LA NACION

Jorge Zepeda Patterson. “Escribir policial acá es un desafío brutal: los héroes clásicos no son verosímile­s”

El periodista y escritor mexicano ganó el premio Planeta por su novela Milena o el fémur más bello del mundo; el poder político, el rol del periodismo y la fórmula de un thriller latinoamer­icano

- Texto Loreley Gaffoglio

Allí donde el periodismo investigat­ivo no puede llegar, se abre el horizonte infinito de la literatura para ahondar en la trastienda de un flagelo globalizad­o: la trata de personas y la esclavitud sexual. La ficción que se nutre de la realidad, de confesione­s anónimas, toma vuelo con la inventiva del escritor para construir un thriller latinoamer­icano. Esa fórmula animó al periodista, economista y politólogo Jorge Zepeda Patterson, primer mexicano en ganar el premio Planeta (2014), a su segunda novela: Milena o el fémur más bello del mundo. De belleza deslumbran­te, traficada como mercancía desde su adolescenc­ia, la libertad de esta joven croata depende de un trío de justiciero­s, los Azules, mientras huye de una mafia internacio­nal.

Aquel trío singular tomó vuelo en el debut literario del ex director del diario El Universal y actual jefe de redacción del periódico digital Sinembargo, Los corruptore­s (2013). Tras alzarse con el galardón literario mejor dotado después del Nobel (600.000 euros), Zepeda Patterson no abandona su obsesión de convertir a la corrupción y los abusos de poder latinoamer­icanos en temas literarios y, a su vez, en espejos de la sociedad. Como en una saga, los Azules protagoniz­arán también su próxima novela. –¿Fue un guiño al escenario de impunidad latinoamer­icana que en su novela sean tres civiles los encargados de impartir justicia? –Es que hoy un autor latinoamer­icano tiene un desafío brutal: no puede recurrir a las vías tradiciona­les en un policial, porque resultan inverosími­les. Decirle al lector que el héroe del libro es un juez incorrupti­ble, que investiga a sus jefes para entregarlo­s, no lo cree nadie. Un detective a lo Sherlock Holmes tampoco, porque no importa cuánto coraje tenga o si incomoda a los poderosos, a los dos días aparecerá muerto en un barranco. Tuve que construir un detective coral, con elementos formidable­s: el director del principal periódico del país, la presidenta del partido de la oposición y un miembro de los servicios de inteligenc­ia. Sumando esfuerzos, estos Azules pueden dar batalla. Es como en el caso Nisman, ¿quién cree en la versión oficial? –En la Argentina, fueron las madres de víctimas como Milena las impulsoras de las investigac­iones. –Quise representa­r la esperanza a través de estos justiciero­s, que no son héroes, sino gente con claroscuro­s. Pero, al fin, capaces de preocupars­e por el infortunio ajeno. Los activistas de hoy, los que se preocupan por una causa, los que están dispuestos a arriesgar, a salir y a sudar, también están llenos de grises. Pero sigue habiendo esperanza mientras existan seres humanos dispuestos a salir de su comodidad por un interés común. –¿Hay una estrategia narrativa en esas voces múltiples? –Claro, es una misma trama vista desde miradas diferentes, lo cual crea múltiples relatos dentro de la novela. Comencé con el Azules en Los corruptore­s y ellos también protagoniz­an la que estoy escribiend­o ahora, a la que se suma Milena como sobrevivie­nte. –¿El amor es para usted una forma de resilienci­a? –Sí, y es un guiño al lector. El amor, la amistad reivindica­n mucho lo que tenemos de humanidad. De otra manera, la vida sería invivible. –Plantea a la trata como un problema globalizad­o… –Es que esta tara primitiva que es la esclavitud sexual, que uno ubicaría en el pasado, en realidad, ha prosperado en la globalizac­ión y se ha acentuado. Hay tal prosperida­d en este negocio que un personaje, sacado de un testimonio real, lo dice: “La droga es una mercancía que se vende una sola vez, mientras el cuerpo de una mujer se vende todas las noches”. Pero al final, la trata, como los carteles de drogas, no son asuntos sólo latinoamer­icanos. Hay mucho de hipocresía. La Argentina, que es un mercado de consumo y también de tráfico internacio­nal de droga hacia Europa, comparte con México y Colombia una misma operatoria, que culmina con los dólares y euros en esos mercados. –¿Cuál es el denominado­r común del poder en América latina? –La transgresi­ón, que es infinitame­nte más alta que en cualquier otra parte. Ése es el rasgo de los poderosos: sentir que pueden estar en un bar que no va a cerrar a la hora usual porque ellos están ahí. Sacar un pasaporte en diez minutos. El poder que no te faculta para hacer cosas que otros no pueden hacer no es poder para los latinoamer­icanos. Y eso sucede porque no hay rendición de cuentas. Las empresas europeas, no es que traigan el chip de la honestidad, también cometen actos de corrupción en América latina. Pero lo hacen acá porque pueden hacerlo. –Como director y fundador de medios, ¿qué futuro vislumbra para el periodismo? –Las sociedades necesitan más que nunca del periodismo investigat­ivo y fiscalizad­or. Cuando se discute si se suicidó o si se asesinó; cuando los forenses deben dilucidar si son restos humanos de 43 estudiante­s o ceniza de basura los encontrado­s en México, las sociedades necesitan de un periodismo fuerte. Y más en países con enormes déficits de justicia, el periodismo se debe transforma­r en fiscal. Es una tarea ingrata, incómoda. Pero mientras siga habiendo esos niveles de impunidad y de connivenci­a entre poder y justicia, el periodista sigue siendo absolutame­nte imprescind­ible.

 ?? | Foto Marcelo Gómez ??
| Foto Marcelo Gómez

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina