Con el título en la mira
COPA AMÉRICA. La selección debuta hoy, a las 18.30, frente a Paraguay, en busca de un título que se le niega desde 1993
El comienzo oficial del ciclo de Gerardo Martino al frente del seleccionado coincide con el primer paso hacia una vieja obsesión. Una deuda pendiente desde 1993, cuando en Ecuador la Argentina conquistó su última corona continental. El debut en la Copa América de Chile 2015, esta tarde, a las 18.30, en La Serena, frente al Paraguay de Ramón Díaz, será el examen inicial para un equipo que llega como gran favorito y con el ojo puesto en Lionel Messi, tras su temporada extraordinaria en Barcelona. El equipo repetirá a varias de las figuras que jugaron el Mundial de Brasil, pero en busca de afianzar su nuevo estilo.
El seleccionado intenta quebrar 22 años sin títulos en el primer torneo oficial de Martino; hoy, a las 18.30, en La Serena, debuta con el Paraguay de Ramón Díaz
LA SERENA.– Con varios de los futbolistas del Mundial, con otro estilo e idea de juego y con una ilusión de ganar un título que se transformó en una obsesión, en una cuenta pendiente que una generación de jugadores no quiere que les quede como un estigma intercalado en sus exitosas carreras en los clubes. Por estos carriles empezará a transitar hoy la aventura del seleccionado argentino en la 44ª Copa América, competencia que está a un año de convertirse en centenaria.
La hoja de ruta le marca el debut ante el Paraguay de Ramón Díaz, a las 18.30, en el estadio La Portada, construido en los últimos dos años, con una capacidad (18.243 espectadores) bastante reducida para lo que es la trascendencia del partido y la tradición del torneo. En la constante expansión geográfica del fútbol, La Serena es sede por primera vez en las siete ocasiones que Chile organizó la Copa América. Por sus calles todavía no se advierte la legión de hinchas argentinos que se pronosticaba. Es probable que muchos lleguen en las últimas horas, con el comienzo del fin de semana.
Llega el momento de la puesta en escena oficial del proyecto de Gerardo Martino, que tuvo ocho amistosos (seis triunfos, dos derrotas, 22 goles goles a favor y 7 en contra) para ir inculcándoselo a un grupo de futbolistas que fue subcampeón mundial con otro tipo de planteo, con menos querencia por la pelota y más estructurado para jugar a los espacios que le dejara el rival.
“Tuvimos tiempo y trabajo suficientes para asimilar lo que nos pide el técnico”, es una frase que repiten los futbolistas, consustanciados con la pretensión del Tata de jugar con las líneas adelantadas, priorizar la tenencia y recuperar la pelota lo más arriba posible para que el adversario no lo sorprenda con contraataques.
Martino estuvo preparando el equipo de hoy durante meses, más allá de un imponderable (a Biglia le dará unos días más de recuperación del esguince en la rodilla derecha e ingresará Banega) y de un ajuste en el lateral derecho, con el ingreso de Roncaglia por Zabaleta, que no sólo deja el lugar por la dolencia en tobillo derecho, de la que ya está recuperado, sino también para que ingrese un sustituto con más recursos para contrarrestar el juego aéreo paraguayo. Sergio Romero se entrenó ayer con los titulares, con lo cual se deduce que dejó atrás la lesión en un hombro que le impedía practicar. Por lo demás, no hay excusas ni condicionamientos. Martino, que no confirmó la alineación, admitió ayer que varios de sus jugadores “llegan a la Copa América en un momento inmejorable”. El final de temporada, con jugadores que se acaban de despedir de sus clubes, no parece la ocasión más propicia para alcanzar la plenitud por el desgaste físico y mental acumulado, pero el plantel transmite motivación, compromiso y ambición. La deuda de 22 años sin títulos no hay que cargársela enteramente en sus cuentas, pero sí se hacen cargo del 2010 para acá, y en los casos de Mascherano, Tevez y Messi, la demanda empieza desde 2006. Los jugadores no son condescendientes entre ellos por las oportunidades que se escaparon, pero varios de ellos se sienten parte de una generación que se merece un título, aunque el fútbol y los merecimientos no son una alianza indestructible.
Excepto los casos de Roncaglia y Banega, el resto de la formación responde a lo que quiere el entrenador. Empezando por Messi, que partirá desde una ubicación similar a la que ocupa en Barcelona: desde la derecha, con libertad de movimientos porque su capacidad para interpretar lo que demanda el partido es cada vez mayor. Leo dejó de ser un solista para convertirse en un estratega, sin necesidad de ser omnipresente durante los 90 minutos. En eso también se nota su madurez para ser selectivo en los momentos en que
debe intervenir.
En la Copa América de 2011, Messi llegaba con el título de la Liga de Campeones, como ahora. Aquella experiencia fue frustrante, sin goles en cuatro partidos, aunque dio tres asistencias de los cinco tantos del equipo en el torneo. Su actualidad permite aventurar que ahora todo puede ser distinto, sin desconocer que en el fútbol todo es susceptible de cambios radicales sin previo aviso.
Paraguay es un rival que quiere recuperar su esencia, volver a ser un equipo duro, combativo, incómodo para cualquiera. En los últimos años cayó en un pozo, que coincidió con la ida de Gerardo Martino. Ahora es otro argentino, Ramón Díaz, el que intenta hacerlo resurgir. La evolución no fue muy evidente en los seis meses que lleva al frente, pero el Pelado irradia un mensaje optimista, de confianza y conformidad con sus dirigidos. La columna vertebral se asienta en la veteranía del arquero Villar, el zaguero Paulo Da Silva, el volante Víctor Cáceres y los delanteros Roque Santa Cruz y Haedo Valdez. Ramón dejó ver algunas cartas del tipo de partido que planteará: cortar los circuitos en torno a Messi, que no le llegue la pelota. Paraguay propondrá un choque duro, áspero, a una Argentina que pretende que su juego vaya como la seda. El seleccionado es favorito en un torneo al que no le faltan aspirantes con argumentos. Le llegó la hora de hacer valer su condición de candidato.