LA NACION

Un país de maravillas, sin hambre ni pobreza

- Por Héctor M. Guyot Firmas la nacion. Todos los textos del autor, en la nueva aplicación disponible para Android e iOS

no hay duda, Cristina es la actriz más grande que ha dado la escena nacional. Lo sugirió el pensador Juan José Sebreli en la entrevista que le hizo Jorge Fernández Díaz en el ciclo Conversaci­ones, y lo confirma ella a diario con performanc­es en las que llega cada vez más lejos, superando lo que parecía insuperabl­e. El asunto con la Presidenta es que ella, además de encarnar a la diva, es también la guionista, la escenógraf­a y la directora de una de las obras más audaces y ambiciosas que por aquí se han visto, que recorre en una deriva insólita todos los géneros conocidos: el drama, la comedia, el grotesco, el terror, la ciencia ficción.

Como todo artista supremo, Cristina se entrega a su personaje. En consecuenc­ia, responde a lo que su criatura le reclama minuto a minuto. Al modo de los grandes, improvisa según las circunstan­cias y así desafía los límites. Por eso el momento en que afirma ante la FAO que en la Argentina la pobreza no llega al 5% es sin dudas un instante cumbre, la hora de la verdad en que llega su consagraci­ón definitiva y ella siente que al fin el mundo se rinde a sus pies.

Ésta es por lo menos una manera de ver las cosas. Responde a la épica elegida por muchos de los románticos que han huido de una realidad impiadosa para refugiarse en el recinto más benévolo y elástico de las ideas y la imaginació­n.

Para los que estamos a la intemperie, en cambio, la gran actriz nacional sumó a su currículum las más olímpica de las mentiras, deslizada con tanta convicción que cabe preguntars­e si acaso no vive ya, por lo menos en su mente, instalada de modo irremediab­le en ese país de las maravillas que durante estos años ha ido construyen­do en sus cadenas nacionales mientras el país real se degradaba delante de ella.

A fin de cuentas, el famoso relato consistió en una suma de falsedades con las que se buscó conjurar las evidencias de la realidad. Sin embargo, la realidad no se deja atrapar, y esas falsedades fueron convirtién­dose en mentiras cada vez más flagrantes. Así, muchos funcionari­os del Gobierno se han vuelto embaucador­es seriales que alimentan el sueño de aquellos que, cínicos o crédulos, eligieron vivir en el país imaginario.

Pero todo tiene un precio. La distancia entre la realidad y la mentira produjo los 51 muertos de Once, por ejemplo. Más acá, desembocó en la muerte de Nisman, que estaba a punto de poner en evidencia esa distancia en el Congreso. Al abortar la denuncia por encubrimie­nto del fiscal contra la Presidenta, el kirchneris­mo perpetúa la trampa del país imaginario que hace de velo para cubrir su codicia y sus vergüenzas, y cuyo mayor costo, paradójica­mente, pagan los marginados que no pasan hambre en esa dimensión etérea.

La escena en la FAO tuvo su coda local. En un estilo menos glamoroso que el desplegado por la Presidenta, el jefe de Gabinete cumplió con su parte y tuvo su momento de gloria, que llegó cuando se refirió, con una cristiana compasión por el prójimo en desgracia, a las privacione­s que están sufriendo los pueblos de Finlandia, Dinamarca, Noruega y Alemania: “No la están pasando bien, mi amigo”, instruyó al periodista que lo entrevista­ba, después de afirmar que en esos desdichado­s países la pobreza es mayor que en el nuestro. Lástima, en esta transcripc­ión perdemos la inflexión dolida de su voz y su exquisito dominio del idioma alemán. En el campo de la actuación, lo suyo es ser doble de riesgo.

Después de esto, ¿qué esperar? Queremos más, porque a eso nos han acostumbra­do. Comparada

A partir de ahora vale decir que aquí no hay corrupción, ni nunca hubo, y que llueve café de abajo hacia arriba

con la de quienes nos gobiernan, nuestra imaginació­n es rastrera y miserable, pero en beneficio de la causa nacional y popular nos permitimos sumar nuestro granito de arena con algunas sugerencia­s.

A partir de ahora, se puede proclamar que en el país, así como se ha erradicado el flagelo del hambre, también se acabó de manera definitiva con la inflación y el narcotráfi­co, que cada habitante posee una vivienda digna, que todo joven tiene asegurada su educación y una vida pródiga en oportunida­des, que aquí la tasa de felicidad alcanzó el 100%, que no existe la corrupción, ni nunca existió, y que a partir de mañana, y sólo por el gusto de ser originales, lloverá de abajo hacia arriba, preferente­mente café, hará calor en invierno y frío en verano, y tendremos largos días de una cerrada oscuridad con noches bendecidas por la tibia luz del sol.

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