LA NACION

Para querer a Messi

- Sebastián Fest @sebastianf­est

Tres inviernos más tarde, Lionel Messi está listo para que los argentinos se decidan a quererlo. Si el frío argentino –peor aún: el santafecin­o– lo trató con crueldad en 2011, el chileno insinúa otro camino: es cierto que a lo largo de su carrera ya exhibió picos de forma física y juego como los de hoy, pero nunca combinadas con liderazgo explícito, con ese paso al frente que siempre le reclamaron en casa.

Antes de tocar la pelota, Messi ya dio señales de que quiere comerse la cancha en esta Copa América.

Injusto sería pensar que no quiso hacerlo un año atrás en Brasil, porque algo fue evidente: sin Messi, la Argentina se iba eliminada en la primera fase, sin Messi, aquel partido ante Suiza podría haber sido la despedida.

Sería injusto pensar eso, sí, pero también ingenuo no ver las diferencia­s. El Messi de un año atrás llegó a Brasil perturbado por las turbulenci­as en el Barcelona, donde los dirigentes le dieron forma a un manual que se podría tituar “Todo mal (todo lo que no hay que hacer cuando se trata de cuidar a la estrella de tu equipo)”.

El Messi de un año atrás llegó golpeado por la muerte de su entrenador –Tito Vilanova–, y también afectado por un equipo rebelde e indiferent­e hacia lo que Gerardo Martino intentaba inculcarle.

Aquel Messi del invierno de 2014 no tenía la explosión física que lo hizo famoso ni la esa claridad mental al extremo que le permitió tantas veces resolver lo que para la mayoría es imposible y para él es normal. Así y todo fue, si no el mejor, el jugador más decisivo del Mundial. Hoy eso es pasado, Messi exhibe felicidad futbolera y el sueldo de Neymar ya no es un problema.

¿Qué más se le puede pedir? La respuesta la está dando él mismo: Messi siempre puede superarse, puede jugar en tres o cuatro posiciones en un mismo partido, puede convertirs­e en rey de las asistencia­s y combinar todo eso con goles para enmarcar.

Ahora, además, puede ser líder y mostrarlo. Y disfrutarl­o. Puede, y está claro que quiere, poner fin a una doble sequía: la de los 22 años sin títulos de la Argentina –no lo hará en soledad, pero no se hará sin él– y la del desamor en su país. No lo comparen con Maradona.

El gran logro de Messi si la final del 4 de julio se convierte en un éxito será que se lo compare con el Messi desde siempre desarraiga­do. Y que, también ahí, salga victorioso.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina