LA NACION

La necesidad y el peligro de ser rey antes que hermano

- Mabel Galaz EL PAÍS

Esta misma semana, la infanta Cristina coincidió en público con su hermano el rey de España. Ocurrió en el funeral en memoria de Kardam de Bulgaria. No posaron juntos para las fotos luego de la ceremonia celebrada en los Jerónimos, en Madrid, y se sentaron a varios metros de distancia en el templo.

Una vez más, la hija menor de Juan Carlos y Sofía adoptaba un papel secundario en un acto de índole privada, pero su presencia se interpreta­ba como que el hilo familiar no estaba roto del todo.

Hoy Cristina de Borbón y Grecia cumple 50 años y ya no los hará co- mo duquesa de Palma de Mallorca.

Cristina recibió el título nobiliario por su matrimonio con Iñaki Urdangarin. Fue el regalo que Juan Carlos hizo a su hija, como años antes entregó el ducado de Lugo a su hija Elena y a su entonces yerno Jaime de Marichalar.

Un rey lo dio y otro rey lo retira. Pero en el caso de doña Cristina hace ya muchos meses que desde el Palacio de La Zarzuela se le venía reclamando que renunciara al título y a los derechos dinásticos, algo que en realidad sólo ella puede hacer. Infanta siempre lo será porque es hija de rey.

Felipe VI siempre estuvo muy unido a su hermana Cristina. En una radiografí­a de los tres hijos de Juan Carlos y Sofía, a Elena se le atribuye el carácter de su padre. De ella se dice que es la más Borbón de los tres, la que está más unida a su padre. Cristina es la más griega. Siempre ha estado muy cerca de su madre, con quien comparte aficiones como la música y hasta la dieta que las lleva a no comer carne.

Felipe es quien sacó cosas de su padre y de su madre y, aunque adora a su hermana Elena, siempre estuvo muy unido a Cristina.

Su complicida­d quedó de manifiesto cuando el entonces príncipe de Asturias comenzó su noviazgo con Letizia Ortiz.

La infanta jugó un papel decisivo para convencer a sus padres de que aceptaran la relación que el príncipe había iniciado con la presentado­ra del telediario de TVE.

Cristina y Urdangarin fueron también cómplices de sus primeros encuentros y pocos días antes del anuncio del compromiso oficial, el entonces duque de Palma acudió a una joyería de Barcelona, por encargo de su cuñado, a comprar el anillo. Hace tiempo que esa joya no la luce Letizia y hay quien piensa que las desavenenc­ias con Urdangarin tienen algo que ver en ello.

En el bautismo de la hija menor de los duques de Palma quedó patente la fría relación de los príncipes de Asturias con Cristina y su esposo.

Se habló de problemas familiares, pero, en realidad, lo que ya sucedía es que los negocios de Urdangarin no gustaban a Felipe y así se lo había hecho saber.

Cortafuego­s

Cuando Urdangarin fue declarado persona non grata y apartado de la vida oficial de la Casa del Rey, se instaló un cortafuego­s para proteger a Juan Carlos y a Felipe de todo lo que pudiera relacionar al duque de Palma con ellos.

La situación condicionó la vida familiar. Cristina, su esposo y sus cuatro hijos fueron excluidos de cenas navideñas y celebracio­nes familiares. Sólo el trabajo de Sofía de velar por sus nietos mantuvo una cierta unión.

Ella siempre antepuso su condición de abuela a la de reina. Por eso viajó a Estados Unidos cuando el caso Nóos acababa de estallar y por eso viaja siempre que puede a Ginebra para ver a su hija y a sus nietos. No así Juan Carlos, que sólo vio a Cristina cuando iba a España.

En los últimos meses de reinado de su padre, Felipe actuó como figura clave en la relación de su hermana con la Casa del Rey.

De él partió la idea de que renunciara a los derechos dinásticos y al título de duquesa. Pero fue Juan Carlos, en su condición de rey, quien se lo trasladó a su hija, que hasta el momento hizo caso omiso de la recomendac­ión. El mes pasado Leonor, la princesa de Asturias, hizo la primera comunión. Horas antes Felipe llamó por teléfono a su hermana Cristina para invitarla al almuerzo que se iba a celebrar en su casa después de la ceremonia religiosa.

Le pidió que viajara con su hija Irene, que una semana antes también había recibido el sacramento.

El gesto se interpretó como un acercamien­to entre hermanos. Veinte días después y 24 horas antes de cumplir medio siglo de vida, el rey Felipe VI decidió retirarle a su hermana el título de duquesa de Palma, algo que su padre no quiso hacer en su día y algo que la inmensa mayoría de los españoles venía reclamando desde hace tiempo.

Felipe VI es hermano, pero es, sobre todo, el rey de España. © El País, SL

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