de relatos posmodernos y potentes, protagonizados por mujeres que, por alguna razón, no pueden imponer su voz, tratan de ejercer algún tipo de control pero, por el contrario, terminan viendo cómo fracasan casi todos sus vínculos sociales, afectivos y amorosos.
Permanentes rumores de vecinos acerca de la inseguridad (perpetrada, sobre todo, por los siempre demonizados haitianos), fragmentos de canciones populares (salsa, reggaeton, bachata y bolero) que parecen inmiscuirse en los diálogos, violentas confesiones de amor, particularidades idiomáticas de los cibaeños (población ubicada al norte de la República Dominicana), modismos provenientes de la dictadura de Trujillo (cuyo gobierno de treinta y un años es considerado una de las tiranías más sangrientas de América Latina) y las acotaciones en inglés de los que vienen o se van a Manhattan se entremezclan en el ruidoso y efervescente escenario de esa media isla en la que, según uno de los personajes del libro, “más de la mitad de la gente usa menos de cien palabras en su conversación cotidiana, es funcionalmente analfabeta y sufre de anemia”.
La primera cita a ciegas entre una mujer sorda y un hombre tartamudo, luego de mantener un muy fluido romance por chat en el que, entre otras cosas, se habían jurado amor eterno aun cuando ni siquiera habían dicho su verdadero nombre; el drama de una maestra jardinera totalmente entregada a su marido que, en un extraño congreso internacional, se enamora perdidamente de una poeta; una sesión de espiritismo entre mujeres en la que las cartas de tarot y las apariciones van dejando lugar a discusiones y diferencias bien concretas de tinte político; el optimismo inagotable de Rebeca, madre divorciada y atractiva que decide pasar la noche de su cumpleaños en el bar “El monte de Cristo”, a la espera de alguna atención, y termina siendo disputada por ex parejas a través de mensajes en su celular son algunas de las historias de Emoticons que se imponen como un grito literario, bajo un fondo acústico de recurrencias y simetrías, como la de James Gatto, un misterioso flâneur domingueño que aparece en diversos relatos, o el emblemático Parque Duarte en la zona colonial de Santo Domingo, epicentro donde se confunden y conforman todas y cada una de las voces, incluyendo la de un escritor marginal creador de la “Letrinatura”, movimiento paracultural que busca “rescatar el lenguaje de la calle, la rebeldía lingüística con que se expresa el pueblo, el lenguaje sencillo de los que viven debajo del puente”.
En tiempos de emoticones –aquellas caritas amarillas que hoy expresan más emociones que las propias palabras–, Arias escribió un libro con el volumen altísimo que clama, de una manera ágil y muy actual, el gran desencuentro que es la comunicación, ese naufragio en que puede convertirse cualquier diálogo.C