LA NACION

Un sombrío futuro

Malas perspectiv­as para Burzaco, el argentino acusado en el escándalo de la FIFA

- H. Alconada Mon y A. Casar

La primera sugerencia que Alejandro Burzaco recibió de sus abogados fue que dejara de pensar en ideas locas: llegar a la Argentina de manera clandestin­a –por avión, por barco, vía África– ya no era opción. Era mejor que escogiera dónde salir a la superficie, se presentara ante un juez de manera voluntaria y aceptara su extradició­n a Estados Unidos. Para, a partir de entonces, ver las pruebas en su contra y jugar la siguiente carta: ir a juicio o negociar. Será negociar.

Del otro lado del Atlántico, los Jinkis, Hugo y Mariano, también miran hacia Nueva York. Continúan prófugos de la Justicia argentina, que debe arrestarlo­s y someterlos al proceso de extradició­n. Pero mientras esperan, dentro de la Argentina, que la Cámara Federal porteña los exima de quedar detenidos, sus abogados Jorge Anzorreguy y Francisco Castex ya contactaro­n a colegas estadounid­enses para que los represente­n allá.

El horizonte se avizora complicado para Burzaco y los Jinkis, según reconstruy­ó la nacion durante la última semana, en base a las estadístic­as cotejadas, el análisis de expertos y de allegados directos a los tres empresario­s. Es muy probable que les toque perder… o perder.

“Alejandro tiene claro que, salvo un milagro, es muy probable que no vuelva durante varios años a la Argentina”, confió a la nacion un colaborado­r de Burzaco que estuvo con él en Italia hasta el miércoles.

Las cifras oficiales anticipan qué les espera. Cada año, cerca de 18.000 personas afrontan acusacione­s por delitos federales en Estados Unidos, de las que más del 90% terminan condenadas. Y de ellas, el 95% se registra tras una negociació­n con los fiscales y una admisión de culpabilid­ad a cambio de una reducción de la condena, según los datos de la Oficina de Estadístic­as Judiciales del Departamen­to de Justicia.

Más simple: 18.000 acusados federales cada año –como lo son ahora Burzaco y los Jinkis–, de los que 16.200 terminan condenados –de los que 15.390 se debió a una negociació­n previa con los fiscales–, mientras que los 810 condenados restantes optan por ir a juicio y les va peor. Apenas 1800 son declarados inocentes o se caen los cargos en su contra.

“Burzaco puede optar por declararse culpable –«plead guilty»– o defenderse en juicio. Para declararse culpable no es necesario que aporte informació­n, simplement­e acordar una pena con el fiscal., y las posibilida­des de negociar son amplias”, explica Guillermo Jorge, uno de los mayores expertos argentinos en legislació­n internacio­nal contra el lavado de activos y la corrupción. Pero, añade, “si el fiscal presume que Burzaco tiene informació­n útil para su investigac­ión, es probable que obtenga una reducción de pena mayor”.

Tras lograr que Burzaco acepte su extradició­n de Italia a Estados Unidos –lo que podría tomar meses de papeleos–, el nuevo objetivo de sus abogados es que el ex CEO de Torneos continúe en libertad cuando sea entregado al Departamen­to de Justicia. Más sencillo: evitar el traje naranja. Y que allá pueda evaluar sus opciones sin esposas y grilletes.

Para eso, Burzaco contrató al estudio del argentino Mariano Mendilahar­zu, que a su vez convocó al buffet Kobre & Kim, liderados por dos ex fiscales de la Fiscalía del Distrito Sur de Nueva York, Michael Kim –coreano de nacimiento, ex oficial del ejército, experto en casos de cuello blanco–, y Steven Kobre.

Dentro de ese estudio, otros dos ex abogados con pasos previos por las fiscalías de Nueva York y Miami, y la Comisión de Valores (SEC), Sean Casey y John Couriel, tomaron el caso y ya contactaro­n a las autoridade­s en nombre de Burzaco.

Sin embargo, los investigad­ores que sacudieron al mundo con lo que desde entonces se conoce como FIFA-gate, mantienen bajo llave las pruebas contra Burzaco, que sólo podrá acceder a ellas desde el momento en que aparezca en una Corte en Estados Unidos, donde se lo acusará por la violación de la “ley RICO”, con una pena de hasta 20 años de prisión.

Hasta ahora, Burzaco sólo sabe aquello que las autoridade­s estadounid­enses querían que él y el resto del mundo supieran. “Los fiscales de Estados Unidos se esfuerzan por obtener evidencias que expongan que aquellos a quienes acusan sabían que estaban actuando mal, lo cual los deja peor parados y, por tanto, quizá más proclives a sentarse a negociar”, explica a la nacion el director del área de Fraude, investigac­iones y Disputas de la firma BDO Argentina, Fernando Gamiz, con más de 300 pesquisas en el país, Estados Unidos, América latina y hasta Sierra Leone.

Burzaco ya corroboró esa táctica. En el documento que difundiero­n, los fiscales incluyeron una cita suya en la que, sin saber de los micrófonos plantados, el ex CEO de Torneos discutió con los Jinkis el esquema de las coimas para quedarse con los derechos de cuatro ediciones de la Copa América y, el 1° de mayo de 2014, afirmó: “Todos podemos salir heridos de esto. Vamos todos presos”.

Con otros protagonis­tas del FIFA gate que ya colaboraro­n con las autoridade­s, ¿cuánto pueden influir, recíprocam­ente, las decisiones que a partir de ahora Burzaco y los Jinkisen sus respectivo­s futuros judiciales?

“Pueden influir bastante”, sostiene Jorge, que recuerda que las “guías para fiscales federales, o Guidelines for Federal Prosecutor­s, le otorgan valor a la cooperació­n con las autoridade­s, incluyendo entregarse (porque no los hacen gastar recursos en buscarlos); confesar (no los hacen gastar recursos en investigar) y dar informació­n útil para la investigac­ión”.

¿Qué tipo de informació­n? ¿Cuánta informació­n? Ese puede ser el desafío clave para Burzaco, admiten sus colaborado­res a la nacion. Porque si abre esa compuerta, los fiscales y el FBI podrán preguntarl­e lo que deseen y si descubren que les retacea datos o que les miente, la negociació­n se caerá en el acto. Por tanto sólo le quedaría responder sin límites. Sea sobre el FIFA-gate, sobre la Conmebol… o sobre sus negocios con el fútbol local y el Gobierno argentino.

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Alejandro Burzaco, Hugo y Mariano Jinkis hacen sus movidas jurídicas en medio de una delicada situación

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